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Real Madrid campeón: Carlo Ancelotti, de la granja de Reggiolo a director técnico con un récord paneuropeo
El italiano es el primer entrenador que se consagra en las cinco grandes ligas de Europa: Italia (Milan), Inglaterra (Chelsea) Francia (PSG), Alemania (Bayern Munich) y España
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Un hombre criado en una granja de Reggiolo, en el norte de Italia, entre vacas y aves de corral, se convirtió en un campeón paneuropeo del fútbol. No de ligas periféricas, sino de las principales. Carlo Ancelotti, con la Liga de España que acaba de obtener al mando de Real Madrid, puede presumir de ser el único director técnico en ser campeón en las cinco grandes ligas de Europa. Antes lo fue en Italia (Milan), Inglaterra (Chelsea), Francia (Paris Saint Germain) y Alemania (Bayern Munich).
A los 62 años, Carletto no va a ufanarse de sus conquistas ni modificar su talante discreto y sobrio. Iría contra su naturaleza y educación. Ya sabía lo que significaba la gloria cuando empezó a desembarcar la nueva camada de entrenadores que se erigirían en referencias: Pep Guardiola, Jürgen Klopp, Luis Enrique, Julian Nagelsmann. Forjó una trayectoria con su modo componedor para relacionarse y su pragmatismo táctico para alcanzar los objetivos. No adhiere al viejo catenaccio, pero tampoco es un fiel discípulo de la presión adelantada que como jugador de Milan absorbió de Arrigo Sacchi. Ancelotti tiene su propio libreto, intermedio, alejado de los extremos, como lo marca su personalidad.
De gesto caricaturesco cuando al expresarse su ceja izquierda se eleva más que la derecha, Ancelotti se ganó el afecto y reconocimiento de sus colegas. Todos se acercan a saludarlo con un trato afable antes de los partidos. Mauricio Pochettino le dedicó unas palabras esta semana: “Tengo un gran respeto por Ancelotti. Es un gran entrenador y una persona increíble. Celebro que una persona así esté en el fútbol. Debería haber muchas más como él”. Es un hombre sensible. Los ojos se le llenaron de lágrimas durante el homenaje a Diego Maradona en el partido Everton-Leeds, en la semana que falleció el astro argentino.
Se las tuvo que ver con dueños y presidentes poderosos, siempre tentados de invadir la parcela del entrenador, como Silvio Berlusconi, Roman Abramovich, Nasser Al-Khelaifi, Karl Heinz Rummenigge y Florentino Pérez. Y también con estrellas con las que nunca puede faltar el tacto ni es conveniente establecer competencias de egos. Desde Maldini y Kaká, pasando por Drogba, Lampard, Ibrahimovic, Lewandowski, Müller y Neuer, hasta llegar a Benzema, Modric y Kroos.
Con un Barcelona que pasó de la crisis a un rumbo incierto, un Atlético de Madrid sin empuje para retener el título y un Sevilla más insinuante que decidido, Real Madrid se hizo inalcanzable. Un campeón al que se lo veía venir desde hace tiempo y se consagra con cuatro fechas de anticipación. La única mácula fue la inesperada goleada 4-0 sufrida ante Barcelona en el Santiago Bernabéu. “Fallé, pero es bastante raro que lo haga dos veces”, fue la autocrítica de Ancelotti sobre el desacierto de ubicar como falso nueve a Modric para cubrir la ausencia de Benzema.
Real Madrid fue determinante con un Karim Benzema deslumbrante, que golea y hace jugar. Más el magisterio de una línea media que ya tiene reservado un lugar de honor en la historia del club: Luka Modric, Casemiro y Toni Kroos.
Ancelotti no se arroga méritos sobre el motor del equipo: “Modric, Casemiro y Kroos me sorprenden. Hacen con naturalidad cosas que yo no les pido. A veces baja Modric para salir de la presión. A veces lo hace Kroos y Casemiro sube. Son cosas en las que, de verdad, no me voy a meter. Llevan mucho tiempo jugando juntos y tienen una calidad difícil de explicar”.
Con el entrenador italiano también se vio la mejor versión de Vinicius, que en su cuarta temporada en el club compaginó muy bien sus condiciones para gambetear y desbordar con el acierto en la definición, el déficit que arrastraba. Un socio ideal para Benzema, que un par de temporadas atrás se malhumoraba con los movimientos anárquicos del brasileño.
