Ranieri pasó de pedirle consejos a Guardiola a darle una lección táctica

Transcurría 2015 y Claudio Ranieri era un desocupado. A fines del año anterior había dejado la selección griega, un trabajo que no agrandó su currículum ni agigantó su leyenda. En uno de los tantos fines de semana libres, el italiano se hizo una escapada a Munich, donde Pep Guardiola edificaba a su Bayern. Quería conocer de primera mano el trabajo del catalán, con quien nunca se había enfrentado en una cancha. Hasta ayer.

“Me impresionó con sus jugadores, con su método. Con él, nunca se sabe si empezará con tres defensores o con cuatro. Cambia el sistema todo el tiempo durante el partido”, recordó Ranieri de aquella visita a su colega español, que supo vestir la camiseta de un equipo español: Brescia. Fiel a su filosofía, Ranieri bromeó: “Ahora lo hace Guardiola y lo elogian. Yo lo hacía hace 20 años en Cagliari. Decían que me equivocaba. ¡Y ahora resulta que es algo inteligente!”.

A juzgar por lo que se vio en el King Power Stadium, de Leicester, Ranieri aprendió a la perfección cómo hacer para contrarrestar el juego fluido y el constante movimiento de pelota que le imprime Guardiola a sus equipos. Leicester no sólo se fue a los vestuarios 3-0 arriba, sino que le marcó los tres tantos en 20 minutos. Luego de un comienzo de temporada a los tumbos, y pese a estar apenas a dos puntos del descenso, el vigente campeón inglés decidió regresar un partido de los grandes. “Este es el Leicester que los fanáticos quieren ver”, dijo Ranieri con el 4-2 ya consumado.

Con apenas un año y medio en el cargo, y luego de haberlo llevado a la cúspide del fútbol inglés, el entrenador italiano de pelo canoso y sonrisa fácil es el tótem de Leicester, equipo que mantiene en su plantel al argentino Leonardo Ulloa, y que se armó para intentar clasificarse a la segunda etapa de la Champions. El periplo por Europa le pasa factura a un conjunto sin grandes estrellas –el argelino Riyad Mahrez y el inglés Jamie Vardy, autor de tres goles ante Manchester City, son sus mejores jugadores– que perdió a su figura en el último mercado de pases: el francés N’Golo Kanté, vendido a Chelsea.

Pese a las peripecias en el mercado, los nuevos nombres y los futbolistas que emigran, Ranieri no se aparta de su libreto: desdeña la posesión de la pelota (Manchester City la tuvo durante un 78% del partido, pero no supo qué hacer con ella) en función de salir de contraataque a velocidad supersónica. “No podemos ganar todos los partidos, pero sí podemos luchar”, apuntó Ranieri luego de ganarle a Guardiola y mantenerse invicto ante los celestes de Manchester (8 victorias y apenas un empate). “Quiero el carácter de los ingleses con las tácticas italianas. Fue una gran mezcla la temporada pasada y, aunque esta campaña no sea tan buena, podemos intentarlo y defender el título”, añadió el italiano, al que no le importó empaparse para festejar una de las tres conquistas de su delantero Vardy. Cuando terminó el encuentro, y el goleador llevaba la pelota (el trofeo por los tres goles) al vestuario, el DT lo miró y le dijo una sola frase: “Bienvenido de nuevo”. El delantero de la selección inglesa llevaba 14 partidos sin festejos y el equipo empezaba a sentir su sequía.

Por si algún desprevenido pedía su cabeza, el programa oficial del partido de ayer en la casa del campeón reafirmaba la confianza de los dueños del club en el entrenador italiano. Habrá Ranieri para rato en Leicester, más allá de que este año el campeón coquetee más con el descenso a la segunda categoría –el Championship– que con los puestos de clasificación a las copas europeas.

Enfrente, Guardiola estaba desencajado en la sala de prensa. Había encadenado la segunda derrota consecutiva (la fecha pasada cayó 3-1 frente a Chelsea) y, sobre todo, había recibido una paliza táctica de un equipo que fue mucho más simple; mucho más contundente que el suyo. “Nunca voy a criticar a mis jugadores”, se defendió Guardiola cuando le recordaron los errores defensivos de sus dirigidos. “Nuestro juego no está mal, pero tenemos problemas en las áreas. Muchos”, continuó el entrenador catalán, que no contó con Sergio Agüero (suspendido luego de su expulsión, la semana pasada, frente a Chelsea) y se fue con varios interrogantes. “No sé cuánto tiempo van a tardar los jugadores en entender mi estilo. Al comienzo de la temporada, lo hicieron rápido. Ahora está demorando más; quizás necesitemos más tiempo”.

acg/gs

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