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Juan Román Riquelme: un viaje al silencioso día a día del ídolo devenido en dirigente de Boca
El calendario no miente y contabiliza un número que sorprende: 450. Esos son los días que enhebra Juan Román Riquelme, vicepresidente segundo de Boca y líder del Consejo de Fútbol, sin hacer declaraciones. La última vez que habló ante una cámara fue el 4 de diciembre de 2019 durante aquella presencia en el programa de chimentos Intrusos. Allí, dio más detalles de su por entonces flamante incorporación a la fórmula compuesta por Jorge Ameal y Mario Pergolini. Cuatro días después, ganarían las elecciones en Brandsen 805. De ahí en adelante, trabajo silencioso.
No se manifestó públicamente en las buenas, como los títulos de la Superliga y la Copa Diego Maradona, ni en las malas, como después de la pálida imagen de Boca durante la eliminación de la Copa Libertadores ante Santos (0-3) en Brasil. Tampoco en momentos de sacudones internos, como los que sucedieron hace algunas semanas con jugadores pidiendo en la intimidad verlo cara a cara para trasladarle una fuerte incomodidad. Sucedió lo mismo cuando vivió cortocircuitos en varias negociaciones por las renovaciones de los contratos del actual plantel (la más mediática fue la de Pol Fernández, que terminó emigrando) y generó una grieta interna. Todo es silencio.
Pero más allá de su decisión de no exponerse a los flashes y micrófonos, ¿cómo está siendo el día a día del gran ídolo y cómo maneja sus relaciones puertas adentro?
Por lo pronto, según le confiaron a LA NACION desde el club, al plantel le generó malestar cómo eligió manejarse el Consejo en los casos conflictivos de Guillermo "Pol" Fernández y Julio Buffarini, quienes no renovaron sus contratos (el primero volvió a Cruz Azul y el segundo emigrará después de junio) y perdieron sus lugares en el primer equipo. Algunos futbolistas habían solicitado reunirse con Riquelme y sus laderos (Jorge Bermúdez, Raúl Cascini y Marcelo Delgado) para pedirles que esas situaciones se solucionen de otra manera, para el bienestar del equipo.
De hecho, aquella reunión privada entre los futbolistas explotó a partir de la aparición de un rumor alrededor del plantel. El mismo afirmaba que el lateral cordobés iba a correr con la misma suerte que Pol por no firmar la prolongación del contrato, tantas veces ofrecido por el Consejo. Que sería apartado de los trabajos grupales habituales o bien integrado a las tareas de la Reserva dirigida por Sebastián Battaglia.
Así es como habría nacido la rebelión y aquella frase filtrada de esos días: "Tocan a uno y nos tocan a todos". Lo dicho: aunque aceptada por todo ese vestuario, la intención de enfrentar a los ídolos no es general.
Sin embargo, no se llegó nunca a eso. Y no justamente porque Román no se haya presentado en el predio de Ezeiza: según cuentan los que coinciden diariamente con él y los directivos que trabajan en la Bombonera, sólo se toma descanso los lunes o martes. El resto de los días asiste a las oficinas que hay en el centro de entrenamiento, donde el plantel de Miguel Ángel Russo se entrena en cada jornada. Es decir, el encuentro sería factible, pero nadie le solicitó nada. En el club, más allá de la idolatría que tiene por todo lo que fue como futbolista, le valoran mucho ese compromiso y el amor por Boca: "El directivo no está obligado a ir porque su trabajo es ad honorem. Pero va casi siempre", dicen conformes.
Esas mismas personas siguen sorprendidas por la dimensión que tomó la viralización de una imagen suya reciente en el predio de Ezeiza. "Que no se muestre no significa que no vaya. ¿Es noticia que Riquelme esté en el lugar donde están sus oficinas?", pregunta con ironía alguien cercano a él. Que, además, confía: "Ese día Román hizo eso para que en los programas deportivos del mediodía se hable de esa foto y de Boca, y no tanto de Gallardo y de River, que esa misma mañana había dado una conferencia de prensa. Es increíble que todavía haya gente que no lo conozca."
Si te llama Román…
Lógicamente, el presidente Jorge Amor Ameal tiene su actividad en Brandsen 805, por lo que no coinciden de manera continua. No obstante, desde el Consejo le confían a LA NACION que la comunicación entre ellos es diaria. "La mejor, once puntos", califican. ¿De qué hablan cuando se llaman? Sin mayores detalles, lo que se pudo rescatar es que se intercambian preguntas sobre cómo transita todo lo que sucede en la institución. Desde lo futbolístico, pasando por las ideas que hay en cada cabeza para mejorar al club, hasta lo político. Siempre se dijo que Riquelme aprovechará estos años para introducirse de lleno en ese último mundo y así aspirar, en algún momento, a ser presidente. Mucho se habla de que se postulará en diciembre de 2023, pero la respuesta es breve y sensata: "Falta mucho para pensar en eso".
¿Y con Pergolini? El diálogo entre los vicepresidentes se da con menos frecuencia con respecto a la que se produce con el mandamás, pero el tiempo sin contactarse tampoco es prolongado. "Charlan seguido, pero en este caso hacen mucho foco en lo futbolístico", advierten cercanos a ambos. El hombre experto en medios le saca jugo al acompañamiento del ídolo para aprender aún más de todo lo planeado con el plantel profesional y las inferiores.
