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PSG: qué dijo Mauricio Pochettino sobre el desplante de Lionel Messi cuando lo reemplazó antes del triunfo
El entrenador justificó el cambio en la necesidad de preservarlo de lesiones; Leo salió a 15 minutos del final del partido con Lyon, que se definió con el gol de Icardi en el descuento para el 2-1
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Estuvo cerca en un par ocasiones y la unión del poste con el travesaño devolvió uno de sus exquisitos tiros libres, pero Lionel Messi no pudo festejar su primer gol con la camiseta de Paris Saint Germain. Cuando llegó el momento del agónico 2-1 sobre Lyon con un cabezazo del ingresado Mauro Icardi, Messi ya hacía más de un cuarto de hora que estaba sentado en el banco de los suplentes con gesto contrariado.
Aunque tenga 34 años, Messi sigue sin poder reprimir el disgusto que le provoca ser reemplazado. Mauricio Pochettino recibió como devolución un pequeño desplante cuando a los 30 minutos de la segunda etapa lo sustituyó Achraf Hakimi, a quien saludó al salir del campo, cortesía que no hizo extensiva al entrenador. Cuando Pochettino le extendió levemente una mano para saludarlo, Messi le dedicó una mueca que denotaba enojo e incomprensión, al alzar los hombros.
Se sentó al lado de Leandro Paredes y de los suplentes fue el menos expresivo -apenas unos aplausos con los brazos caídos- en el momento del gol de Icardi. Tampoco ingresó al campo cuando los jugadores de PSG fueron unidos de un arco a otro para dedicarle el triunfo a los 47.000 espectadores.
Primer enojo de Messi en PSG
Messi venía de disputar el miércoles sus primeros 90 minutos completos, en el 1-1 ante Brujas por la Champions. PSG enfrentará el próximo miércoles a Metz, por la Ligue 1. Pochettino respeta su plan de llevarlo de a poco entre la acumulación de competencias y la integración progresiva de Messi tras jugar durante dos décadas en el fútbol español.
Técnico contemporizador, poco frecuente a alimentar polémicas con sus declaraciones, Pochettino dio su versión sobre el cambio de Messi: “Tomé la decisión de reemplazar a Messi para protegerlo de posibles lesiones. Tenemos partidos importantes por delante y queremos cuidarlo. Este es un plantel muy amplio, tengo 35 jugadores, y los entrenadores estamos para tomar decisiones. A veces pueden gustar y a veces no. ¿Su reacción? Le pregunté cómo estaba, me respondió que bien, sin problemas. Listo, esa fue toda la conversación en la banda”.
Cualquiera de estas cuestiones que pueden ser comprensibles desde la planificación, no entran en la contemplación de Messi, que se considera suficientemente autónomo para regular su desgaste y cansancio durante un partido como para que un técnico decida sacarlo. El episodio más cercano de este tipo se dio durante la Copa América, cuando Lionel Scaloni había resuelto no incluirlo frente a Bolivia para preservarlo para los cuartos de final, pero debió ceder al deseo del N° 10 de ser titular y disputar el cotejo completo. Así se dio por superada la disparidad de criterios.
En Barcelona, en los primeros meses de Luis Enrique, mantuvo un entredicho cuando no lo puso en un cotejo frente a Real Sociedad al regreso de las Fiestas de Fin Año desde la Argentina, tras tener un par de días de licencia más que el resto del plantel. Fue muy necesaria una intermediación de Xavi en los días posteriores para evitar que el distanciamiento derivara en una crisis. La tensión se diluyó, Messi volvió a jugar siempre y Barcelona se encaminó al triplete. En sus últimas cuatro temporadas en Barcelona, con Ernesto Valverde, Quique Setién y Ronald Koeman de entrenadores, solo fue cambiado tres veces en 138 encuentros por La Liga.
Cerca del gol con un tiro libre
Ya había debutado en PSG por la Ligue 1, también lo hizo por la Champions League y faltaba que lo hiciera en el Parque de los Príncipes al que había visitado en cinco partidos oficiales con Barcelona. El estadio que el 14 de agosto había explotado cuando escuchó sus palabras tras ser presentado sobre una tarima, de jeans y remera blanca. Ahora fue el turno de presentarse como futbolista, como la pieza que llega para amplificar la capacidad y las variantes de un equipo que en ese rubro dispone más que cualquier otro en el mundo. Si bien en el fútbol, los enunciados y los hechos no siempre concuerdan.
El triunfo con gol agónico de Icardi
Los ultras del PSG tienen predilección por las bengalas. La Ligue 1 no se pone de acuerdo sobre los fuegos artificiales: multa a los clubes que los permiten, pero muchas de las promociones de los partidos son con esas imágenes humeantes. Bajo esa niebla comenzó el partido más exigente para PSG en las seis fechas que se llevan disputadas. Si bien Lyon llegaba en el noveno puesto, tiene jugadores curtidos (Boateng, Shaqiri, Ekambi), le quedan otros que fueron semifinalistas de la Champions 2020 (Antonhy Lopes, Denayer, Caqueret, Aouar) y algunos con ambiciones de hacerse un nombre en Europa (Paquetá, Bruno Guimaraes). Un presente respetable, aunque no esté a la altura de su época de oro, entre 2002 y 2010, cuando obtuvo ocho ligas.
Con el regreso de Ángel Di María –en la Champions cumplió la primera de las tres fechas de suspensión-, sumado al tridente, PSG dispuso de su mayor artillería ofensiva. La distribución ubicó a Messi de media-punta, detrás de Mbappé, más cerca de Di María que de Neymar, que tuvo punto de partida sobre la izquierda.
La dureza en el contacto físico del fútbol francés se hizo evidente en el cuerpo de Gianluigi Donnarumma en el primer tiempo. En su segundo encuentro como titular, el arquero italiano soportó un pisotón de Ekambi sobre una mano y un topetazo de Boateng cuando salió a cortar un centro.
El tridente se entendió más y mejor durante el primer tiempo que en el segundo. Messi combinó con Neymar y Mbappé, y quedó en situación de definición. A sus remates les faltaron potencia y puntería. Más trabada fue la segunda etapa. Lyon se puso en ventaja en un contraataque que definió Paquetá. En un dudoso penal a Neymar, el brasileño se encargó del empate. En Barcelona, Messi era el dueño de los penales, salvo que él decidiera concedérselo a un compañero.
Cuando el cuarto árbitro levantó el cartel luminoso con el N° 30 en rojo. cierta incredulidad se adueñó del Parque de los Príncipes, que despidió a Messi con sobrios aplausos, como si tampoco entendiera lo que estaba pasando. Se iba el partido, ya se jugaba el descuento, y el centro con el empeine derecho de Mbappé encontró a Icardi en su especialidad: a espaldas de los zagueros para definir a un toque, en este caso con un cabezazo cruzado. Un festejo in extremis para cortar el tenso ambiente que se respiraba en el Parque de los Príncipes.
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