Racing - San Lorenzo, por la Copa de la Liga: la Academia ganó 2-0 con goles de Chancalay y avanzó a los cuartos de final

Un triunfo tan justo como valioso. En una definición apasionante, a todo o nada. Racing, con la obligación de ganar para meterse en los cuartos de final; San Lorenzo, con algo más de margen: con un empate tenía asegurado su boleto en la próxima instancia. Así de insólita, electrizante y desconcertante fue la 13° fecha. Lo aprovechó la Academia, que ganó el clásico 2 a 0 con un doblete de Tomás Chancalay y logró el pase. Para los de Boedo, por su parte, este representa un dolor de cabeza del que todavía es difícil advertir sus dimensiones. El cimbronazo es enorme, a tal punto que detonó la renuncia del entrenador Diego Dabove.

Varias fechas antes, en función de los resultados en el grupo, se intuía que Racing y San Lorenzo llegarían a esta última jornada en un mano a mano definitorio. Y el duelo, apasionante, emotivo, estuvo a la altura de las circunstancias.

El 1-0 de Chancalay

Activo, movedizo, arrancó mejor el conjunto de Juan Antonio Pizzi en el primer tiempo. Buscó por la derecha, por la izquierda. Desplegó a sus laterales, Juan Cáceres y Eugenio Mena, y profundizó por las bandas. Y no extrañó que a los 16 minutos los locales se pusieron en ventaja: Darío Cvitanich ensayó una gran maniobra de espaldas al arco, habilitó a Mena y el chileno envió un centro preciso a Tomás Chancalay, que definió de cabeza ante la salida de Sebastián Torrico.

San Lorenzo, en tanto, cedió la iniciativa. No controló la pelota, no supo explotar el contraataque. Dependía más de los tiros libres en forma de centro (o al arco) de Oscar Romero, de algún remate de media distancia o de alguna maniobra aislada de Nicolás “Uvita” Fernández que lo dejara en situación de gol ante Gabriel Arias. Poco, muy poco.

El 2-0 de Chancalay

Un tema tan mental como emocional rondó el Cilindro a lo largo de los 90 minutos. Era imposible aislarse, concentrarse únicamente en lo que pasara en ese estadio. Todo lo que sucediera en el Monumental y en la cancha de Platense (ayudó con su triunfo 4 a 1 sobre Rosario Central) tenía incidencia directa en las clasificaciones. Esto, desde ya, encontró a ambos equipos con sus oídos bien alertas.

El arranque de la segunda parte fue muy particular: apenas a los 13 segundos, Chancalay volvió a mandar la pelota al fondo de la red. La Academia movió desde la mitad de la cancha, Leonardo Sigali envió un pelotazo largo, Enzo Copetti la peinó y volvió a definir el goleador de la tarde. Para destacar lo del atacante formado en Colón, de Santa Fe: en 17 partidos en el club de Avellaneda, ya marcó seis goles. Lo de San Lorenzo, dormido, desatento, rozó lo insólito. En el banco se tomaban la cabeza...

La Academia dejó a su rival al borde del nocaut. Con la mente fresca, segura, con pericia. Siempre mostró más decisión. Se apoyó en la firmeza de Nery Domínguez, en la potencia de Copetti. Las virtudes del equipo de Avellaneda, que tuvo la iniciativa desde el principio, fueron abundantes: buena circulación de pelota, intención de explotar todo el ancho del terreno, una dinámica constante, velocidad y presión.

Precisaba una conquista San Lorenzo para meterse entre los ocho mejores. Claro, dependía de la diferencia de gol. A puro vértigo, a los 37, Federico Gattoni estrelló un cabezazo en el travesaño. Tuvo un par de jugadas el equipo de Dabove para conseguir el tanto más preciado. Por momentos, es verdad, el pánico recorrió el Cilindro de Avellaneda.

Para los dos, las variantes de desenlace son múltiples. De forma inconsciente, o no, en las cabezas de Racing y San Lorenzo dan vueltas sus presentes en las copas Libertadores y Sudamericana. Y, como suele suceder en estos casos con poco margen, donde se arriesga todo, también surge la posibilidad de quedarse con las manos vacías. Y allí es donde se ubica el club de Boedo: sufre en todos los frentes. Ahora, encima, se quedó sin entrenador.

Nadie en San Lorenzo pensaba en este presente y en esta estocada recibida en Avellaneda tras su repunte en el campeonato local. Pero lo cierto es que el cierre de torneo ante Racing fue el último golpe. Un impacto brutal, doloroso. Muy mal posicionado en la Sudamericana, lo suyo es preocupante desde los números y desde el funcionamiento. Por eso renunció Dabove.

La Academia cerró la tarde con una sonrisa. Merecida, por lo exhibido adentro de la cancha. Fiel a su historia, no faltó el sufrimiento. Tuvo coraje, empuje. Pero ese no es un terreno que Racing desconozca. Y de allí, a veces, también surgen las mejores sonrisas.

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