Racing: un balance para el olvido, afuera y adentro de la cancha

Un asesinato. Cinco técnicos. La mejor temporada en once años. El peor arranque de la historia del club. Y dos presidentes. Así podría resumirse el devenir de Racing durante 2013. Un año atrás, ni el más pesimista hincha de la Academia hubiera imaginado una temporada como la que hoy, en el calendario, concluye. Cargada de zozobra y momentos para olvidar. Tanto en lo futbolístico como en lo dirigencial. Ni que hablar en lo humano y en lo social. Un período casi para esconder debajo de la alfombra. O en el arcón de los malos recuerdos. Esos, que hasta hieren la memoria. Como el asesinato del periodista partidario Nicolás Pacheco. Un crimen irresuelto en la sede de Villa del Parque con imputados sobreseídos y otros, que a pesar de la causa, circulan por las instalaciones del club como si nada hubiera sucedido.

Una muerte inexplicable, por caso, que desató el cisma político entre las entonces máximas autoridades Gastón Cogorno y Rodolfo Molina, ambos hoy fuera de la vida política de Racing. En ese torbellino, el equipo a cargo de Luis Zubeldía perdió ante Quilmes, en un partido cargado de suspicacias. Sospechas por una derrota que perjudicó a Independiente en su lucha por el descenso. Acaso, como una manera de complacer el deseo más visceral de la tribuna. Y, por supuesto, el de dirigentes que obran con el corazón en el tablón y lejos de sus funciones.

En un abrir y cerrar de ojos, la Academia se encontró sin técnico y sin presidente. La lucha de egos finalizó con la necesaria eyección de Cogorno y Molina

Con semejante panorama y a pesar de todo, Racing concluyó el primer semestre con 29 puntos que sumados a los 33 del Inicial 2012 decretaban que el ex DT de Lanús cosechaba la mejor temporada en once años. Como parte del desaguisado dirigencial, Zubeldía renovó su vínculo y apenas aguantó 5 cotejos, todas derrotas (4 por el torneo Inicial y 1 por la Copa Sudamericana). Su sucesor, Carlos Ischia duró muy poco. Su mensaje conciliador no logró hacerse fuerte en un grupo de jugadores que estaba con el ánimo por el sótano. Sin fuerza mental, se sabe, las mismas piernas que meses atrás despertaban el delirio, pasaron a generar fastidio y bronca.

En un abrir y cerrar de ojos, la Academia se encontró sin técnico y sin presidente. La lucha de egos finalizó con la necesaria eyección de Cogorno y Molina. Antes de que la pacificación llegara a la parte celeste y blanca de Avellaneda, pasaron por el banco con los interinatos de Fabio Radaelli e Ignacio González.

Con Víctor Blanco en el poder, lo concreto es que el empresario hotelero buscó evitar la acefalía. Blanco, en pocas horas, dio muestras de su idea de gestión y tomó una decisión inesperada. El hombre de 65 años dio un volantazo y eligió a Reinaldo Merlo. Nada menos que Mostaza, el mentor del paso a paso . Y con Merlo regresó la ilusión. Y los puntos (14 unidades, con 4 cotejos ganados, 2 empatados y 2 perdidos) para sacar a Racing del pozo y próximo a comprometerse con el descenso. Sin grandes lujos, el DT logró orden y cohesión interna. Dos ítems que se vieron reflejados en la cancha que se conjugaron a la lucha, la entrega y la contracción para jugar en equipo. Todos conceptos que debió bajar pronto porque el tiempo apremiaba. Si bien Racing terminó anteúltimo, la bocanada de aire fresco que significó el desembarco de Mostaza se nota en un club que transitó por uno de los años más tristes, después del descenso, la quiebra y el partido con Belgrano por la Promoción.ß

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