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Mauricio Pochettino: al líder humano le pegaron una patada
Un día cualquiera, los jugadores del Tottenham recibieron un mensaje por Whatsapp. Una frase, en realidad. Una frase del entrenador de básquetbol serbio Božidar Maljkovic. ‘Un perro y un lobo son lo mismo, con una diferencia: el perro vive en casa, tiene comida, agua y duerme en la cama del dueño. Mientras que el lobo vive en la montaña, tiene que buscarse el alimento y refugio donde dormir’, leyeron. Mauricio Pochettino se apropió del remate: "En mi equipo quiero lobos, gente con hambre y ambición". Los Spurs tenían fama de club vendedor, bajo la mirada más indulgente, y de perdedor, con el colmillo de la maldad. Pochettino despedazó esa dinámica desde la ferocidad competitiva y un contagioso liderazgo emocional. Cercano sin asfixiar, pero exigente sin espantar. Persuasivo como la gota que horada la piedra, contenedor como un acolchado de plumas. Desafiante, Pochettino propuso una revolución. Y zarandeó tanto que reconfiguró el mapa de Europa. Liberó a Tottenham de sus complejos para atropellar en esa histórica tierra de gigantes. No le alcanzó, es cierto, en la última Champions fue testigo directo de la consagración de Liverpool.
Este hombre está sin trabajo, hace unas horas fue despedido por Tottenham. Una salida sorpresiva para todos; las redes sociales, ese que Pochettino ni tiene ni consume, braman y acusan al club de ingrato. Las primeras noticias también descubren a una hinchada incrédula, esa que estaba acostumbrada a cantar el clásico "¡He’s magic you know!". Hablaban de él, claro, todo el tiempo. Estaban orgullosos. Tanto como cuando, desde el fondo de la historia, gritan "¡Coys, coys, coys!!" (Come on You Spurs) durante horas. En el ciclo de Pochettino, los Spurs fueron 5° (2014/15), 3° (2015/16), 2° (2016/17), 3° (2017/18) y 4° en 2018/19. Actualmente, marchan en la posición 14° de la Premier League. Y lo echaron.
Este hombre está conmovido. Porque entiende el fútbol desde la pasión, sin la vanidad del científico. "No se trata de correr más o de preparar mejor tácticamente el partido, la clave es el apartado psicológico. Si logramos elevar la autoestima, la confianza, creer en una idea y lograr que mi compañero combinado conmigo seamos imbatibles… ahí hay un potencial tan grande por descubrir que marcará en el futuro la nueva frontera entre ganar y perder", le contaba hace un tiempo a LA NACION. En definitiva, para Pochettino todo se reduce a un mano a mano de pulsaciones. Y agudiza la preparación, tanto que su hijo mayor, Sebastiano, estaba al frente de un laboratorio de los Spurs muy particular, que combinaba pruebas clínicas con análisis hormonales y estudios del estrés a través del sueño. Un amigo de Mauricio, parisino, biólogo, comandante de la Fuerza Aérea francesa, especialista en emociones bajo presión de los pilotos de caza bombardeo, supervisaba mensualmente este departamento. Para entender hasta donde llega la curiosidad y el grado de minuciosidad que le impone Pochettino a su trabajo. Hoy esta despedido por "resultados extremadamente decepcionantes".
Cuando dejó de jugar, lo primero que hizo fue estudiar. Se sumergió en un Máster en gestión de empresas. Él se lo confió a LA NACION: "Cuando los futbolistas estamos en la burbuja pensamos que sabemos todo. Esa soberbia nos hace ignorantes, y lo digo con respeto porque yo me sentía así. Cuando jugás crees que podés ser mejor entrenador que tu entrenador, no tiene límites tu soberbia. Pero después llega la cruda realidad. Yo cuando terminé de jugar tuve la curiosidad de ver el mundo real y decidí meterme en una escuela de negocios y comportarme como un chico becado más, como los que venían de Brasil, de México o eran de Cataluña. Viví un año maravilloso yendo a clases, preparando trabajos y estudiando con gente normal. La relación con gente diferente a la que yo había conocido en los últimos 20 años me ayudó a comprender mejor a la sociedad". A descubrirla, también.
Cuando volvió al fútbol, comenzó entrenando a los equipos femeninos del Espanyol. Empezó sin prejuicios ni pretensiones. Hasta que llegó la oportunidad: lo presentaron un martes de enero de 2009 como entrenador de la primera de Espanyol y debutó al día siguiente... contra el Barcelona de Messi, Iniesta, Xavi, Eto’o... Empató 0-0. ¿Cuánto cambió desde entonces? "Mucho. Y espero seguir cambiando. El día que no evolucione tendré que dejar esta profesión. El entrenador debe estar abierto y atento a todo para no estancarse. Si creés que sabés todo, que llegaste, tenés que ir a comentar fútbol a la televisión".
