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Relación de dependencia
Los barras de Hinchadas Unidas buscarán hoy oficializar su situación: pedirán ser reconocidos como acomodadores.
Por Nicolás Balinotti
LA NACION
El origen de la llamada telefónica puede ser una pista para conocer cómo se financian los barrabravas. Desde el domicilio fiscal de una empresa a la que la Justicia investiga por presuntas vinculaciones con un organismo estatal, la voz de la secretaria de Marcelo Mallo invita para hoy a una conferencia de prensa de la agrupación Hinchadas Unidas Argentinas. Después de la travesía por Sudáfrica, que incluyó peleas y deportaciones, la tropa de barras que anida bajo las siglas HUA expresará un viejo pedido: que la AFA y los clubes argentinos los reconozcan como "acomodadores en los estadios". Sería blanquear el vínculo entre los dirigentes y los muchachos que colonizan las tribunas cada fin de semana.
"Queremos pedir que incluyan de una buena vez a los muchachos como acomodadores de los estadios. Queremos insistir con el registro de hinchas y contarle a la gente que nuestro proyecto sigue adelante después del Mundial", dice Mallo, un influyente miembro de Compromiso K y hombre cercano a Rudy Ulloa, un incondicional de los Kirchner.
A pesar de las diferencias y las grietas que se abrieron durante la convivencia en Pretoria, los integrantes de HUA apelarán al simbolismo de la unidad por dos grandes razones. La primera, porque suponen que, ordenados y agrupados, lograrán ser reconocidos e inscriptos como acomodadores en los estadios de los clubes o de la AFA. Y la segunda justificación puede estar relacionada con los tiempos electorales que se avecinan. En 2011, los barras pueden ser funcionales como "herramientas políticas o conductores sociales y porque no como fiscales en las elecciones", como infirió Mallo durante una charla con LA NACION en noviembre pasado.
El golpe escénico de exhibirse juntos será esta tarde, a las 19, en el Petit Hotel del barrio de Congreso. Desde allí, el 5 de marzo pasado, los barras comunicaron públicamente los detalles de lo que iba a ser unos meses después su desembarco en Sudáfrica. Por entonces, reinaban la armonía y la unidad, con 43 hinchadas sumadas al proyecto.
Ahora, con el Mundial como un espejismo de nostalgia, las diferencias entre algunos grupos están manifiestas y generan más de alguna tensión. A los muchachos de los clubes del ascenso les disgustó tener que regresar anticipadamente de Sudáfrica por falta de fondos, mientras que los 40 y pico vinculados con Independiente paseaban por un safari con Facundo Moyano, uno de los hijos del líder gremial, y hacían compras en un mall de Sandton. Los que interpretaron con rapidez que estas diferencias podían enturbiar el ambiente de la escuela donde se hospedaban más de 250 barras fueron los miembros identificados con Tigre, quienes se mudaron a Johannesburgo e hicieron rancho aparte, pese a que el Negro Fiorucci, el líder, es integrante de la mesa chica de la HUA.
Los barras necesitan expresarse y mostrarse juntos. Será un simbolismo de la unidad del que no deberían pasar inadvertidos dirigentes de fútbol y políticos.
- El antecedente cercano, con una idea similar
Hace tres años, la barra brava de Independiente fue la primera en pedir la categoría de acomodadores en los estadios. El proyecto se activó a partir de la ONG Nuevo Horizonte, que proponía transparentar la relación barras-clubes.
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