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¿Qué es defender bien? Un elogio al talento de quienes recuperan la pelota
¿Un delantero hablando de defender? Sí, ¿por qué no? En definitiva, delanteros y defensores tenemos una relación muy estrecha, y por otro lado, entender la defensa como un esfuerzo de todos es uno de los paradigmas que han cambiado en el fútbol. Así como antes los delanteros contribuíamos sólo hasta cierto punto en las tareas de recuperación, hoy todos deben involucrarse. Aunque, por supuesto, no todos saben defender bien.
El secreto de defender bien tiene dos patas. Reside primero en la capacidad colectiva de recortar espacios y de ese modo quitarle tiempo de resolución al rival y recuperar la pelota. En este punto le corresponde al entrenador tener muy claro dónde pretende esa recuperación y cómo va a agruparse el equipo, es decir, defender en el sentido estricto del término, cuando el retroceso sea inevitable o si su elección inicial es esperar cerca de su área.
La pata restante es la capacidad individual, el conocimiento y la interpretación del juego que cada futbolista tenga y sepa utilizar para cubrir esos espacios y cerrar los caminos hacia el arco propio. La sincronización con los compañeros es indispensable, aunque si gambetean al lateral o le ganan por arriba al central, el equipo defenderá indefectiblemente mal tanto como si la cobertura del 2 al 6 es tardía.
Por eso, hablar de sistemas, de tres, cuatro o cinco defensores, es simplemente una cuestión ilustrativa. El fútbol es un juego grupal, pero en la cancha tiende a reducirse a un constante mano a mano con el rival y es en la toma permanente de decisiones donde se puede apreciar virtudes y defectos.
Se suele creer que el talento es una cualidad sólo de los delanteros, pero eso es un error. El talento defensivo también existe. Se expresa por medio del amague, en la habilidad para arrastrar al delantero hacia el punto en el que se torna menos peligroso, en el dominio de la ansiedad para no caer en la impaciencia y en el hecho de estar un paso por delante para prevenir lo que va a suceder y elegir cuándo se va a intervenir.
Tampoco se trata de una cuestión de concentración absoluta. Estar atento, no distraerse, no implica la resolución acertada de todas las acciones ni evita las sorpresas. Estar enfocado en el juego es un ingrediente indispensable, pero como no existen dos jugadas iguales el éxito es dado solamente por la capacidad –natural o aprendida– de resolver positivamente las distintas situaciones que van sucediendo en el juego.
Futbolistas como GerardPiqué, Mats Hummels, Sergio Ramos y Virgil Van Dijk son ejemplo de defensores que saben controlar el tiempo, los espacios y a los rivales. Quien comete faltas donde es riegoso hacerlo, concede un metro de ventaja, pasa de largo por falta de timing o va al suelo de manera prematura se sitúa en la vereda de enfrente.
En lo personal, hubo dos jugadores que me enseñaron la importancia de defender con categoría: Paolo Montero y Walter Samuel. Dificilísimos de superar en el mano a mano, mezclaban en dosis iguales la intuición, la fuerza y el sentido defensivo para impedir que el delantero tuviera la iniciativa.
Esperaban a la distancia justa para tener la opción de pellizcar la pelota, y de hecho, a medida que retrocedían iban soltando la "guadaña" amenazando con el robo, un amague constante que al delantero le quita lucidez y panorama para decidir. Pero además, gracias a su posición corporal, nunca permitían apuntar hacia el arco en la conducción e iban llevando al contrario hacia un lugar en el cual anulaban sus posibilidades de crear peligro.
La mayoría de los defensores no reúne tantas virtudes, y por eso existen los especialistas. Están los que prefieren defender lejos de su arco y aquellos que se destacan en espacios reducidos. Estos son los que se sienten cómodos en el área, los que no se inhiben ante el temor que implica moverse en una zona donde no hay chances de enmienda y ya no se tiene a la infracción como aliada. Porque para defender bien la psicología también juega su papel y es necesario entrenarla y perfeccionarla tanto como la técnica individual y la sincronización colectiva.
Defender bien no es sencillo. Hace falta un entrenador que tenga claras las ideas y un plantel de jugadores que posea la mayor capacidad posible para resolver lo imprevisible. Es decir, hace falta talento.
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