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"Pese a la edad, me sentía bien físicamente, con ganas": a 29 años del último partido de Ricardo Bochini
El domingo 5 de mayo de 1991, en la Doble Visera, Independiente recibía a Estudiantes por la undécima fecha del torneo Clausura. Nadie se imaginaba que esa tarde soleada iba a ser la última de Ricardo Bochini como jugador de los Rojos. El Maestro, a los 37 años, daba su última lección de fútbol.
En ese partido, Bochini tuvo que dejar el campo a los 41’ por una entrada de Pablo Erbín que le produjo una lesión en la rodilla. La gente del Rojo se preocupó porque la falta había sido fuerte y el Bocha tenía un físico frágil. También, porque era inusual que un rival consiguiera pegarle: Bochini era astuto para no exponerse a las patadas. Y además se lo respetaba, era una figura cumbre, pocos se atrevían a las rudezas contra él.
Desde Ciudad Evita, donde transita la cuarentena, el Bocha recuerda: "Fue mi último partido. La decisión del retiro la tomé un par de meses después". Reafirma así lo escrito en su libro autobiográfico Yo, el Bocha: "En el año ‘91 me sentía bien, estaba jugando sin problemas cuando llegó ese partido contra Estudiantes. […] Pese a la edad, me sentía bien físicamente todavía, con ganas, con ilusión. Unos días antes habíamos enfrentado a Argentinos Juniors y jugamos una barbaridad".
Con Erbín nos hemos visto varias veces y está todo diez puntos, pero la gente no se lo perdonó. Tiene un hijo hincha de Independiente y no lo puede llevar a la cancha porque si lo ven a él lo matan
Bochini en su libro también exime de responsabilidad a Erbín, el "verdugo" al que los hinchas rojos adjudicaron la culpa del retiro, y revela una increíble situación que se produjo con el hijo del jugador pincharrata. "Se me produjo una distensión de ligamentos en la rodilla. No era grave, pero iba a tener que estar ausente un tiempo y ya no tenía ganas de hacer la recuperación, me costaba. En octubre del año anterior me había pasado lo mismo jugando contra Chaco For Ever. Me enganchó Richard Tavares, aquel que había jugado en Boca, y me arrastró la pierna. Ahí ya me costó hacer la rehabilitación. Creo que Erbín se tiró demasiado fuerte y llegó un poquito tarde, yo ya había largado la pelota. Igual no lo culpo de nada, le tocó a él lesionarme, pero el final estaba cerca. Nos hemos visto varias veces con Pablo y está todo diez puntos, pero la gente no se lo perdonó, si me cuenta que tiene un hijo que es hincha de Independiente y no lo puede llevar a la cancha porque si lo ven a él lo matan".
"Podría haber seguido todo ese año y alguno más -continúa la referencia al último partido en Yo, el Bocha-, pero ya está, treinta y siete años y en algún momento se tenía que dar lo del retiro. También hay una realidad: de joven yo salía de la gambeta, daba tres pasos y no me agarraban más, en esos primeros metros era rápido. Ahora hacía lo mismo, amagaba para un lado y salía para el otro, pero me paraba cualquiera".
Cuando le picó el bichito y casi regresa
Tras el retiro, Bochini asumió la dirección técnica de Independiente en dupla con Carlos Fren, en el Apertura 1991. El ídolo se hizo cargo de un plantel muy disminuido: ya no estaban Alfaro Moreno, Ricardo Giusti, ni Rubén Insúa. Y los refuerzos que le trajeron al Bocha no estaban a la altura del club. La campaña de Bochini y Fren fue de 6 victorias, 7 empates y 6 derrotas. Terminado el Apertura, el Bocha advirtió que la directiva no lo apoyaba y renunció.
Tiempo después de esta experiencia, el Bocha casi vuelve a ponerse los pantalones cortos. Así lo refleja en su biografía: "Un día me llamaron para jugar un amistoso contra Atlanta en Laboulaye, Córdoba. Fue a fines del ‘92. Atlanta estaba en el Nacional B. Yo jugué para el equipo de Laboulaye. Creo que empatamos 2 a 2, pero le dimos un baile. Y aguanté los 90 minutos bien. Hacía más de un año que me había retirado, sin embargo me empezó a dar vueltas la idea de volver. Me dije: si juego así para un equipo regional, contra otro del Nacional B, estando mejor rodeado puedo andar tranquilamente. Y en Independiente estaba Nito Veiga de técnico, que era un amigo; no hubiese tenido problemas en incorporarme. Pero ya me habían hecho el partido homenaje y hubiese quedado medio mal con la gente, eso me hizo pensar y me tiró para atrás".
La polémica por el partido homenaje
El 19 de diciembre de 1991, en el estadio de Independiente, Bochini tuvo su merecido partido homenaje. Se gran amigo Daniel Bertoni, el Loco Gatti, Claudio Marangoni y el Beto Alonso, entre otros grandes, estuvieron presentes. Una multitud le rindió tributo al gran ídolo, le dio las gracias por veinte años de magia, de fidelidad y de grandes conquistas.
Pero hubo una deslealtad de los dirigentes que al Bocha le quedó como una espina. Así lo narró en su biografía: "En ese partido de despedida creo que los dirigentes no se manejaron bien. Había entre 40.000 y 45.000 personas, pero me pasaron una planilla en la que decía que habían pagado 15.000. Colados estoy seguro que no hubo, porque la gente fue contenta y pagó gustosa porque sabía que la recaudación era toda para mí. Además, no me habían pagado el contrato de los dos últimos años, y como venía el partido homenaje no dije nada, pensando que ahí iba a hacer una plata grande. El presidente en ese momento era Horacio Sande".
Esa noche del homenaje convirtió su último gol. Se sacó la camiseta y recorrió la última vuelta olímpica, mientras la hinchada cantaba, rugía: ‘Y Dale Bocha, dale Bocha, dale Bo…/ Y Dale Bocha, dale Bocha, dale Booo / Porque te quiero / te vengo a ver / aunque esta noche sea la última vez’.
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