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Pierluigi Collina: un personaje marketinero
Considerado el mejor árbitro del mundo, el juez italiano también tiene una gran habilidad para explotar su imagen pública y comercial; a los 24 años, una enfermedad hormonal le provocó la caída del cabello
Para los hinchas argentinos memoriosos, Pierluigi Collina quedó emparentado con una de las derrotas de un seleccionado nacional que más perplejidad causaron en la última década. La escena quedó grabada como la imagen emblemática de la caída. Se disputaba la final de los Juegos Olímpicos de Atlanta 96 entre la Argentina y Nigeria. El partido estaba 2-2 y faltaba un par de minutos para el cierre; llegó el tiro libre de los africanos sobre el área; el equipo de Passarella jugó al offside y Amunike recibió solo para definir ante Cavallero y establecer el 3-2. Fuera de juego, acción invalidada, incomprensión..., fueron las reacciones instantáneas de los futbolistas argentinos y de quienes seguían el encuentro por televisión. Las repeticiones por TV desde diferentes ángulos demostraron que Collina no se había equivocado: Sensini se demoró un segundo en salir y habilitó a Amunike.
Lo que para la Argentina quedó como una desazón, para el italiano fue uno de los hitos iniciales en su primer año como árbitro internacional, en una carrera que siguió una línea ascendente aupada en su capacidad, sí, pero también en su habilidad para explotar su imagen pública y comercial.
A punto de dirigir su segundo Mundial consecutivo, Collina no profesa aquel adagio futbolero que dice que “el mejor árbitro es el que pasa inadvertido”. Este juez no acepta un papel secundario e irrelevante en el escenario futbolístico. La jerga de esta época lo define como un personaje marketinero, que hace un culto de su imagen. Y para eso se vale de más cosas que el impacto visual que produce su impecable calvicie en un hombre de 42 años. Angel Sánchez, el representante argentino en Oriente, quedó sorprendido cuando hace poco se encontró con Collina en una reunión de la FIFA. Se movía y llevaba tantas pertenencias personales como si fuera una estrella... Bueno, es justo a lo que apunta Collina.
Su perfil está diseñado para diferenciarse del resto de sus colegas y ser tan carismático como alguno de los futbolistas que dirige. Por lo pronto, es el único árbitro que tiene una página propia en Internet. Con varios de los astros que están en Europa no sólo comparte una cancha; se mezcla con ellos para ser uno de los rostros publicitarios de Adidas, que recientemente armó una campaña publicitaria para el Mundial con Zidane, Aimar, Barthez, Del Piero, Beckham, Raúl, Rui Costa y..., por supuesto, Collina. Este enrolamiento tan explícito con una marca de indumentaria deportiva levantó algunas sospechas en Barcelona, que, vestido por Nike, definió las semifinales de la Liga de Campeones ante Real Madrid, vidriera de Adidas como Collina. Al final intercambió la camiseta con Roberto Carlos.
Su foja impone respeto. La Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol –la misma que encumbró a Marcelo Bielsa a principios de este año– lo nombró el mejor juez del mundo en los últimos cuatro años.
La pelada propició un apodo lógico: Kojak, personaje que interpretó el actor Telly Savalas, look que no es voluntario, ya que a los 24 años sufrió una enfermedad hormonal que le provocó la caída del pelo. Sus ojos saltones, que resaltan más por la falta de cejas, y la sonrisa fácil terminaron por dibujar una fisonomía que dice favorecerlo: “Los jugadores me respetan más por mi aspecto”. Su gesticulación y la ampulosidad de movimientos llaman la atención.
A diferencia del perfil hierático que cultivó Castrilli, Collina prefiere el diálogo con los jugadores. “Me gusta explicar mis decisiones porque todo el mundo tiene derecho a saber lo que cobré. Si un jugador te conoce y cree en vos, puede aceptar tu error”, argumenta. Por eso, una vez no dudó en acercarse hasta el banco de suplentes para explicarle al técnico Roy Hodgson (Inter) por qué había anulado un gol. En Europa es recordado su gesto de levantar y consolar a los jugadores de Bayern Munich que en 1999 perdieron la final de la Liga de Campeones ante Manchester United, en los últimos minutos.
Licenciado en Economía y Comercio en la Universidad de Bologna, Collina es asesor financiero de la Banca Fideuram e hincha del equipo de basquetbol Fortitudo. Los idiomas son otra de sus especialidades: habla inglés, español y francés. Su relación con el fútbol empezó como jugador; fue zaguero central hasta los 15 años, cuando un compañero del liceo lo convenció de hacer el curso de árbitro.
Gustoso de exhibirse ante las cámaras de televisión, Collina no se atreve a desafiarlas desde su profesión, como lo expresó en ocasión de la Eurocopa 2000: “Cada partido fue seguido por 18 cámaras de TV desde 18 posiciones diferentes. Yo no puedo luchar contra la televisión. Eso es imposible para mí”.
Lugar y fecha de nacimiento : Viareggio. 13 de agosto de 1960.
Altura y peso : 1,88 m y 74 kgs.
Carrera como árbitro : En la primera de Italia desde 1991. Internacional desde 1995. Controló 59 partidos internacionales entre clubes y seleccionados. Dirigió en los Juegos Olímpicos 96, en el Mundial 98 y en la Eurocopa 2000
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