Ancelotti llegó a mediados de julio de 2021 para cumplir su segundo ciclo en Real Madrid, en reemplazo de Zinedine Zidane, que había sido su ayudante de campo en la conquista de la Champions League 2014, con Ángel Di María como MVP de la final que se definió en el suplementario con un 4-1 sobre Atlético de Madrid. Tras aquel encuentro en Lisboa, a Ancelotti no le gustó que Fideo pidiera ser transferido. Su disconformidad no era con el DT italiano, sino con la subestimación que siempre sintió de Florentino Pérez, que inclusive le hizo la vida imposible cuando se lesionó con el seleccionado argentino en el Mundial de Brasil.
Ancelotti asumió en un plantel que despidió a un referente como Sergio Ramos y contrató al austríaco David Alaba para la zaga central. Entrenador con buen ojo para encontrar una formación estable, los titulares de Real Madrid fueron predecibles durante todo el torneo. El único puesto sin dueño fue el de extremo/volante ofensivo por la derecha, por donde pasaron Asensio, Rodrygo, Isco, Valverde y Lucas Vázquez. Aunque lo intentó, no pudo rescatar a Eden Hazard -la contratación más cara de la historia del club- del bucle lesión-discontinuidad-lesión.
Tras empezar la carrera de entrenador en Reggiana, pasar por Parma y Juventus, Carletto levantó su primer título de liga en Milan (2003/04), campeón con 13 puntos de diferencia sobre Roma y Andriy Shevchenko como capocannoniere (24). Un equipo que además tenía a Dida, Cafú, Maldini, Gattuso, Pirlo, Kaká y Seedorf.
El segundo anillo fue la Premier League, con Chelsea (2009/10), que terminó un punto por encima del Manchester United de Alex Ferguson, en buena medida gracias a los goles de Didier Drogba (29) y Frank Lampard (22), y las atajadas de Petr Cech. En su primera experiencia fuera de Italia se topó y sufrió con un Abramovich mandón. “Las conversaciones con él (el magnate ruso) se volvieron imprevisibles y yo no siempre estaba preparado para afrontarlas”, escribió Ancelotti en su libro “Liderazgo tranquilo”. Ancelotti se sintió incómodo e interpelado por su modo de gestionar el vestuario: “Me contratan para que sea amable y tranquilo con los jugadores, pero cuando hay algún descontento es muy propio decir que el problema está ahí. Si salgo ganador, es porque soy un tipo tranquilo. Y si salgo perdedor, también es porque soy un tipo tranquilo. ¿Cómo se explica?”. Sus jugadores quedaron agradecidos: cuando Abramovich lo despidió, John Terry, Lampard y Drogba lo invitaron a compartir unas copas de vino en un pub de Londres.
El siguiente destino fue Paris Saint Germain, donde en 2012/13 les dio a los nuevos dueños qataríes la primera de las ocho Ligue 1 que ganarían durante una década. PSG se consagró con 12 puntos de diferencia sobre Olympique Marsella y con Zlatan Ibrahimovic de artillero (30 goles). En esa alineación estaban Javier Pastore (ocho asistencias) y Ezequiel Lavezzi (7). David Beckham disputó un puñado de partidos antes de su retiro.
Pastore guarda un recuerdo especial de Ancelotti: “Con Carlo tuve una muy buena relación. Me hizo jugar sobre la banda y sacó lo mejor de mí. Es un técnico muy bueno, fantástico, sabe manejar bien el grupo. Me dio muchos consejos y me ayudó a crecer. Le gusta esperar al equipo rival, defender bien y contraatacar. Así le fue bien en casi todos los clubes”.
Ya tenía tres títulos de liga en diferentes países. El cuarto lo sumó en la Bundesliga, con Bayern Munich, donde tomó la posta de Pep Guardiola. Era una máquina que ya estaba bien engrasada, con Lahm, Thiago Alcántara, Müller, Lewandowski (30 goles) y Robben (13). La hegemonía bávara se extendió con un primer puesto y una distancia de 13 puntos sobre Leipzig, pero salió malparado en la nostálgica comparación que los hinchas hacían con el legado de Guardiola.
Luego de un paso por Napoli, donde tuvo desencuentros con la dirigencia y el plantel como no le había ocurrido en otros lados, volvió a la Premier League para una meritoria campaña en Everton. Hasta que Real Madrid tocó otra vez a su puerta. Acaba de devolver la confianza depositada con el título de liga, el quinto personal, cada uno en un país que es potencia futbolística en Europa. Nadie lo había conseguido. Ancelotti lo hizo con su forma de entender el liderazgo: “Mi idea es que un líder no debería tener ninguna necesidad de discursear, despotricar ni mandar con mano de hierro. Mi método tranquilo está conmigo desde mi infancia, gracias a mi padre. Por eso me levanto todas las mañanas para ir a trabajar con una sonrisa en la cara”.
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