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Con un Angel Di María determinante, Real Madrid goleó 3-0 al Atlético del Cholo y está cerca de la final
En el Bernabéu, el equipo merengue tuvo fortuna pero fue muy superior gracias a un gol y dos asistencias del rosarino; el miércoles próximo, la vuelta de las semifinales
MADRID.– La ovación de pie sonaba anoche como un indulto en el Santiago Bernabéu. Ángel Di María , rengueando, con esfuerzo para respirar, salía del campo con el clásico sentenciado. Miró al cielo y se llevó la mano al pecho: la historia se daba vuelta apenas un mes después del abucheo atronador que casi le cuesta irse de Real Madrid . Aquella mala tarde en la que al ser reemplazado se llevó la mano a otro lado.
El volante argentino jugó el mejor partido que se le recuerda en España, nada menos que el día en el que el equipo blanco retomó el curso de la historia y apabulló al Atlético de Madrid de Diego Simeone en la ida de las semifinales de la Copa del Rey .
Fue un 3-0 generoso. Di María hizo el último y dio un pase entrelíneas de esos que repiten hasta aburrir en los resúmenes deportivos de televisión para que Jesé Rodríguez marcara el segundo. Desde el minuto 1 convirtió la banda izquierda en su potrero personal, espacio para el lujo en la mitad de adelante y para la garra animal atrás. Quizá de tanto sufrir en los últimos derby, Real Madrid acabó por robarle las armas a Atlético. La intensidad en el medio de la línea medular que encontró Carlo Ancelotti –Modric, Xabi Alonso, Di María– desgajó a los cinco que colocó Simeone. Pepe y Ramos –maquinalmente coordinados– anularon y enloquecieron a Diego Costa, reducido a un solitario peleador callejero.
Estoy muy contento por la ovación de la gente, porque sigo demostrando que doy todo por esta camiseta
El desparpajo de Jesé hizo el resto. Durante unas cuantas noches saldrá en las pesadillas del argentino Emiliano Insúa. Desborda, tira caños, la pisa, sabe buscar las diagonales. El delantero canario ya es un ídolo precoz en el Bernabéu, capaz de cubrir a Cristiano Ronaldo en un día rutinario. Le va a costar a Ancelotti devolver a este chico al banco si alguna vez se recupera Gareth Bale, el galés de los 100 millones de euros.
Simeone sufrió pegado a la línea de cal. Miraba a su equipo –puntero solo en la Liga– y no lo reconocía.
Había pisado el césped con la ilusión de agigantar su leyenda, después de ganar los últimos dos derbys, incluida la final de la última Copa del Rey, y cortar una racha de 14 años de derrotas. Probó con un mediocampo de cinco, con la novedad en teoría creativa del brasileño Diego Ribas, al que repatrió la semana pasada.
El clima era el de las grandes finales. Ese estadio suele ser despiadado con los visitantes: los ignora. Sólo el Barça y los grandes de Europa calientan las tribunas pobladas de sibaritas del fútbol. Atlético sufrió durante una década o más esa sutil forma de desprecio de su máximo enemigo. Pero ayer el clásico de la capital se vivió al fin como eso, un clásico. Hay que darle ese mérito a Simeone, insultado a coro por 75.000 personas. "Ole, ole, ole, boludo Simeone", era el canto de guerra. Él saludaba como si intuyera un elogio.
Sin embargo, desbordado en la táctica y en el juego, al DT argentino no lo acompañó ni la suerte. El primer gol llegó con un zapatazo de Pepe que se orientó hacia el arco tras rebotar en Insúa. El tercero, el de Di María, entró después de desviarse en Miranda. Pudo incluso amargar a Real Madrid con un cabezazo de Godín con destino de valiosísimo gol de visitante, pensando en la vuelta. Iker Casillas –que nunca en su vida perdió contra Atlético– la veía encaminarse a la red. Pero no. El croata Modric la despejó con una acrobacia sobre la línea.
La posibilidad del milagro se esfumó con el 3-0. Di María, incluso sin querer, completó la noche perfecta. En un embrollo con él, el irascible Costa terminó amonestado, lo que le impedirá jugar en la revancha de la semana que viene. ¿Eliminatoria liquidada? "Lo vamos a intentar", dijo un Simeone de pocas palabras. Hacía justo un año que no le hacían tres goles a su equipo.
Por otra puerta salía el héroe silencioso de la fría noche de Chamartín. "Me emocionó la ovación. Voy a dejar todo por esta camiseta", decía Di María. Ya piensa en la casi segura final con el Barça. Y, un poco más allá, en el Mundial de Brasil.
El gol de Pepe
El gol de Jesé
El gol de Di María
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