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Por qué la Superliga puede ser un reflejo de lo que pasó en el Mundial de Rusia
Describe Ricardo Zielinski, el DT de Atlético Tucumán: "Este Mundial demostró que el orden y la pelota parada son fundamentales para jugar bien. En el fútbol argentino te dan un presupuesto de 3 millones y después exigen que se juegue lindo y ganarle a Boca, que tiene un presupuesto inmenso. No siempre se puede". Enseña Edgardo Bauza, el conductor de Rosario Central, de fugaz paso por el seleccionado: "Quedó algo demostrado: para salir campeón, hay que saber defender. Lo que mostró Francia es una buena medida. No alcanza con tener la pelota: hay que saber qué hacer con ella". Interpreta Gustavo Alfaro, el técnico de Huracán, que vivió el Mundial en vivo: "Mucho de lo que ocurrió en Rusia va a replicarse en nuestro medio. Candidatos con miedo, equipos con menos recursos y con mejor planificación y el valor, cada vez más importante, de la pelota parada. Y otra cosa: acá como allá, el imprescindible, no juega más y era Maradona. Los demás son todos mortales, Messi incluido". Agrega Leandro Benítez, el joven técnico de Estudiantes: "Ahora, los detalles en el fútbol mundial son muy importantes. Se pueden ganar partidos y, por qué no, campeonatos. La pelota parada siempre fue importante, pero hoy parece ser vital".
La Superliga se mira en el espejo del Mundial. El campeonato, que empezará el viernes 10 de agosto próximo, tendrá conceptos que fueron determinantes en Rusia. Algo así como una ruta, de Rusia hacia la Argentina, en la que viajan ideas parecidas, establecidas como las nuevas verdades de este tiempo. ¿Cuáles? El valor de la pelota parada, el efecto de la planificación, el fin de la posesión como modo excluyente de triunfo, la defensa con influencia imprescindible y la explotación del espacio, vía el contraataque. Además, las figuras estarán al servicio de la causa –no habrá estrellas solitarias, ni equipos que jueguen exclusivamente para ellos, más allá del talento natural– y la velocidad le seguirá ganando la pulseada a la pausa.
En el Mundial, en el que Alemania se despidió en la primera rueda, España se marchó una etapa después y se presentaron algunas sorpresas, se marcaron 44 tantos de pelota parada (sin contar penales ni goles de tiros libres directos) de un total de 169. El 26 por ciento celebró por esa vía, todo un síntoma de estos tiempos.
Inglaterra, por ejemplo, el seleccionado que terminó cuarto con un plantel joven, marcó 12 goles; de ellos, 9 surgieron del balón detenido. El conjunto británico es fruto de un trabajo de planificación extenso y exitoso: es el campeón actual de los Mundiales Sub 20 y Sub 17. El fútbol argentino no tiene tiempo: exige resultados o acaba en el destierro. La excepción es Marcelo Gallardo en River: asumió a fines de mayo de 2014. Es excepcional, también, su modo de juego: el Muñeco cree en la posesión del balón, aunque no como única vía para alcanzar el éxito.
"Siempre busco agresividad. El año pasado fuimos el equipo con mayor porcentaje de posesión de pelota, pero hay que ser agresivos. Por eso necesito jugadores que me den cambio de ritmo y también recuperación", contó tiempo atrás. Durante 2017, River fue el líder de la posesión, con un promedio de 60,7%; lo siguió Lanús, dirigido por Jorge Almirón, con 59,7. Lo llamativo: no fueron protagonistas estelares, se les cayeron las medias a mitad de camino. Ezequiel Carboni, hoy en el Sur, analiza: "Los Mundiales marcan una tendencia. En Rusia se vio mucha jerarquía colectiva. Y hubo muchísimos goles de pelota parada. Pero acá, en un torneo largo, los grandes clubes hacen la diferencia desde lo económico".
Ese es otro factor: la billetera. Pero no es excluyente: hace tiempo que los equipos, lejos del confort de los poderosos, se animan en la Bombonera y en el Monumental. Darío Benedetto, el artillero de Boca, avisa: "Estamos trabajando para jugar de manera muy ofensiva, eso tal vez genere espacios en los rivales. No es arriesgado jugar así, pero por ahí los partidos de copa se analizan de manera distinta". Un concepto a largo plazo, otra idea en los cruces directos, los mano a mano coperos. Más allá de los libretos indispensables –saber a qué juega cada equipo–, se presentan más que nunca las variables, según el contexto y el torneo.
