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Carlos Alcaraz, el mimado de Racing que debió domar el carácter
El juvenil, de 19 años y fuerte temperamento, cada vez tiene más protagonismo en la Academia; el DT Gago le cuida los pasos
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Carlos Alcaraz entendió a los 17 años la repetida frase de que el fútbol siempre da revancha. En noviembre de 2019 soltaba un llanto desgarrador en un vestuario del Predio Tita, al grito de “me quiero ir”. Racing era campeón de sexta división, un título en inferiores después de 14 años para la Academia. Y Alcaraz veía la final desde afuera. Estaba desgarrado. Él quería jugar igual. No lo dejaron. Hasta el propio Diego Milito, en ese entonces director deportivo, se encargó de explicarle los motivos de esa decisión, lo que vendría a futuro. Pero el juvenil no entraba en razones. Estallaba de la bronca. En enero de 2020 le llegó el debut en Primera.
El arribo de Sebastián Beccacece al club le cambió la vida. El primer partido de Beccacece como técnico de la Academia fue también el primero de Alcaraz. “Cuando llegamos, Diego [Milito] nos contó que había un chico en la sexta que andaba muy bien, pero que había tenido algunos temas de comportamiento. Lo citamos y se le veía en los ojos las ganas de estar ahí, de trascender. Le propusimos un pacto: para trabajar con Primera hay que tener un comportamiento acorde. Lo aceptó muy bien”, dice Beccacece. Y lo describe: “Es muy técnico, muy llegador al gol, con buen cabezazo, pegada y cambio de ritmo. Pero lo que más interesante lo vuelve es su mentalidad ganadora”.
Ese 2020 fue su año de despegue, con apariciones que generaron ilusión. El 15 de marzo, justo el último partido antes del receso por la pandemia, Alcaraz marcó el cuarto gol de una gran remontada ante Aldosivi por 4 a 3. Fue un cabezazo agónico a los 97 minutos que generó el alocado festejo a las corridas de Beccacece, que luego se volvió meme. No era para menos: el juvenil no estaba entre los convocados, viajó unos días antes a Mar del Plata para jugar con la reserva. Anotó un golazo.
El entrenador, atento, pidió que no volviera con la reserva y lo sumó al banco después de su gran actuación. Aquella noche quedó la sensación de que el chico de La Plata era uno de esos jugadores tocados con la varita mágica. Lo demostró tiempo después, cuando se reanudó la Copa Libertadores: ante Flamengo, en el Maracaná, pateó con una sonrisa su penal en la serie decisiva. Tenía 18 años recién cumplidos. Contra Boca, en la eliminación en la Bombonera, fue el jugador que tuvo más rebeldía en un partido gris para la Academia que derivó en la eliminación.
Ahí pareció sembrar el cariño de los hinchas que ahora cosecha. En 2021, ya sin Lisandro López como capitán ni Diego Milito como director deportivo, se transformó en una de las caras visibles del club, al punto que fue uno de los elegidos para presentar un nuevo modelo de camiseta. Pero Juan Antonio Pizzi le dio pocas chances. Y con Claudio Úbeda apenas ingresaba en los instantes finales. Por su juventud le costó manejar la frustración. Hasta lo manifestó con publicaciones en redes sociales, que no cayeron bien en el cuerpo técnico de Pizzi. “Tiene mucha valentía, eso es necesario. Aunque el temperamento que te da tantas cosas también hay que ajustarlo. Es parte del proceso de un chico. Eso generalmente lo tienen los líderes naturales, Carlos lo va a poder pulir porque es un chico muy preparado y muy agradecido”, explica Beccacece.
Su juventud y esa sombra sobre su conducta también pesaron sobre Fernando Gago. El exBoca le dio confianza apenas desembarcó en Racing, pero en este inicio de 2022 lo relegó al banco durante las primeras fechas. Alcaraz recuperó su lugar con su fútbol. “Empecé a jugar a los cuatro años. Soy jugador de fútbol porque mi papá lo era, además de ser técnico, y yo siempre quise seguir sus pasos”, se presenta el nacido en La Plata, que llegó a la Academia con 15 años para un amistoso ante el seleccionado platense. Aunque arrancó el semestre detrás de Matías Rojas y Edwin Cardona, se ganó un lugar inamovible en este equipo de Gago que causa sensación.
“Es un jugador con características que generan ilusión, pero tiene que seguir aprendiendo y construyendo su carrera. Desde lo personal, lo físico y lo futbolístico. Hay un grupo que lo respalda y lo ayuda. Mantenerse es lo más difícil, debe tener disciplina y ser profesional”, dice Gago, cuidando la expectativa sobre el número 22.
La noche del martes, además del 5 a 0 ante Aldosivi, el pase a semis y de los dos goles de Alcaraz, significó para el juvenil recibir su primera ovación. “Charly, Charly”, cantó el Cilindro. El mediocampista se presentó en conferencia de prensa junto a Gago. Y allí también se vio la severidad del DT. “Todavía tiene mucho por mejorar y crecer”, se metió el técnico en una respuesta cuando le consultaron a Alcaraz por su futuro, además de aclarar que “Carlos no es titular porque acá no hay titulares”.
En los 57 partidos que ya lleva Alcaraz acumuló 19 amarillas. Un número elevado para un mediocampista creativo. Eso es parte de lo que le buscan mejorar.
“Con Carlos tuvimos que trabajar más lo personal que lo futbolístico, porque las condiciones ya las tenía. Buscamos que no se enojara tanto, que no hiciera gestos de más con los compañeros. Es muy competitivo y va al límite, pero nunca es de faltar el respeto. También le afectaba mucho cuando erraba un gol o pasaba una mala racha”, recuerda Diego Rendo, quien fue su entrenador en la sexta división.
Además del cambio de ritmo hacia adelante, de la capacidad para encontrar pases y del buen juego aéreo, lo que más sorprende de Alcaraz es su pegada: de los siete tantos que tiene en primera dos los marcó de tiro libre directo, a Lanús y Atlético de Tucumán. Pero además de dos disparos suyos ante Colón y Cuiabá que dieron en el poste llegaron otros dos goles, luego de que la pelota rebote en el arquero rival.
Alcaraz, ahora, es el mimado de los hinchas. Es el único jugador de campo del equipo base de Fernando Gago surgido del Predio Tita, algo que suele generar un cariño especial en la mitad celeste y blanca de Avellaneda. La pertenencia es otra de sus claves. Juega con la 22 que Milito volvió símbolo. Celebró algún gol llevándose el dedo índice a la sien, como Licha López. Y, agrega @ElMetodoRacing, la cuenta especializada en las estadísticas académicas, guarda un paralelismo más con otro ídolo del club: cuando marcó ante Aldosivi con 17 años, 3 meses y 14 días se transformó en el jugador más jóven en anotar un gol en el siglo XXI. El antecedente inmediato es el de Juan Carlos “Chango” Cárdenas, que en su debut ante Nacional, el 27/2/62, hizo un gol con 16 años, 7 meses y 2 días.
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