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Por qué Rosario Central y Newell’s arrancarán con problemas de descenso en la próxima temporada
ROSARIO.– Diferentes, enfrentados, dividiendo una ciudad como no lo pudo hacer, por ejemplo, la política, Rosario Central y Newell’s Old Boys tienen hoy cosas en común. Viven un presente a la intemperie y ven un futuro con pronóstico de tormentas. El clima actual, de por sí, no es el mejor. Cambios abruptos de entrenadores, malos resultados y descontento de los hinchas son otros de los comunes denominadores que atraviesan ambas instituciones. Claro, en cada una hay particularidades que los separan.
El pasado reciente los pone también en plano de igualdad. La caída en primera vuelta de la Copa Argentina ante equipos del Federal A, es –también– una buena medida para marcar sus estados de ánimo y futbolísticos. Aunque, a la distancia, ambas caídas pueden ser anecdóticas, no dejan de ser una radiografía de procesos que ya desde su nacimiento difícilmente podían terminar positivamente. Elegir bien al experto para atacar el problema y acertar en el tratamiento será clave para evitar la mayor preocupación de los simpatizantes: el descenso en la próxima temporada. Tanto Newell’s (el más complicado) como Rosario Central comenzarán el próximo campeonato siendo protagonistas de esa pelea.
Claro. Equiparar a uno y otro es un acto blasfemo en Rosario. Pero, en gran medida, es cierto. La crisis, desde una perspectiva puede ser similar. Pero tiene características particulares.
La buena noticia para los canallas es que tienen un técnico con experiencia para afrontar lo que viene. Diego Cocca ya trabaja con el equipo, y afrontará con respaldo el receso a la hora de reforzar el plantel. Siendo un DT de la escudería del empresario Christian Bragarnik, un viejo conocido en el barrio de Arroyito, tendrá (se supone) los hombres necesarios para salir a flote ante el difícil desafío de reconstruir el equipo.
Cocca fue claro en su asunción con respecto al diagnóstico de Central: "Estoy preocupado porque las estadísticas de juego no son buenas. Le convierten, genera poco, y no juega bien". Un baño de realidad que bien puede tomarse como una base para despegar.
Atrás de Cocca hubo una serie de desaciertos en los directores técnicos que llevaron al club a una situación inestable. Malas decisiones dirigenciales a la hora de contratar entrenadores desde la salida de Eduardo Coudet. Paolo Montero, que se escapó de Colón de Santa Fe para asumir en Central, no dio los resultados esperados. Lo siguió la apuesta de Leonardo Fernández, un hombre fuerte de las inferiores que, tras un buen comienzo, se desinfló. Finalmente llegó una leyenda: Edgardo Bauza vino por más gloria, pero terminó echado como si fuera un desconocido. La obtención de la Copa Argentina fue apenas un bálsamo y transformó al Patón en el primer canalla en ser campeón como jugador y DT, pero el camino al título (incluso la final misma ante Gimnasia) fue a los tumbos. Y luego llegó el turno de Paulo Ferrari, el hombre que el presidente Rodolfo Di Pollina preparó para este momento. Pero… su apuesta fuerte duró apenas 22 días. Paulo Ferrari apenas dirigió seis partidos, con tres empates y tres derrotas, incluyendo la eliminación de la Copa Argentina ante el humilde Sol de Mayo.
Una ruptura por el Patón
La partida de Bauza y la llegada de Ferrari desgastó el poder político del presidente Di Pollina. Si bien puertas para afueras la Comisión Directiva se muestra compacta, quienes conocen el mundo Central saben bien de las diferencias entre el presidente y su vice, Ricardo Carloni.
En septiembre pasado, Di Pollina triunfó en las elecciones con casi el 60 por ciento de los votos: "ganó el proyecto", aseguró entonces. Desde que se hizo cargo tomó dos decisiones fuertes. La primera, rescindirle el contrato a Edgardo Bauza, algo en lo que no estaba de acuerdo el vicepresidente Carloni, quien en su momento había sido el factor determinante de la llegada del extécnico de la selección. La segunda decisión, fue el experimento que resultó ser Ferrari.
¿Tiene respaldo institucional el equipo de Arroyito?. Sí, claro. Si bien le caben las generales de la ley a la economía de los clubes, la situación es moderada y tiene con qué responder. Otra virtud del equipo canalla es la vida política permanente. Más intensa, violenta en algún pasado, más respetuosa en otros, eso lo fortalece institucionalmente.
Más allá de todos estos vaivenes, Central comienza la próxima temporada con un pie en la zona baja del descenso. Una sensación que se vive como una tragedia. El camino es largo, pero tiene tiempo para reaccionar.