Pochettino tiene una sensibilidad especial. Descree de la fama, se cuida de la exposición. "Eres una persona pública y la gente demanda cosas de ti, lo sé. Pero me siento cómodo dando lo mínimo, que es lo que naturalmente siento que debo dar. Yo sé que puedo venderme mejor, ir a miles de lugares, abrir un Twitter, subir las fotitos, pero me parece algo muy frívolo y superficial; ahora, respeto que otro lo haga. No necesito vender nada ni que la gente me muestre cariño para sentirme bien. No necesito miles de seguidores en Twitter para ser feliz. No, no, no necesito de ese alimento. Prefiero el reconocimiento profesional antes que el populismo y ser el simpático que vende algo...", advierte, y muestra sus credenciales.
"Hoy el líder humano es el líder que triunfa. A los jugadores hay que ayudarlos a descubrir la pasión, la inspiración… Más que motivarlos hay que cuidarlos... Hoy en día todo tiende a enfriar las relaciones, a sostenerlas por los mensajitos, Whatsapp, Sky…, a la gente prácticamente le cuesta relacionarse, hablarse, mirarse a la cara, tocarse... Los que venimos de otra generación, y quedamos en el medio, tenemos la responsabilidad de que esta nueva generación no pierda el tocarse, hablarse, relacionarse, que en definitiva es el fútbol. La táctica no es más que la relación que tienes tu con tu compañero, tu con el balón, tu con la portería, tu con el contrario, tu con el referí… al final es eso. En base a cómo nos relacionamos vamos a definir cómo actuamos", le contó a La Nación. Casi como un mantra. Pero esa sensibilidad no lo puso a salvo de Daniel Levy, el patrón de los Spurs.
Se marchó del país hace 25 años. Se fue a España en 1994, con su señora embaraza de dos meses. Hablaban por teléfono cada 10 días desde una cabina… "A 13.000 km de distancia fue difícil, pero a la vez nos hizo madurar y entender que esta, nosotros cuatro, era nuestra real familia", cuenta. Padres, hermanos, sobrinos, primos y tíos de Mauricio viven en Murphy. Karina es su compañera de siempre. Misionera..., aunque nació en Zárate. Cuando Mauricio dice que son cuatro, se refiere a sus hijos. Dos varones, catalanes ellos. En la Navidad de 2012 estuvo por última vez en Murphy. Desde entonces, no volvió a su pueblo santafecino. Sí, fugazmente a la Argentina, en noviembre de 2016, cuando brindó una charla en Lago Escondido para entrenadores de la zona y lugareños. El millonario inglés Joe Lewis, el empresario dueño de Lago Escondido, es accionario del Tottenham y lo invitó a pasar unos días en el Sur.
Hincha de Racing por herencia paterna, luego se encariñó con Newell´s. Si de padres se trata, tiene dos: "Marcelo es como un padre, mi segundo padre. Porque mi relación con él comenzó cuando yo tenía 12 años. Todas mis palabras van a ser positivas para él". La leyenda cuenta que un día Marcelo Bielsa le dijo a Pochettino que era "una mierda como defensor". Lo estaba aguijoneando, lo desafiaba a seguir creciendo. Vaya si lo valoraría el entrenador que lo llevó a la primera de Newell’s con 20 años, compartieron un título en el Parque en 1992 y diez años después sufrieron juntos el Mundial en Japón.
Cuando Pochettino llegó a Inglaterra en enero de 2013, a Southampton, no sabía una palabra en inglés. "El día antes de viajar, mi señora y mis hijos me hicieron una lista: cómo se dice portería, árbitros, pelota, pase… y con eso me largue. Un inconsciente absoluto. Después me di cuenta de las estupideces que decía… Todavía me cuesta y tengo que seguir mejorando…" Superarse es su desafío, y en el intento está a un paso de la cima de Europa. "To dare is to do", está pintado en la futurista ciudad deportiva de Tottemham Hotspur, en el municipio londinense de Enfield. "Atreverte es lograrlo", reza. ¿Casualidad? La frase no puede resumir mejor el espíritu de Pochettino. El hombre que vive en Barnet, al norte de Londres, a una hora de Piccadilly Circus, y ahora verá cómo continúa su vida.
Llamó la atención cuando en el anteúltimo mercado de pases Tottenham no contrató refuerzos. No invirtió ni un euro porque el dinero debía destinarse a la financiación del nuevo estadio. Igual se las ingenio Pochettino y su equipo casi gobierna Europa. ¿Extraño, no? "Sólo el corazón le puede ganar a los presupuestos", murmuraba Pochettino sin querer despertar polémicas. Mira horas de fútbol, disecciona los partidos y quema madrugadas diagramando nuevos ejercicios. Como todos. Pero su auténtica obsesión es convencer a los jugadores. ¿Cómo? Siendo tan genuino como espontáneo. Humano. "Podrás mostrar tu cara menos amable, podrás estar cercano o lejano, pero serás tu. Seguir lo que tu eres, creer en tu intuición, confiar en ti mismo. Yo he aprendido a comportarme de esa forma, porque he cometido errores en el pasado", acepta. Pochettino todavía no ha ganado ni un título en su carrera y sin embargo lo arropa el prestigio. Su don de gente lo deja a salvo de todos los atropellos.
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