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Fue un sábado de súper acción en la Premier League. Liverpool y Arsenal protagonizaban el gran choque de la fecha. Pocos imaginaron que los actuales campeones de Europa borrarían del campo a sus rivales. En Anfield, y gracias a los goles de Joel Matip y dos del egipcio Mohamed Salah (el segundo, con un arranque en velocidad que dejó parado a David Luiz), Liverpool venció por 3 a 1 y le recordó que todavía le falta jerarquía si es que quiere volver a encaramarse en el Big Six (los mejores seis) de la liga inglesa.
En Old Trafford hubo otro partido que terminó en una montaña rusa: Manchester United vs. Crystal Palace. Los londinenses se habían puesto en ventaja gracias a un gol del ghanés Andre Ayew.
Luego, se dedicaron a administrar el resultado y a dejar que pasara el tiempo. Manchester United tuvo un penal, que Marcus Rashford desperdició (el disparo pegó en el palo).
A un minuto del final, el equipo donde Sergio Romero fue suplente y Marcos Rojo ni siquiera fue convocado llegó al empate: el joven Daniel James anidó la pelota en el ángulo del arco rival. Ahí sobrevino lo mejor: Manchester buscando el triunfo y Crystal Palace parado de contragolpe. Hasta que Van Anholt ensayó un remate que doblegó a De Gea: fue la primera victoria del Palace en Old Trafford en la historia de la Premier Lleague.
Por otra parte, Leicester se hizo fuerte en Sheffield, la ciudad del acero. El United, recién ascendido, no había perdido en su estadio hasta que llegó el equipo que Claudio Ranieri supo guiar a un título inolvidable. Ahora bajo el mando de Brandon Rodgers, mantiene algunos de los futbolistas que le dieron aquellos días de gloria.
Uno de esos, Jamie Vardy, abrió la cuenta. Empató Oliver McBurnie. Lo mejor, sin embargo, fue el golazo de Harvey Barnes que le dio el triunfo a Leicester por 2-1. Un remate desde afuera del área para enmarcar.