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A 5 años del Boca-River del gas pimienta. Quiebres, rachas y gloria: todo lo que se generó en el equipo de Gallardo tras el escándalo
La Real Academia Española define a la palabra "vergüenza", en su primera acepción, como "la turbación del ánimo ocasionada por la conciencia de alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante". Cinco año atrás, en aquel histórico y aberrante 14 de mayo de 2015, "vergüenza" fue el término más utilizado y repetido para catalogar lo que fue el escándalo del gas pimienta en la serie de octavos de final entre Boca y River por la Copa Libertadores 2015. Aquella negra jornada marcó un antes y un después en el fútbol argentino. Y, pese a la oscuridad que ronda en torno a lo ocurrido, el mundo millonario lo recuerda como otro paso hacia adelante de un exitoso ciclo que sigue vigente hasta el día de hoy.
Quiebre deportivo: River comenzó su racha más ganadora
Solo se jugaron 45 minutos de los 90 que restaban para definir la serie que en el Monumental se había iniciado con un triunfo para River por 1-0. Con un marcado esquema 4-1-4-1, mucha pierna fuerte, paciencia y cautela, el equipo de Marcelo Gallardo hizo un correcto trabajo y parecía tener dominado el partido. Así, pese a que nunca se completó, en Núñez siempre sobrevoló la sensación de que estaba todo dado para sellar la serie. En aquel momento, con el fresco recuerdo del triunfo en el superclásico de las semifinales antes de conquistar la Copa Sudamericana 2014, un segundo golpe consecutivo a Boca en el plano internacional marcó un quiebre en la historia moderna del superclásico.
Aquella nueva eliminación al máximo rival marcó el camino para volver a la cima de América después de 19 años de espera. Le dio vida y potenció de forma sustancial el trabajo de Gallardo, quien ya comenzaba a adquirir ese aura ganadora, copera y poderosa que lo transformó en uno de los máximos ídolos del club. Y le permitió generar esa figura de "bestia negra" para romper con el maleficio: el Millonario esperó 10 años (de 2004 a 2014) para volver a jugar un superclásico internacional y nunca antes había podido quedarse con un duelo directo internacional, con pasos en falsos en 1994, 2000 y 2004.
Bajo el mando del Muñeco, el mundo River infló el pecho y empezó a construir su etapa más gloriosa. En seis años, logró siete títulos internacionales (tres Recopas, dos Libertadores, una Sudamericana y una Suruga Bank) y cuatro locales (tres Copas Argentina y una Supercopa Argentina), ganando 11 de las 15 finales que disputó; se impuso en 23 de las 26 series mano a mano (ida y vuelta) que jugó por copas internacionales; superó 53 de las 65 definiciones directas en todas las competencias; y le ganó a Boca las cinco veces que lo enfrentó en los mata-mata (semifinales de Sudamericana 2014, octavos de Libertadores 2015, final de Supercopa Argentina 2017, final de Libertadores 2018 y semifinales de Libertadores 2019).
Angelici-D'Onofrio, una relación que se rompió
Por fuera de los éxitos deportivos, también hubo un fuerte quiebre institucional entre ambas dirigencias que nunca se pudo recomponer. Es que, en el inicio del ciclo D'Onofrio, tras ganar las elecciones en diciembre de 2013, la relación con la gestión de Daniel Angelici en Boca era positiva y con muchos puntos en común: en noviembre de 2014 ya eran vicepresidentes en la AFA, mantenían un asiduo contacto y coincidían en varios puntos de cara a las elecciones de la Asociación en octubre de 2015 tras 35 años de poder concentrado con Julio Grondona. Ambos pretendían una reforma estructural y un estricto control de finanzas, apoyando la candidatura de Marcelo Tinelli, el gran candidato para vencer a Luis Segura.
Pero la fatídica noche del gas pimienta cambió todo. Nunca nada volvió a ser igual. El ingreso de D'Onofrio, junto con el vicepresidente Matías Patanian, al campo de juego enfureció al plantel, cuerpo técnico, dirigiencia y parcialidad xeneize. Aquella imagen nunca se digirió en la Ribera y la bronca se potenció tras la decisión de la Conmebol de mantener el 0-0 pero descalificar a Boca sin jugar los 45 minutos restantes. "El superclásico suspendido no había terminado y ya estaba en Paraguay presentando papeles", disparó el por entonces dirigente xeneize Juan Carlos Crespi contra el presidente millonario.
"River no pidió los puntos en la Conmebol ni hizo ninguna presentación. Nosotros no presentamos ni un papel, solo se entregó la documentación de los exámenes médicos de los jugadores. Nunca fumos a pedir los puntos y la decisión la tomó la Conmebol por lo que ocurrió en la cancha", aclaró D'Onofrio años más tarde.
Por fuera de las acusaciones cruzadas, el escándalo del gas pimienta rompió para siempre el vínculo entre las dirigencias de los dos clubes más importantes de la Argentina. Las diferencias comenzaron a aflorar de forma continua y todo se potenció tras la división en la AFA: luego de las fallidas elecciones con el empate 38-38 con 75 votantes y la posterior asunción de Claudio "Chiqui" Tapia, aliado de Angelici, las veredas quedaron muy marcadas y expuestas. De un lado, Boca, con una vicepresidencia. Del otro, River, sin lugar en el Comité Ejecutivo. Recién ahora, tras el fin del ciclo Angelici y en el inicio de la presidencia de Jorge Amor Ameal, las asperezas se empiezan a limar.
El vínculo con la Conmebol tuvo varios episodios
Aquel 14 de mayo de 2015, cuando Juan Ángel Napout todavía era presidente de la CONMEBOL antes del estallido del FIFA Gate a finales de año, también marcó un punto clave en la relación de River con la Confederación Sudamericana. Porque, pese a que la imagen de D'Onofrio quedó relacionada en el inconsciente del fútbol argentino como figura pesada en la CONMEBOL, el vínculo del club de Núñez tuvo vaivenes constantes tras un año en el que todo comenzó a cambiar: 2017.
Primero, en junio se dieron los casos de dopings de Lucas Martínez Quarta y Camilo Mayada que movieron los cimientos de una correcta relación con el presidente Alejandro Domínguez, quien asumió en enero de 2016. Aquella situación tan turbulenta como particular nunca tuvo una explicación clara ni desde el club ni desde la Confederación. Y luego, a fines de octubre de aquel año, llegó la eliminación de River con la recordada derrota por 4-2 con Lanús en las semifinales de la Libertadores con una polémica utilización del VAR que perjudicó al equipo de Gallardo.
"Hablen de este robo, muchachos", disparó el vicepresidente Matías Patanian al retirarse del estadio de Lanús en aquella larga madrugada en la que el presidente D'Onofrio dejó una serie de furiosos tuits: "Un árbitro se puede equivocar. ¿Siete no es mucho? ¿Se puede actuar tan impunemente? River no va a hacer ninguna presentacion. Es una enorme mentira. Se perdió, a reponerse. Pero la tecnología se uso para un solo lado, eso fue claro".
Al año siguiente, en 2018, los chispazos se potenciaron tras las sucesivas sanciones y suspensiones a Gallardo, que le impidieron dirigir ante Racing en los octavos de final, frente a Gremio en Brasil en semifinales y en particular con Boca en la final, al punto tal que ni siquiera pudo asistir a la Bombonera en el duelo de ida. Y luego, tras el ataque al micro de Boca en las inmediaciones del Monumental que forzó la mudanza de la final a Madrid, la relación volvió a tener un pico crítico. Pero, tras el apoyo de D'Onofrio a la decisión de Domínguez, recuperó su camino de tranquilidad actual.
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