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Problemas conocidos: Boca perdió otra vez con Santos y volvieron las dudas antes del Superclásico
El equipo de Russo no jugó bien, sufrió su tercera derrota consecutiva y se ve obligado a ganar lo que le queda en la Copa Libertadores, mientras River aparece en el horizonte
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Vila Belmiro volvió a ser el escenario de otro dolor de cabeza para Boca. Ya no por un resultado abultado, como el 0-3 de enero pasado ni por una eliminación, sino más bien porque Santos lo venció por 1-0 y le propinó la tercera derrota consecutiva. Con ello, un panorama que se complicó en la Copa Libertadores, a falta de sólo dos fechas del cierre del grupo C y una cabeza que –posiblemente- estará inundada de dudas de cara al superclásico del domingo, en el que se juega su suerte en los cuartos de final de la Copa de la Liga.
Era inevitable que la concentración de los futbolistas de Miguel Ángel Russo no fuera igual desde que el último fin de semana los resultados locales determinaron un nuevo Boca-River. Existía un panorama ideal que el propio entrenador fue a buscar: con una formación ofensiva y una identidad algo más clara -que había conseguido semanas atrás-, vencer a Santos significaba poner más que un pie en los octavos de final del certamen subcontinental. ¿Por qué? La diferencia de puntos entre el Xeneize y el Peixe se estiraba a seis, acaso los puntos que restan por jugarse. Y, claro, la motivación para recibir al Millonario sería demasiado elevada.
No obstante, si no sufre, Boca parece no gozar. Y así coquetea con los golpes verdaderamente fuertes. El arranque, venciendo a The Strongest en la altura de La Paz (1-0) y al propio Santos en la Bombonera (2-0), generaba una enorme tranquilidad, pero de repente -en la misma cantidad de encuentros- ahora las cosas se ajustaron. De puntero al tercer puesto, sin escalas; con la obligación de ganar el par de encuentros como local que restan (ante Barcelona, de Ecuador, y el elenco boliviano); con el primer mata-mata ante el máximo rival en el horizonte, esos que padeció en los últimos años y marcó la salida de la anterior gestión. Un momento de palidez inoportuno. El domingo será clave. ¿Se pondrá de pie con una pisada más firme o el terremoto se hará más fuerte?
Lo cierto es que a Boca volvió a costarle el partido con el viejo conocido, ese al que le había ganado con autoridad hace dos semanas. Aun con una mejor predisposición, especialmente en la actitud, con respecto a aquella dura eliminación. Eso sí, la dinámica y el manejo de Medina, Varela y Almendra tan destacados recientemente, esta vez estuvo demasiado estático, obligando a delanteros y defensores a realizar dos facetas: el juego, además de los desequilibrios y la marca, respectivamente. El equipo se perdió en el campo.
Había comenzado muy bien, con voracidad para ser el dueño de la pelota y atacar con sus extremos, generando dos oportunidades de gol en los primeros diez minutos de juego: la más clara fue un remate de Carlos Tevez en el punto penal tras una cesión de Cristian Pavón, pero el capitán la terminó lanzando apenas por encima del arco de Joao Paulo.
Desde ahí, el equipo se desinfló. Si bien tuvo momentos en los que se atrevió mediante el empuje de sus delanteros, no tuvo más que esa pequeña intención. El gol de Felipe Jonatan, a los 41 minutos del primer tiempo, fue el mazazo irremontable ante un adversario que tuvo como gran virtud el orden. Sí, aunque los futbolistas del local tan sólo llevaran un entrenamiento al mando de su nuevo entrenador, Fernando Diniz, que arribó a la dirección técnica luego de que se salvaran del descenso en el Torneo Paulista (hubiera sido la primera en su historia) el fin de semana.
Permanentemente, el golpeado parece Boca. Y ahora, lo está más que nunca en este semestre: esas cinco victorias consecutivas ya parecen muy lejanas y, otra vez, asoma la preocupación, luego de caer con Barcelona, Patronato y ahora con Santos, sin convertir goles y sin poder reponerse de apenas un tanto en contra en cada uno de esos compromisos.
Se repite de manera muy inmediata esa desorientación que parecía quedar atrás. Tanto que hasta el técnico de Boca y sus ayudantes tuvieron un cruce con el banco de suplentes de enfrente que derivó en la expulsión de Russo. Nuevamente, la nula reacción desde afuera: tanto él como Leandro Somoza (quedó como DT tras la tarjeta roja) no se activaron para modificar aspectos o piezas del equipo, aun cuando la adversidad se había presentado antes de terminar la primera mitad: los primeros dos cambios (Rojo y Soldano) llegaron cuando restaban diez minutos para el final.
Entonces, el desafío es levantar la cabeza rápido para fijar el objetivo en River: un cruce que puede dejar el negativismo (incluso de años) en el camino. Aunque a Russo le deben desbordar interrogantes donde no los había.
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