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Portugal: la revolución de los claveles, el periodista deportivo y el fútbol
Hace cincuenta años, Sporting de Lisboa perdía ante Magdeburgo en Alemania Oriental y caía en las semifinales de la Recopa europea. El campeón portugués sintió la baja del goleador argentino Héctor Yazalde. Al día siguiente, el autobús del plantel era frenado en la frontera con España, en Badajoz. Era jueves. 25 de abril de 1974. Estallaba en Portugal la Revolución de los Claveles.
Militares antifascistas ponían fin a casi medio siglo de dictadura. La gente en las calles distribuía comida y cigarrillos a los rebeldes. Y flores que algunos soldados clavaban en el cañón de sus fusiles. La contraseña radial que confirmó el éxito de la Revolución fue “Grandola Vila Morena”. Es la canción que se escuchó estos días en la Sociedad Rural de Palermo. Nuestra Feria del Libro recordó el aniversario 50° de la Revolución porque tiene a Lisboa como ciudad invitada: “Grandola Vila Morena, en cada esquina un amigo, en cada rostro la igualdad”.
Dos días después de la Revolución se jugó la Copa de Portugal. Jugadores interceptados en las calles avisaban que tenían partido y las brigadas populares abrían paso. Sporting (primer club profesional de Cristiano Ronaldo, y que este fin de semana puede coronarse campeón de la Liga portuguesa) venció 2-1 a Belenenses. Boavista goleó 5-1 a Famalicão. Y Benfica, que venía de ganar en Guinea (una de las tantas ex colonias portuguesas en Africa) aplastó 8-0 a Oriental.
El fin de semana siguiente, por la Liga, Benfica goleó 7-1 a Olhão. Los jugadores repartieron claveles al público. Pero en la cancha hubo más patadas que claveles y jugadores de Benfica tuvieron que escapar del estadio en furgonetas. Los incidentes se repitieron en la final de la Copa de Portugal, que Sporting le ganó por 2-1 a Benfica.
Antonio Simões, crack histórico de Benfica, hoy de 80 años, crítico eterno de la Revolución, había liderado en 1972 la creación del Sindicato de jugadores. Los futbolistas eran casi esclavos. El club podía retenerlos de por vida solo pagando el 60 por ciento del dinero que ofrecía el equipo comprador. Los entrenamientos comenzaban tarde, porque la mayoría de los futbolistas tenían un segundo empleo. La Revolución ayudó al progreso. También puso fin a uno de los clubes más fuertes, CUF (Companhia União Fabril). Los trabajadores tomaron el poder del gigante químico y decidieron eliminar los “privilegios” de los jugadores.
Los equipos de Lisboa habían dominado entre 1933 y 1974 (20 títulos de Benfica, 14 del Sporting). La democracia trajo el dominio de Porto (26 títulos, contra 22 de Benfica), además de siete trofeos internacionales (dos Champions League). Fue la era de Nuno Pinto da Costa, presidente polémico. El sábado pasado, los socios (Porto es una asociación civil) enfrentaron la violencia barra brava y votaron masivamente al ex DT André Villas-Boas (también dirigió a Chelsea y Tottenham). Fue el fin de 42 años de reinado de Pinto da Costa, casi tan largo como el del dictador Antonio de Oliveira Salazar.
La ultraderecha invade desde hace unos años a la vieja Europa. Portugal parecía una excepción. Hasta que llegó el periodista deportivo André Ventura. Ex seminarista y docente universitario, Ventura, abogado de 41 años, entró al Parlamento en 2019 como fundador del partido Chega! (Basta). “Basta de inseguridad, de corrupción, de abortos, de matrimonios homosexuales, de afrodescendientes y de gitanos”. En solo cinco años creció al reciente 18,07 por ciento de las elecciones de marzo pasado, tercera fuerza del país. Ventura afirma que “Dios” le “encomendó la difícil, pero honorable misión de trasformar Portugal”. En 2022 su lema fue “Dios, patria, familia y trabajo”, el mismo del dictador Salazar (añadió “trabajo”). Y en 2024 fue “Limpiar Portugal”. Con él presidente, aseguró, Lula no podría entrar a Portugal. Y, en lo posible, tampoco el premier español Pedro Sánchez.
Su popularidad comenzó en 2014, cuando el canal de televisión CMTV lo contrató como panelista-fanático de Benfica, el equipo más grande de Portugal. En 2020, en plena pandemia, propuso un confinamiento para los gitanos. Le respondió uno de los más brillantes jugadores de Portugal de la era moderna, Ricardo Quaresma, apodado “O Cigano” (“El Gitano”). “El populismo racista de André Ventura”, dijo Quaresma, solo sirve para crear enfrentamientos en nombre de una ambición por el poder que la historia ya probó que era un camino de perdición para la humanidad. Nuestra vida es demasiado preciosa para escuchar voces de burros”. CMTV despidió a Ventura.
Nuestra Feria del Libro, que homenajea este año a Lisboa (estatua de Fernando Pessoa incluida) anuncia para el sábado un debate literario-futbolístico entre Martín Kohan y el escritor portugués Bruno Vieira Amaral, ganador del premio José Saramago 2015. Leo artículos de Bruno en el diario Expresso. Le escribe a Ángel Di María por su vuelta a Benfica: “Quienes te dicen que no regreses al lugar donde fuiste feliz es porque nunca han conocido la felicidad. No tienen adónde regresar”. Y se declara agradecido tras el Mundial de Qatar. “Gracias a la FIFA corrupta”, ironiza. Y agradece luego al fútbol por su eternidad, al Dibu Martínez por su salvada extraordinaria “que prolongó nuestro placer”, a Di María por sus dribblings y sus lágrimas. Y cierra con Messi. Gracias Leo “por tanta magia”.
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