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Pol Fernández: la ilusión de Racing, el origen de su apodo y la influencia de Riquelme
Sentado en una butaca de la Platea A del Cilindro, Guillermo Pol Fernández explica que Granadero Baigorria, el lugar dónde se crío corriendo detrás de una pelota, es a Rosario lo mismo que Avellaneda a la Ciudad de Buenos Aires. "Yo aprendí a jugar ahí, desde muy chico, con mi primo y mi hermano que tenemos la misma edad. Jugaba en el club de barrio –cuenta el mediocampista de 26 años– hasta que me fui a la academia de Jorge Griffa, que fue un salto de calidad para mí. Me quedaron grabadas muchas cosas. Sobre todo que para jugar al fútbol tenés que tener cinco cosas básicas: pase, recepción, salto, cabeceo y remate al arco. Después, hay que sumarles muchas cosas. Pero esa es la base". En los 435 minutos (4 partidos como titular y tres entrando) que lleva con la camiseta de Racing mostró algunas de esas virtudes, al punto que ya se ganó un lugar como titular en el equipo de Eduardo Coudet, el puntero de la Superliga . El mediocampista maneja con cautela el liderazgo de la Academia y así la charla se vuelve mucho más amplia.
–¿Qué pasa en Rosario? ¿Por qué salen tantos buenos jugadores y por qué hay tantos técnicos?
–Creo que es una mezcla de cosas. El rosarino es muy pasional. Ya se puede ver con el Central-Newell’s. Se vive el fútbol de una manera especial. Acá en Buenos Aires hay muchos equipos que lo viven también, pero es verdad que algo marca la cantidad de chicos que surgimos de esa zona. Creo que es algo que se mama desde chico. Crecemos con el sueño de ser protagonistas para estar ahí en el ambiente. Aunque desde afuera se ve hermoso pero después no es para cualquiera.
–Jugás en una posición rara, o en varias posiciones a la vez. ¿Con qué jugador te referencias?
–Cuando era chico miraba mucho más que ahora. Fui creciendo y tengo otras obligaciones que antes no tenía como criar a mi hija. Me gusta mirar mucho fútbol. En mi posición hay muchos jugadores de nivel. Soy un volante interno que puede ser media punta o doble cinco. Hay muchos que lo hacen muy bien, pero para mi gusto el que mejor lo hace es el brasileño Paulinho. Tanto en ataque como en defensa lo hace a la perfección. Después, de mitad de cancha para adelante hay infinidad de jugadores.
–Paulinho llega mucho al gol. ¿Es algo que te propusiste mejorar?
–Es un tema que me gusta pero también disfruto cuando ayudo a que conviertan mis compañeros. ¿A quién no le gusta hacer goles? Estás adentro de la cancha y la gente grita tus goles, es algo hermoso. Pero siempre intento buscar al mejor ubicado, no soy egoísta.
–Te hiciste cargo de las pelotas paradas. ¿La pegada se trabaja?
–Siempre fui de pegarle de larga distancia o hacer cambios de frente. Desde muy chico lo practiqué. Quizás en otros equipos no se me daban tanto las situaciones. Intento mejorarlo y ahora encuentro mejores espacios.
–Coudet dijo que si a tu juego le agregás intensidad vas a ser un jugador más serio todavía.
–Ya todos lo conocen al Chacho y saben cómo quiere que jueguen sus equipos. Para mí era un desafío. Sus equipos son realmente intensos. Ahora me planteé insertarme lo más rápido posible. En Godoy Cruz no hice la pretemporada ideal porque todo el tiempo parecía que me iba, así que me aflojaban las cargas, paraba y después volvía a fondo porque parecía que me quedaba. Los primeros partidos me costaron pero ya estoy adaptado.
–¿Qué te marcó Coudet?
–Movimientos que en determinadas posiciones de la mitad de la cancha tenemos que hacer. Cosas simples que necesitás que te las digan porque a él le gusta jugar de determinada manera y yo venía de jugar en un equipo que me daba libertades. Hoy estoy disfrutando.
–¿Por adentro te sentís más cómodo?
–Es una posición en la que jugué mucho, aunque anduve por todas las posiciones de la mitad de la cancha. Con un volante atrás y la libertad para ir hacia adelante me gusta porque puedo hacer jugar a mis compañeros y que el equipo tenga la pelota. Me siento más cómodo, pero el Chacho sabe que yo estoy acá para sumar.
–En estos partidos no tenías a cualquiera atrás: se los vio cómodos con Marcelo Díaz.
