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River-Defensa y Justicia: el Millonario aflojó y quedó en un escenario parecido al de tantas finales con Boca
En el Monumental que dejó puntos contra Talleres, Vélez, Rosario Central y San Lorenzo, River frenó su esprint al título. Es un puntero menos holgado después de un 1-1 que lo exhibió en su versión más pobre y preocupante de este 2020. Sigue dependiendo de sí mismo por ese punto de ventaja que le lleva a Boca, pero su margen de error se achicó considerablemente. El próximo sábado, en Tucumán, frente a Atlético, deberá demostrar que este desliz contra un muy buen Defensa y Justicia no lo sacó de la autopista al campeonato que transitaba. River se enfrió una noche en la que el calor húmedo llegaba desde el Río de la Plata.
La derrota por 1-0 fue lo más leve que le pasó a River en el primer tiempo. Fue tal su grado de confusión y parálisis que el aplomado y criterioso Defensa y Justicia pudo sacar una ventaja mayor. Mientras el Monumental asistía atónito a la superioridad rival, Gallardo mandaba a los 35 minutos a todos los suplentes a hacer el calentamiento. Más que nunca iba a ser falta en el descanso la mano de un entrenador experto para espabilar a un equipo desconocido, inconexo, lento, pesado.
River no le encontraba la vuelta a un esquema adversario que propuso mucho uno contra uno para recuperar la pelota y le creaba superioridad numérica en algunos sectores, como en la zona que ocupaban Casco y Pinola. La única manera que encontró River para sorprender en esos primeros 45 minutos fue con una ruptura de Rojas, que condujo por el carril hasta soltar el pase a Nacho Fernández, que definió desviado.
Fuera de esa acción, River fue un equipo desorientado y, sorpresivamente, con muy escaso orden. Cardozo, Botta y Pizzini dispusieron de espacios para controlar el desarrollo con una llamativa comodidad. A los desacoples por la izquierda se sumó una salida a destiempo de Rojas para que Pizzini conectara con Lucero, que con una exquisita definición demostró por qué es el goleador del equipo, con cinco tantos.
A Montiel se le contabilizó solo una proyección en el primer tiempo, con un centro al bulto. Casco vivía a la sombra de Mainero. Suárez y Scocco no entraban en acción, Nacho Fernández corría sin asociarse con nadie, De la Cruz no influía. Quizá River no imaginaba que iba a extrañar tanto la agresividad ofensiva del suspendido Borré, goleador de la Superliga con 12. El colombiano desgasta a los rivales y profundiza los avances.
Lo mejor que le podía pasar a River era que terminara el primer tiempo, que había dejado otra conclusión infrecuente: Defensa y Justicia se había mostrado físicamente más fresco, llegaba antes a varias pelotas y gastaba energías con un mejor sentido colectivo.
Mucho trabajo tenía Gallardo para el entretiempo. Desde la oratoria, para levantar a un equipo atontado, y desde lo táctico, con la inclusión de Juanfer Quintero por Pinola, con lo cual el esquema pasó a una línea de cuatro.
Al menos desde la actitud, fue otro River el del segundo tiempo. Más enérgico, decidido a plantarse en campo rival. Se sacudió el almidón y dejó la abulia en el vestuario. En Defensa, sus volantes y delanteros dejaban de ser los mejores para que empezara a crecer la figura de Unsain, puro reflejos y ubicación para tapar definiciones de Montiel, Nacho Fernández y Pratto.
El empate llegó casi de manera simultánea con los cambios de delanteros que hizo Gallardo: Pratto por Scocco (desperdició la oportunidad) y el juvenil Álvarez por Suárez, que quizá merecía más paciencia porque, aun en cuentagotas, desnivelaba con su calidad. Segundos después de los ingresos se produjo el penal de Frías sobre De la Cruz que convirtió Quintero con un poderoso zurdazo.
Le quedaba media hora a River para ponerle más revoluciones al envión anímico. Defensa se veía apurado como nunca antes, pero igual no renunciaba a armar algún contraataque, como para avisar que no se había ido del partido. La posibilidad de que se viera la mejor versión de River se iba diluyendo, solo flotaba la sensación de que una embestida lo llevara a la victoria.
Defensa demostró por qué hace nueve partidos que no pierde, a pesar de que tuvo un cambio de técnico una semana antes de que se reanudara la Superliga y el movimiento del plantel fuera profuso: diez altas y nueve bajas. De esa coctelera, Crespo está sacando un equipo muy bien puesto, con juego y carácter. El Perrito Barrios tuvo el triunfo en el cierre. No llegó el arresto final de River, tuvo que dar por bueno el 1-1 porque no mereció mucho más. Su declive le puso más suspenso a la Superliga. Los últimos tiempos del fútbol argentinos parecen destinados a perpetuas finales entres River y Boca.
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