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¿Qué superhéroe salvará al fútbol?
La elitista Superliga europea, un proyecto que naufragó, entregó muchas lecturas; el rol del premier Boris Johnson y el enigma sobre el futuro
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Mi padre solía decir: ‘lo que se recuerda, vive’”. Lo dice Fern, la viuda de 60 años que interpreta Frances McDormand, en un momento de Nomadland, ganadora flamante del Oscar de Hollywood. La semana pasada, hinchas ingleses que recuerdan y viven bloquearon ómnibus, treparon vallas y frenaron a la elitista Superliga europea. Entonados, quieren dar ahora un segundo paso antes de que los ricachones vuelvan a la carga. Pretenden que el gobierno inglés siga con ellos. Que impulse el modelo alemán y devuelva a los socios como propietarios mayoritarios de los clubes. Pero Boris Johnson, premier hoy en crisis, defensor del libre mercado pero del fútbol regulado, es un salvador poco confiable. Michael Heseltine, viejo político conservador, lo definió una vez como el hombre que, primero, “ve en qué dirección va la multitud”, corre entonces hacia el frente, y luego, ya en el pelotón, “grita ‘síganme’”.
¿Será cierto, como aseguró The Sunday Times, que Johnson había dado su okey inicial a la Superliga a Ed Woodward, director ejecutivo de Manchester United y ex funcionario de JP Morgan, la banca estadounidense, que debió disculparse públicamente por su apoyo financiero al fallido proyecto del torneo elitista? ¿Qué tendría de sorprendente si Johnson dijo alguna vez que la desigualdad era esencial para alimentar “el espíritu de la envidia” y que la codicia era un “estímulo valioso para la actividad económica”? Semanas atrás, el premier omitió todo aporte de dineros públicos y atribuyó también al “capitalismo” y a la “codicia” el “éxito de la vacuna” contra el Covid-19.
El fútbol es otro mundo. Apenas los hinchas tomaron las calles, Johnson advirtió a los clubes separatistas que les subiría impuestos, retiraría la policía de los estadios y les impondría trabas fiscales, legales y de visado para jugadores extranjeros. Hasta celebró un zoom de media hora con tres representantes de los hinchas de Football Supporters Association (FSA): Duncan Drasdo (Manchester United), Tim Payton (Arsenal) y Kat Law (Tottenham Hotspur). El premier les prometió “una bomba legislativa” contra esos clubes.
Faltó Liverpool a la cita. Sus hinchas odian al premier desde que Johnson, como editor de la revista Spectator, los responsabilizó en 2004 por la masacre de 1989 en el estadio de Hillsborough, que en realidad fue provocada por ineptitud policial, según estableció una investigación oficial. Etiquetar a todo hincha como hooligan ayudó a que, dos años después, naciera la Premier League. Clubes autorizados a cotizar en Bolsa y a la TV de pago, una elitización que, según The Guardian, fue “novedosa” en su momento, pero sentó “las raíces del oligopolio codicioso y las enormes desigualdades de hoy”. El editorial del diario británico agrega que “este es el mejor momento para una reforma radical” que salvaguarde “a los clubes como activos de la comunidad”. Hinchas de los seis clubes rebeldes planificaron su acción en un grupo de WhatsApp con el nombre de la propia Superliga (ELS). El grupo incluye a Joe Blott, 83 años, presidente de “Spirit of Shankly”, homenaje a un DT mítico de Liverpool. “Nos dividen 90 minutos”, dicen los hinchas, “el resto nos une”.
Los de Arsenal ven con simpatía la intención de compra de su club de ex jugadores y de Daniel Ek (capo de Spotify). Pero el magnate Stan Kroenke aclaró ayer que no vende. En 2016, Kroenke, dueño de varias franquicias deportivas (entre las cuales se encuentran los Denver Nuggets, donde juega Facundo Campazzo), compró a los Rams del fútbol americano y los sacó de Missouri para regresarlos al mercado más lucrativo de Los Angeles. Decepcionado, Terry Crouppen, propietario anterior, pagó un aviso que publicó en pleno Super Bowl: “Sólo porque es legal y eres lo suficientemente rico para hacerlo eso no quiere decir que esté bien”. Lo recuerda el colega James Montague en The New York Times bajo el título “¿Están los valores estadounidenses arruinando al fútbol europeo?”. El deporte de Estados Unidos tiene más regulaciones económicas y ganancias repartidas, pero son Ligas cerradas, sin descensos, y con mudanzas permitidas para cuidar la inversión y renovar el show.
¿Quién cuidará al fútbol? ¿La burocracia del FIFAgate, con sus Mundiales en Qatar y (para 2026) ya con 48 selecciones? ¿Lo cuidarán Kroenke y el JP Morgan? ¿Florentino Pérez en los estudios de “El Chiringuito”? ¿Johnson superhéroe? No hay modelos ideales. Ni siquiera la Bundesliga, que está a un paso de coronar otra vez campeón a Bayern Munich por novena temporada seguida, y que ayer se adueñó del DT de su escolta, Red Bull Leipzig, un club que no es justamente de los socios.
El último domingo, Hollywood premió a Nomadland, la historia de una mujer sobreviviente de la crisis financiera provocada por los bancos en 2008. Fern (McDormand) asume hasta con cierta libertad su nueva condición de trabajadora nómada, con su Ford Econoline como techo único, precarizada entre otros por Amazon. Lo asume porque tampoco tiene otra opción. Cuentan que es la tercera película pequeña de la joven directora china Chloé Zhao. Y posiblemente la última. La próxima, Eternals, será una saga de superhéroes con superproducción de Disney. Todo Súper. Como la Superliga. Como miles de superhinchas.
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