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Por qué Miguel Russo y Boca nunca celebraron aquella Libertadores de 2007 en la Bombonera
Este martes a la noche comienza la Libertadores con Boca para Miguel Ángel Russo. Porque, aunque el estreno fue hace una semana con el 1 a 1 ante Caracas, en Venezuela, el verdadero debut copero para un DT xeneize es en la Bombonera.
Independiente de Medellín, desde las 21.30 (televisa ESPN 2), será una vara que medirá al flamante campeón de la Superliga. Y a la vez comenzará a saldar una vieja cuenta pendiente que tiene el entrenador. ¿Por qué?
Los festejos del Boca campeón de la Copa Libertadores 2007 fueron, quizás, de los más extraños de la historia reciente. Ni Bombonera abierta. Ni celebración de los jugadores con la gente. Ni caravana. Ni nada. Los momentos posteriores a la sexta y hasta ahora última conquista de América derivó en una serie de acontecimientos desafortunados que atentaron contra aquella alegría.
"Siempre tuve la ilusión de volver a Boca. Los técnicos que tuvieron la suerte de ganar la Libertadores pudieron hacerlo. Había algo, adentro mío, que me decía que iba a volver", confesó Russo en su primera conferencia de prensa en su segunda etapa como entrenador xeneize. Y agregó: "Ojalá me toque ganar la Copa y festejar en La Bombonera". No fue una frase más.
Miércoles 20 de junio de 2007. Boca vence a Gremio 2-0 en el estadio olímpico de Porto Alegre. Dos goles de Juan Román Riquelme sellan el histórico 5-0 global. Importa tan poco el penal que malogró Martín Palermo en el epílogo que nadie lo recordará. El Titán se abraza con todos. La postal eterna es el equipo levantando a Román, genio y figura de esa gesta. Atrás quedaron las críticas a Mauricio Macri por pagar 2.000.000 de dólares por un préstamo de cuatro meses del Nº 10. Algo antes de la distancia, Palermo y Riquelme dan la vuelta olímpica juntos. Se abrazan. Se elogian. Se felicitan. Russo sonríe como nunca. Más allá del altísimo rendimiento del enganche, sabe que su equipo brilló. Con el tiempo lo elegirá como el mejor que le tocó conducir. El DT ya palpita la gran fiesta en la Bombonera…
Una vez en el vestuario, cuando la efervescencia comienza a bajar, empieza el operativo retorno y se analizan variantes del festejo en Buenos Aires, con los hinchas de Boca. Entonces, los planetas parecen alinearse para impedirle a aquel plantel disfrutar como corresponde.
Concluido el torneo Clausura (tres días antes de la final con Gremio, Boca había igualado 0-0 con Lanús, en el Sur, y había terminado como subcampeón de San Lorenzo), el receso y las vacaciones del plantel pudo haber sido un problema. Pero no. La idea era celebrar a lo grande. No todos los días se es campeón continental.
La mayoría de los jugadores inicia esa misma noche sus vacaciones hasta el 2 de julio, fecha de inicio de la pretemporada en Tandil. Pero algunos no tienen descanso. Riquelme, Hugo Ibarra, Daniel Díaz y Rodrigo Palacio viajan directamente a Venezuela, a sumarse al seleccionado argentino. Alfio Basile los espera para disputar la Copa América. Once días más tarde debutarían con un categórico 4-1 sobre Estados Unidos. A Claudio Morel Rodríguez lo espera el mismo destino, para defender la casaca de Paraguay.
El arquero Javier García, el defensor Matías Cahais y el volante Ever Banega son parte del seleccionado Sub 20, que el 30 de ese mismo junio debuta en el Mundial de Canadá, donde finalmente también son campeones.
Diezmado, el vuelo chárter que transporta al plantel de Boca campeón de América llega a Ezeiza cerca de las 3 de la mañana del jueves 21. Copa en mano, jugadores y cuerpo técnico abordaron un ómnibus que los esperaba cerca de la pista de aterrizaje. En el silencio de la noche, los conduce hacia la concentración, en el hotel Inter-Continental, del barrio de Montserrat. Los hinchas improvisan una pequeña caravana; después, salvo algunos que decidieron pernoctar en el hotel, los jugadores retiraron sus pertenencias y se dispersaron, con la idea de reunirse luego para celebrar con la gente.
Sin nada definido, el plan era festejar ese mismo día en la Bombonera. Pero la decisión dirigencial es no abrir el estadio. La contrapropuesta es realizar La Caravana de los Campeones, un recorrido que a bordo de un micro cabriolet, con el techo abierto. Iba a partir a las 11 desde la Bombonera y transitaría las calles Brandsen, Montes de Oca, 9 de Julio hasta el Obelisco, Corrientes, Leandro N. Alem, Paseo Colón, Almirante Brown, Espora y culminaría con el ingreso a la playa de estacionamiento del estadio. Pero las malas condiciones climáticas suspendieron todo. Los jugadores no lo pueden creer. Russo, tampoco.
Los días pasan. La celebración se retrasa. La efervescencia baja. Riquelme, Ibarra, Cata Díaz y Palacio vuelven subcampeones de Venezuela con la selección argentina. Javi García, Cahais y Banega regresan de Canadá. La actividad en Tandil transcurre sin inconvenientes.
El sorteo del Apertura 2007 determina que Boca reciba a Rosario Central en la primera fecha. Es el momento para que el plantel campeón de América y el cuerpo técnico que conduce Miguel Ángel Russo celebren con su público y en su estadio. Pasaron eternos 44 días del 2-0 a Gremio en Porto Alegre. La alegría está, pero el tiempo transcurrido calmó la efervescencia del día después.
"Me quedó esa espina de no haber podido festejar la Copa con la gente de Boca en la Bombonera", dijo Russo hace unos años, cuando todavía ni soñaba con volver.
Curiosidades del destino, así como hace 13 años la definición fue en Brasil, la Libertadores de este año también se jugará en ese país. Aunque la sede del partido único es Río de Janeiro y el mítico Maracaná, y no Porto Alegre.
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