–El primer día llegamos juntos. Hicimos la revisión médica, pero lamentablemente ahí no teníamos la pelota, je. Ya todos conocen su trayectoria. Mucha experiencia, mucha calidad. Me sentí muy cómodo. Se hace fácil jugar con él porque siempre tenés una opción de pase.
–¿Qué podés aportarle a Racing?
–Ojalá que sea un paso excelente. Y excelente significa ayudar a ganar algo. Vine para ganar cosas. Pero todo será a su tiempo. Recién estamos en el comienzo, aunque vamos primeros. Ya nos propusimos el objetivo de llegar a la última fecha con chances de ser campeones. No nos vamos a bajar. El técnico y el capitán dieron el mensaje y nosotros iremos atrás de ellos: el objetivo es ser campeón.
–Más allá del golpe, ¿sirvió la eliminación de la Libertadores ante River?
–Fue un golpe duro que no esperábamos. La serie estaba muy pareja. La charla fue para levantar, para corregir. Duele mucho pero había que insertarnos rápidamente en la Superliga. Si perdíamos con Central se nos venía el mundo abajo porque iba a ser difícil. Ahora dimos una muestra de que revertimos la situación, mostramos que estamos vivos y que ese fue un mal día.
–¿Qué te sorprendió del club?
–No conocía desde adentro pero sé lo que es venir a esta cancha. La gente se hace sentir. Ahora que llegué al club me han tratado excelente. Disfruto cada día. Tengo pocos minutos, pero el hincha ya me trata bien, es cariñoso y respetuoso. Eso me da fuerza para trabajar y quiere decir que por ahora estoy haciendo las cosas bien.
Pol Fernández, en el documento, se llama Guillermo Matías Fernández. "Sólo en el documento. Soy Pol desde que tengo uso de razón. Para mi familia, para mis amigos, soy Pol. En mi barrio soy Pol. Lo apropié como un nombre. Yo decidí escribirlo así pe-o-ele", cuenta el ex Boca. La historia es conocida: en 1991 su padre futbolero quiso llamarlo así por la admiración que le despertaba Claudio Paul Caniggia. Pero no se lo aceptaron, así que lo anotó con el mismo nombre que él: Guillermo. Su papá, además, desde hace unos años es su representante. "Yo no le llamo así. Me asesora y a él lo asesoran. Digamos –define Fernández– que es como una empresa familiar. Tuve experiencias no tan buenas con ese tema. Sé que hay gente que trabaja muy bien, pero mi viejo me ha dado una mano grande en los últimos años y estoy más cómodo con él. Hay muchas cosas que fuera de la cancha no entiendo y él me tiene más paciencia que otro".
–¿Es más difícil acostumbrarse a lo extrafutbolístico que a lo que se juega dentro de la cancha?
–Yo le presto más atención a lo que pueda pasar adentro de la cancha. No me gustan esos temas, trato de que mi viejo que se encargue. En Boca, la psicóloga me retaba porque no la iba a ver muy seguido. Yo estaba enfocado en jugar. Ahora, con el paso del tiempo uno se da cuenta que tiene que estar tranquilo de la cabeza para rendir al máximo. Lo psicológico juega un papel fundamental. Pero la verdad es que soy medio reservado y trato de hablarlo con mi círculo íntimo. Si no hay confianza soy tímido.
–Para un pibe tímido no debe ser fácil llegar con 20 años al vestuario de Boca con Riquelme, Schiavi y compañía.
–Estaban el Flaco, Román y muchos jugadores de nombre como Walter Erviti, Somoza, el Tanque Silva. Cuando pisé el vestuario por primera vez ya me trataron de buena manera. Me sentí muy cómodo. No era fácil estar delante de ellos porque los miré toda mi infancia por tele. Pero lo disfruté. Y aprendí mucho.
–¿Tenés contacto con Román todavía?
–Cada tanto hablamos. A mí no me gusta molestarlo. Pero tanto él como Walter (Erviti) son jugadores que de vez en cuando me escriben y eso me pone contento porque quiere decir que algo hice bien. Román me escribió hace poquito, cuando todavía estaba en Godoy Cruz. Ahora que me encontré con Javi (García) le pregunté cómo anda Román y le mandé saludos. No me gusta ser tan directo con personas así de importantes. No las quiero molestar.
–Entre que saliste de Boca y volviste a jugar en un grande pasaron casi cinco años. ¿Por qué?
–Creo que tiene que ver con la edad y con la maduración. En cuanto a visión de juego y decisiones rápidas creo que mejoré mucho. Antes me entretenía un segundo de más. Y en el fútbol de hoy un segundo es una barbaridad.
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