Alguien al que se puso en el centro de la escena al momento de la crisis entre el plantel y los encargados del fútbol fue a Miguel Russo. Y es que, por un lado, algunos futbolistas esperan algo más del entrenador para salir del pozo futbolístico y reencontrarse con una identidad clara.
Por otro, el Consejo de Fútbol terminó fastidiado por la forma en la que el equipo quedó eliminado de la Copa Libertadores, sin reacciones dentro y fuera de la cancha. Por algún comentario privado de inconformismo hacia el entrenador en aquel día puntual, apareció el rumor de que su puesto estaba en riesgo y hasta que Riquelme y su gente tenían pensado el reemplazante.
No obstante, Román levantó el teléfono en esos días revolucionados de enfrentamientos y se comunicó con el entrenador que él eligió hace ya más de un año. El llamado tuvo dos objetivos: ratificarle en privado su lugar en la dirección técnica y despejar esas dudas que se planteaban puertas afuera, pero también para sacarlo de esa posición incómoda de estar entre la espada y la pared por esa crisis interna que se generó entre futbolistas y directivos.
"Si a Miguel quisiéramos sacarlo, probablemente no hubiésemos acelerado para incorporar a Felipe Román, que fue un pedido expreso de él. Desgraciadamente, después surgió su problema cardíaco y no se pudo dar. Pero la intención era que Russo tuviera al jugador solicitado lo antes posible. La relación con él es muy buena", le aseguran a este diario desde las cercanías de Riquelme.
Gente que forma parte de la intimidad del cuerpo técnico coincide en describir el vínculo entre entrenador y máxima autoridad del Consejo de Fútbol: "Tiene una relación normal. A veces hablan por teléfono y otras veces, personalmente. Pero la comunicación entre ambos es diaria y fluida".
Por otra parte, queda en evidencia cómo el Consejo de Fútbol y Miguel Russo, junto a su cuerpo técnico, se complementan para tomar decisiones. En la última semana, el run run informaba que Buffarini, Leonardo Jara y Emmanuel Mas (otros dos a los que se les vence el contrato el 30 de junio), habían sido notificados de que no vestirían más la camiseta azul y oro. Allegados a Riquelme y su equipo le desmienten eso ante este diario, aunque adelantan lo que se vendrá: "No se les notificó nada a nadie. Sí en los últimos días tomamos la decisión de que no les vamos a renovar el contrato".
De acuerdo a esa información, ese trío de laterales no está jugando "por decisión del técnico", disconforme con sus rendimientos..
El sistema de trabajo
Entre sus métodos están la seducción a jugadores del fútbol europeo y el perfil bajo. De acuerdo a lo que le contaron a LA NACION, con ellos suele tener un contacto permanente desde hace muchos años. En lo reciente se mencionó, pensando a futuro, la posibilidad de sumar a Edinson Cavani y repatriar a Gary Medel, mientras que hace no mucho tiempo se negoció con el chileno Mauricio Isla (sin éxito porque terminó firmando contrato con Flamengo). No obstante, la buena: incorporó en este mercado a un peso pesado como Marcos Rojo, en una negociación en la que terminó consiguiendo que saliera anticipadamente en condición de libre de Manchester United.
De todas maneras, desde su entorno detallan: "Él sabe quién puede venir y quién le va a decir que no por la situación económica del país". Pero aunque haya una negativa, él mantiene activo el diálogo. Ya sea por una cuestión de un acercamiento que excede la negociación (como bien puede ser el caso con Lionel Messi) o bien para seguir tanteándolo a futuro.
Asimismo, si una de esas jugadas le sale bien, desde su equipo de trabajo respetan su pedido de no acaparar los flashes. No quiere ser el protagonista de alguna buena noticia. Por ejemplo, eso pasó con la renovación de Tevez. Fue él quien se encargó de destrabar una negociación conflictiva con un llamado al delantero, con la que se puso el tema sobre sus hombros. Desde el lado de Carlitos habían detallado aquel día que ese contacto telefónico había sido real, pero desde las cercanías de Román, no: "Fue el Consejo", fue la respuesta cuando se sabía (y se sabe) que el Apache tiene grandes asperezas con los otros tres integrantes, especialmente con Bermúdez.
A pesar de ser la figura más trascendente de toda la dirigencia del club de la Ribera, Riquelme elige no estar en los primeros planos. El tiempo va pasando y su palabra se espera con mayor ansiedad, en caso de que en algún momento decida hablar. En el recorrido, sigue aprendiendo las cuestiones vinculadas a su nuevo rol de dirigente, en donde se ve obligado a negociar (contratos, refuerzos, ventas) y tomar decisiones.
Trabaja en el fútbol, el lugar del club donde más cree aportar, en silencio. Transita su segundo año de gestión con algunos aciertos y algunos cortocircuitos internos también. Riquelme es el ídolo eterno pero también el responsable de un área que todos los días entrega material para el debate. Pero, puertas para afuera, no busca convencer con la palabra. Sabe que la vara del elogio estará puesta en función de si la pelota pega en el palo o entra.
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