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Maradona: el héroe provocador, carismático, impulsivo, inestable y conmovedor de Gimnasia
LA PLATA.– "No hay Dios sin templo", decía una de las tantas banderas que el hincha le dedicó a Diego Armando Maradona. El ser humano en cuestión no es un Dios y la cancha de Gimnasia no es un templo, eso es cierto. Sin embargo, ayer, uno y otro se acercaron bastante al respectivo concepto.
Según la Real Academia Española (RAE), "Dios" significa "ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo". Y hoy, para el club tripero, Maradona es –sin dudas– un ser supremo y es también el creador de un mundo nuevo: el de la locura, el de la esperanza. Y para la RAE, "templo" quiere decir "edificio o lugar destinado pública y exclusivamente a un culto". Justamente lo que pasó ayer en el Bosque.
Un breve repaso de lo ocurrido alcanza para ratificar la tesis: Diego pareció un Dios y el Bosque, un templo. El escenario, desde temprano, estuvo decorado para la ocasión, con diferentes frases que pretendieron (y lo lograron) llegar al corazón del ex10: "El Bosque es tu casa", "Diego: sos el beso de mi mamá" y "10BO", fueron algunas de las leyendas que le pusieron color al punto geográfico que se transformó en el epicentro mundial del fútbol.
Las camisetas que adornaron el evento también fueron atípicas, si se tiene en cuenta lo que sucede habitualmente en los encuentros de Gimnasia: hubo de la Argentina (con los números 10 y 22 en la espalda), de Nápoles y hasta de Dorados de Sinaloa. También del Lobo, por supuesto, pero con la peculiaridad de que muchas portaban el apellido de Maradona. Un hombre que fue recibido como un todopoderoso. Como un salvador.
Cuando Maradona pisó el campo de juego, en las tribunas había alrededor de 25.000 personas, un poco más de lo habitual, aunque con una particularidad: otros miles fruncían el ceño, desde afuera del predio, para tratar de captar algo. Los socios ingresaron; otros muchos quisieron estar. Al menos cerca, sin ver demasiado, pero sintiendo cómo se aceleraba su corazón.
¿Qué hizo Maradona cuando entró y observó a la multitud? Tiró besos y se subió a un carrito para acercarse hasta el medio de la cancha. Un carrito que, por la emoción, luego no precisó para recorrer el campo. Cuando los hinchas lo detectaron se desató la locura y estalló el hit de la tarde: "Olé, olé, olé, olé, Diego, Diego". Papelitos como en las viejas épocas, una bandera gigante, y humo azul y blanco volvieron todo aún más pintoresco.
Después de la ovación de los simpatizantes, el flamante entrenador del Lobo agarró un micrófono. Habló y lloró, casi en dosis equivalentes. "Ustedes [en alusión a los hinchas] nos van a dar el plus para ganar y vamos a ganar. Nos vamos a jugar la vida, el que no corre no juega", expresó el director técnico. El silencio que dejó el ex10 sólo sirvió para que lo ovacionaran. Para que, como un Dios en su templo, lo veneraran.
Pero Maradona, tras unos instantes para apreciar, sentir y pensar, se dejó llevar y continuó el discurso con su marca registrada: "Acá no se juega con ametralladoras ni con revólveres. Acá se tira el centro atrás y la empuja el compañero para que festejemos todos". De nuevo, la ovación.
Antes de empezar el entrenamiento, una práctica informal que constó de algunos trabajos con pelota, el técnico afirmó: "Estoy en mi casa y los abrazo con el corazón". El primer ensayo con el flamante DT contó con la presencia del resto de los colaboradores: Sebastián Méndez (ayudante de campo), Adrián González (asistente técnico), Hernán Castex (preparador físico) y Gastón Romero (entrenador de arqueros).
Nadie se quiso perder la fiesta. Hubo desde hinchas de otros equipos hasta famosos. "Soy hincha de Estudiantes, pero la verdad es que me cuesta contener las lágrimas", admitió un Pincha, visiblemente conmovido. A unos metros, Ignacio Fernández (figura de River y exGimnasia) observaba el espectáculo con atención.
Un rato más tarde tuvo lugar la conferencia de prensa que se desarrolló en un hotel céntrico de la ciudad de La Plata. Cambió el lugar, aunque no bajaron las emociones. Muchos fanáticos se trasladaron de un sitio a otro para seguir cerca de Maradona y adentro la pasión le ganó al glamour. El policía que debía supervisar que ninguna persona sin acreditación ingresara, filmó el ingreso del ex10 como si fuese un hincha. Los periodistas cerraron la conferencia cantando por Maradona. Y el protagonista de esta revolución, como no podía ser de otra manera, le puso su cuota de pasión.
"Hoy me sentí en el cielo", empezó el excapitán del seleccionado argentino, que se animó a comparar lo vivido con momentos cumbres de su vida: "Viví muchas cosas hermosas, como los nacimientos de mis hijas y de mis hijos, pero cuando salí a la cancha creí que el corazón se me iba a reventar. Lo único que puedo hacer es agradecer".
En un segmento de sus declaraciones se refirió al duro presente futbolístico que pasa el Lobo y explicó: "No soy un mago y no prometo nada. Yo estoy para ayudar y esto lo debemos sacar adelante entre todos. Ya les dije a los jugadores que no queda otra que trabajar. Les expliqué que a muchas personas les cuesta llegar a fin de mes y nosotros podemos darles una alegría".
Tras la novela de su llegada y el primer capítulo de este romance, será el turno de la razón: ver qué hace Maradona para intentar la reacción de un equipo que parecía condenado. Ayer no hubo tiempo para el análisis. La emoción le ganó por escándalo a la razón. El día que Maradona pareció un Dios y el Bosque se disfrazó de templo.
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