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River - Boca: Carrascal y Cardona, los colombianos que asumen la conducción en el Superclásico y buscan un impulso para sus carreras
Los dos habilidosos tendrán la oportunidad y la responsabilidad a la vez de manejar los hilos de sus respectivos equipos en el Monumental
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Carrascal: la gambeta, un bien preciado, que empieza a ganarse un lugar en River
A Jorge Carrascal le llegó la hora. Y nadie más que él lo sabe. La número 10 de River tendrá muchos flashes encima en el superclásico del domingo en el Monumental. Con una gambeta codiciada y un rendimiento que no ha sido regular desde su llegada en 2019, su figura todavía divide aguas, pero su presente en alza genera una alta expectativa. El volante colombiano, de 23 años, atraviesa uno de sus mejores momentos en el equipo de Marcelo Gallardo y vuelve a tener una oportunidad de lujo: jugará su cuarto partido frente a Boca como titular de los cinco que hubo en el año. Sin haber podido aprovechar al máximo sus anteriores chances, ahora todo está en sus pies.
Carrascal ha tenido diferentes estadíos en Núñez. Tras llegar desde Karpaty, de Ucrania, en enero de 2019, tuvo un primer año inicial de adaptación física y futbolística en el que solo pudo mostrar chispazos de su talento. Le costó aclimatarse al fútbol argentino, trabajó con el cuerpo técnico en la intensidad y la agresividad para jugar, ganó potencia física y empezó a potenciar su mentalidad para sostenerse. Es un futbolista moldeado y amparado por Gallardo, quien entiende que tiene bienes preciados difíciles de encontrar: calidad para sacarse de encima futbolistas, aprovechar espacios y generar desnivel con la pelota.
Nadie puede dudar de que su gambeta –escasa en el fútbol argentino– es una materia prima de lujo. Pero a lo largo de su ciclo ha tenido muchos vaivenes y eso lo hizo ser mirado de reojo por los hinchas. Tras su año de ajustes, en 2020 comenzó a tener un marcado crecimiento tras el receso del fútbol por la pandemia, aunque sufrió las expulsiones frente a Banfield y Palmeiras, y una serie de bajos rendimientos que le hicieron retroceder casilleros. Y en esta temporada todo se le hizo cuesta arriba.
Desde comienzos de febrero y hasta fines de agosto, Carrascal no había podido marcar ni asistir. El DT le dio la camiseta número 10 y el volante ofensivo necesitó 30 partidos para participar de forma directa en un gol del equipo. En sus primeros 29 encuentros (16 de titular) había sumado 1482 minutos con rendimientos aislados en los que se mostraba como un arma interesante e inconstante. Y recién en los últimos cinco encuentros logró esa trascendencia directa que se esperaba de su fútbol.
Tras perderse el partido con Aldosivi por una fatiga muscular, comenzó una gran racha que sigue vigente: convirtió en Junín su primer gol del año en el 2-1 sobre Sarmiento; armó una gran jugada para el empate de Braian Romero en el 1-1 con Independiente; marcó un golazo en el 4-1 contra Newell’s en Rosario; y abrió el marcador en el 3-1 ante Central Córdoba, en Santiago del Estero. Con tres goles en cinco partidos, se le abrió el arco: antes solo había conseguido cinco tantos en 64 partidos oficiales. Su último festejo se había dado el 17 de diciembre de 2020 en el 6-2 contra Nacional, por los cuartos de final de la Copa Libertadores.
Carrascal jugó el sábado pasado con cuatro tarjetas amarillas y Gallardo no lo cuidó. Confió en él y el 10 le respondió. “Desde anteayer venía pensando en la amarilla. Estaba más pendiente de eso que del partido. Lo llevé bien y fue una gran prueba, para saber si uno también está metido para el próximo juego. Ahora se viene un lindo partido y esperamos poder dar lo mejor de nosotros. Ojalá, si Dios quiere, se pueda dar un gol en el clásico”, le confió a la TV tras el triunfo millonario. Su fútbol sigue creciendo. Y ya es momento de explotarlo en un duelo trascendental.
Cardona: un partido para reconciliarse con los hinchas de Boca y... Riquelme
Los que alguna vez han sido protagonistas en, al menos, un superclásico, sentencian que se trata de un partido bisagra. Colectivamente, pero también desde lo personal. Eso necesita forjar Edwin Cardona, acaso un futbolista que reúne varias cuentas pendientes: tiene poco margen para reconciliarse con el Consejo de Fútbol y los hinchas de Boca. Por eso River es, quizás, su gran (y última) oportunidad de ganarle la pulseada a una estadía irregular en el campo y una fuerte polémica que le dejó parcialmente los números en negativo.
El clásico que se juega el colombiano es mucho más que eso. Puede ser un “nuevo” comienzo en el club o la definitiva puerta de salida de Brandsen 805. No hay grises. Y es que, si bien el equipo de trabajo de Juan Román Riquelme habla de que se esperará hasta diciembre para definir si compran su pase, se olfatea que esa opción está descartada.
¿Cuál sería el detonante? Su actitud tras la Copa América: desechó el avión ofrecido por el club, rompió la burbuja y se perdió el cruce (y la eliminación) con Atlético Mineiro, en un escandaloso desquite por los octavos de final de la Copa Libertadores 2021.
El vicepresidente jugó a dos puntas cuando se refirió a aquella situación. “Yo, como futbolista, desde Brasil hubiese vuelto para jugar los partidos contra Mineiro. Después, hubiese pedido unos días para ir a Colombia. Por otro lado, lo entiendo un poquito: fue el único que no tuvo vacaciones”, manifestó Riquelme.
Es cierto que para un clásico es prematuro dar seguridades con respecto a las titularidades cuatro días antes, pero Sebastián Battaglia tiene apellidos consolidados en este pequeño ciclo que –por ahora– transita invicto. El N°8 disputó los últimos tres encuentros desde el inicio, con un discreto nivel ante Atlético Tucumán y uno apático frente a Patronato (por Copa Argentina) y Colón.
De ahí parte la pequeña duda sobre si el enganche será Cardona o el joven Aaron Molinas, que fue la contracara las veces que entró desde el banco de los suplentes. Aunque esa ecuación (arrancar con experiencia y terminar con el ritmo de la juventud) lo posiciona mejor al colombiano.
Si se confirma, será su gran chance de sacar a relucir toda la jerarquía en una tarde trascendente y rectificar aquellas decisiones personales que peligran la inversión de los U$S 5.000.000 con los que Xolos, de Tijuana, tasó su pase. De hecho, esa también es una deuda que lo compromete.
Porque su debut en un superclásico fue el 5 de noviembre de 2017, en su primer ciclo en la institución. Aquella tarde en Núñez clavó en el ángulo un tiro libre exquisito en el triunfo 2-1. Parecía prometedor, pero fue una anécdota. Cardona confirmó con cuentagotas toda la expectativa que Boca depositó en él.
Porque en la Supercopa 2018 cometió un penal y perdió la pelota en los goles millonarios del 2-0, mientras que, en mayo de este año, en la definición por penales de uno de los cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional, puso en riesgo la clasificación –finalmente lograda– al subestimar al inexperto arquero Leonardo Díaz y picar su ejecución, quedando en ridículo ante la fácil atajada del debutante.
Cardona lo sabe: tiene por delante la gran oportunidad, acaso la última en la paciencia xeneize, en un superclásico que puede marcar su rumbo.
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