Es más difícil explicar el presente de Newell’s. En realidad, ha hecho todo por descender de categoría desde el glorioso paso de Gerardo Martino (título incluido) hace ya seis años, algo que no solo había generado ánimos positivos por los triunfos sino también sentido de pertenencia en todos. Pero, a partir de allí, conformó planteles pobres en todas sus facetas, contrató (salvo mínimas excepciones), entrenadores no aptos para el alto rendimiento y las presiones que suele llevar en su mochila un club como Newell’s, y posee dirigentes que no solo aprendieron gestión deportiva junto al Tata, sino que dudan demasiado a la hora de tomar decisiones o, directamente, fallan en la toma de decisiones.
Las señales están a la vista. Comenzará en el último lugar en la tabla de promedios en la próxima temporada como fiel reflejo de lo que presenta en el campo de juego. Encima la barra brava expuso todas sus miserias cometiendo los destrozos en la cancha de Unión, ante la derrota de Villa Mitre 1-2, por la Copa Argentina. Es un reflejo de un cuadro caótico. Cuando no hay gestión, los violentos aparecen.
Las falencias institucionales se repiten. De hecho, el juez Fabián Bellizia sigue manteniendo el control total del club en lo referente a presupuestos y el pago de los compromisos, y garantiza que el club le pueda pagar a sus acreedores y honrar las deudas propias del funcionamiento.
Hace casi un año, en mayo del 2018, dispuso la destitución de Alberto Sauro y Carlos Cantarelli, como tesoreros del club, por los claros desmanejos, por ejemplo, por préstamos que los propios directivos le hacían al club y no había registros claros de esas transacciones. En un hecho sin precedentes hasta ese momento, la AFA sancionó al club con la quita de tres puntos por la presentación de balances apócrifos. No sorprendió. Tres puntos que pueden determinar la pérdida de la categoría al final del próximo ciclo. En la asamblea del año 2018, la violencia también fue protagonista, a tal punto que intervino la Justicia de faltas y la declaró nula.
Un presidente ausente
Newell’s parece un club a la deriva. El presidente Eduardo Bermúdez está ausente: no se lo ve en el club, como si se hubiera corrido del poder. La Comisión Directiva funciona con el mínimo permitido de sus miembros, y una renuncia más, la pondrá en estado de acefalía. El vicepresidente segundo, Cristian Damico, hoy en una potestad formal en la conducción del club, comete desaciertos tras desaciertos. El tiempo dirá cuánta responsabilidad tiene en este descalabro.
La política de refuerzos ha sido el cuestionamiento más fuerte en todo este tiempo. Salvo el arquero Alan Aguerre, de un nivel superlativo, el resto casi no ha jugado y, si lo hicieron, mostraron un nivel paupérrimo. La lamentable actuación de Ribair Rodríguez ante Talleres (ingresó y a los pocos minutos lo expulsaron) expuso la pésima conducción deportiva, tanto del manager, Sebastián Peratta, como el actual DT, Héctor Bidoglio, que tras la eliminación en la Copa Argentina renunció y luego volvió a su cargo porque los dirigentes no le aceptaron la dimisión.
Newell’s lleva cuatro partidos cayendo consecutivamente, en los cuales mostró a un entrenador perdido y a un equipo sin reacción ni personalidad. Tras reconstruirse de las cenizas, tras el paso de Eduardo López como presidente, el equipo del Parque vivió algunos años de recuperación institucional. Sin embargo hoy, salvando las distancias, volvió a foja cero. Las agrupaciones políticas no terminan de conformar liderazgos claros, y buscan encontrar puntos en común.
El jueves por la noche, en la puerta de la institución, se juntaron en un acto para reclamar a la Comisión Directiva acciones claras. El primer punto será contratar a un entrenador. Bidoglio, que pasó de interino a ser confirmado como entrenador y de renunciar a volver al cargo como interino por los dos próximos partidos, casi parece una serie de una vieja comedia de enredos. Se irá después de dirigir ante Huracán y Banfield. Algunos pretenden contratar a Sebastián Beccacece.
La imagen de Maximiliano Rodríguez, el ídolo que volvió a principio de año a terminar su carrera y generó un impulso inicial, se le desfiguró el rostro cuando veía cómo la barra rompía todo en la cancha de Unión. Hasta aquí, Newell’s tomó aspirinas para un dolor de cabeza crónico y grave. Pero no son los resultados, sino el proceso, el camino elegido para desembocar luego en las frustraciones.
Así están Rosario Central y Newell’s, dos clubes dominados por una crisis que los golpea fuerte y los pone ante el riesgo de perder la categoría en la próxima temporada.
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