De los 26 equipos de primera, solo diez técnicos se inclinan por la posesión. Entre ellos, están Gallardo, Guillermo Barros Schelotto, Walter Coyette (San Martín, de San Juan) y Rubén Forestello (San Martín, de Tucumán), con el toque como fuente de inspiración. A ninguno le seduce tanto como a Ariel Holan, de Independiente. "A veces la posesión no se puede conseguir y lo importante es poder salir de contraataque, saber cómo encontrar espacios en velocidad. Cuando uno no tiene el balón, empieza a correr más de la cuenta. Nos sentimos más cómodos atacando y teniendo la posesión de la pelota", entiende.
Claudio Borghi fue comentarista en el Mundial. "Las figuras no salvan las estructuras. Brillan cuando brilla el equipo, como en el caso de Bélgica. Eso ocurre acá y allá", descubre. Hace años que Pedro Troglio se convirtió en un especialista en la pelota parada. En su regreso a Gimnasia, replica esa fórmula y toma de ejemplo al Maestro Tabárez: "Los dos primeros defensores de Uruguay eran Suárez y Cavani que, a su vez, son dos de los mejores delanteros del mundo". Diego Dabove, el DT de Godoy Cruz, la última revelación, agrega otro concepto. "Les va a costar a los equipos que no tengan velocidad y precisión en la mitad de la cancha. En el Mundial fue impresionante el ritmo que mantuvieron Croacia e Inglaterra, por ejemplo. La Argentina sufrió la falta de volantes dinámicos. En el fútbol argentino, sin ritmo, te llevan puesto", aporta.
El fútbol se transforma. La creatividad siempre es una fórmula, pero cada vez hay menos gambetas. Por eso, Hazard fue tan determinante. Por eso, tal vez, Ricardo Centurión, Cristian Pavón, Mauro Zárate, Gonzalo Pity Martínez, Martín Benítez y Lautaro Acosta, aún con tropiezos, sean piezas exclusivas en nuestro fútbol. El talento siempre es una recompensa frente a los sistemas cerrados. Sin embargo, el 2,26% de promedio de gol por partido de la Superliga pasada –se cree– será difícil de superar. Zielinski abre la puerta del cerrojo, algo así como la moda actual, sobre todo, para las formaciones más débiles. "No todos podemos jugar de igual a igual. ¿Para qué, para suicidarnos? El fútbol es para los inteligentes: hay que saber cuándo se puede arriesgar y cuándo hay que saber guardarse".
La defensa será protagonista estelar en la Superliga. Pero no se trata de bajar los brazos: el juego tendrá un esencial componente de vértigo. Eduardo Coudet, en Racing y Gabriel Heinze, en Vélez –entre otros–, así lo certifican. "No me inclino tanto por la posesión, soy más bien vertical", acepta el Gringo, que sufrió un adelanto en la Copa Argentina de lo que será el torneo doméstico. Vélez quedó eliminado por penales contra Central Córdoba de Santiago del Estero, un humilde conjunto que acaba de subir a la B Nacional. Ya no se trata de sorpresas, son una realidad: Banfield perdió por penales con Lamadrid, San Lorenzo apenas le ganó por 1-0 a Racing de Córdoba (aferrado a un gol de pelota parada), Belgrano perdió por 1-0 con Platense y Racing se despidió por el mismo marcador con Sarmiento de Resistencia.
A Tigre, ayer, frente a Guillermo Brown de Puerto Madryn, lo salvó un golazo de Cachete Morales, una joya parecida a la creada por Coutinho, en el 1-1 de Brasil con Suiza. Un alivio: la clase de los talentosos está al acecho, en Rusia y en la Argentina. Al rato, Olimpo se impuso por penales sobre Aldosivi, luego del empate 1-1 en los 90 minutos. Los goles cayeron por el efecto de la planificación. El conjunto de Mar del Plata abrió el marcador: córner –un amago previo entre dos pateadores–, y dos cabezazos en el área, el último, de Juan Galeano. El 1-1 llegó rápido: Martín Ferreyra, también desde las alturas, luego de un tiro de esquina.
La táctica de algunos ganadores –Aldosivi es de primera, Olimpo está en la B Nacional–fue casi siempre la misma: agruparse y contraatacar. Buena defensa, planificación, utilitario uso del balón, vértigo. Reflejos que dejó el Mundial y que serán replicados por la Superliga.
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