Racing - Unión, por la Copa de la Liga: la Academia y un estado de ánimo que hace historia: igualó una racha de 1967

La racha de triunfos del Racing de Fernando Gago ya llegó a nueve. Una cifra altísima, que no sólo alcanza para desatar la ilusión y la alegría en la mitad celeste y blanca de Avellaneda. También se mete en la historia: desde 1967, el mítico Equipo de José, que la Academia no encontraba semejante continuidad de triunfos. Suena exagerada la comparación de este Racing que asoma con el que logró el título de campeón del mundo.

Pero cuando el árbitro Darío Herrera pitó el final en Avellaneda y se selló el 1 a 0 ante Unión nadie pensaba en ese detalle. Los hinchas disfrutan de la conexión con un equipo que sigue como líder y que, a falta de cuatro fechas, ya parece con un pie adentro de la segunda ronda. Es que se trata de un momento único: solo aquellos hinchas que tengan más de 55 años habían visto a Racing ganar nueve partidos seguidos.

A Jorge Valdano le atribuyen la autoría de casi todas las frases que dan vuelta a la pelota. También aquella que asegura que el fútbol es un estado de ánimo. Que la sentencia sea de Valdano puede ser discutible. Que sea cierta no. Y este Racing es una nueva muestra. Colectiva e individual.

Dos meses pasaron entre el estreno con silbidos ante Gimnasia de La Plata después de un 0 a 0 y este idilio que vive el hincha de la Academia con su equipo. A cancha llena, con las luces de las linternas de los celulares haciendo las veces de bengalas, salió el puntero a la cancha. “Te llevamos en el corazón, te queremos ver campeón”, se escuchó. Y cuando iban solo un puñado de minutos ya Racing dominaba el partido ante Unión de Santa Fe, un equipo serio, que llegaba a Avellaneda con la intención de dar el golpe y acercarse a la punta.

Gago tocó las teclas exactas para levantar a un plantel alicaído. Ante Unión la Academia salió a jugar con Fabricio Domínguez, Enzo Copetti y Tomás Chancalay como tridente de ataque. Tres jugadores que en la última pretemporada parecían estar más fuera que dentro del club. Que necesitaban cambiar de aire. Se quedaron porque el técnico los convenció. Y ahora disfrutan de este presente del que son artífices.

Habían fabricado un gol que era para el cuadrito. Pero el VAR lo arruinó por un offside milimétrico. La jugada la arrancaron Emiliano Insúa, Gastón Gómez y Leonardo Sigali en el área propia, la siguieron Facundo Mura, Fabricio y Leonel Miranda en mitad de cancha y la resolvieron Chancalay y Copetti. El asistente Facundo Rodríguez, por orden de Yael Falcón Pérez en el VAR, anularon lo que hubiera sido un golazo que servía para sintetizar cómo juega Racing.

Diez minutos después llegó el desahogo. El uruguayo Domínguez venía con una noche errática desde las decisiones. La primera vez que pudo desbordar a Claudio Corvalán consiguió el primer córner de la noche. A la salida de ese tiro de esquina, la pelota le volvió a quedar a Domínguez como extremo derecho. Enganchó hacia adentro y buscó el arco. La pelota salió desviada pero se cruzó con el botín de Copetti, que la mandó a la red como había hecho con el centro anterior de Chancalay que fue anulado por fuera de juego. Eso también es la confianza.

Y Copetti quizá sea el símbolo de ese cambio de andar que vive Racing. El chaqueño lleva apenas un año en la mitad celeste y blanca de Avellaneda, pero ya vivió múltiples etapas. Ahora está asentado como el goleador del puntero. Sostiene esas corridas permanentes a los defensores que le valieron el cariño inicial del hincha el año pasado, pero sobre todo se amigó con la red. Y con el público. Ahora parece disfrutar.

Con siete tantos en 12 partidos, Copetti es el goleador del equipo en el año. Sobre el final del partido, cuando la Academia ya contaba los minutos para el cierre, una recuperación suya le dio aire al equipo. Y él aprovechó ese instante de calma para levantar a los hinchas. Justo después de eso llegó el cambio: se fue ovacionado.

Lo mejor del partido

En la segunda mitad, acaso por el cansancio, el dominio de Racing ya no fue tan claro. Gago movió el cambio. Pero no encontró respuestas. Edwin Cardona había sumado 27 minutos ante Platense y 23 contra Cuiabá, por Copa Sudamericana. Ahora el entrenador lo mandó a la cancha con media hora de juego. Su aporte fue escaso. Y su poca movilidad levantó algunos murmullos en la platea del Cilindro, como si aún el colombiano estuviera en otra sintonía. Algo similar pasó con el ingreso de Matías Rojas que aportó más tensión en un final cerrado. Todas esas dudas se evaporaron cuando el 1 a 0 quedó sellado en el resultado final.

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