Patronato ganó por primera vez en Lanús y no se rinde en la lucha por el descenso, aunque en los números sigue muy complicado

Patronato ganó una final en Lanús. Se impuso por 1-0 con un gol de penal de Jonás Acevedo y le trasladó la presión a Arsenal, su contendiente en esa lucha palmo a palmo por no bajar a la Primera Nacional. Los de Paraná son los más complicados: tienen que sumar todo lo que queda en juego y esperar que los de Sarandí no ganen. Bajo presión, los dirigidos por Facundo Sava respondieron. Y por primera vez en la historia se llevaron un triunfo del coliseo granate. Tres puntos que cotizan en la Bolsa.

El partido se decidió en una jugada rocambolesca que sintetiza la campaña de Lanús, el peor equipo del año; aún peor que Aldosivi, ya descendido. Primero, la pelota dio en la mano de Facundo Krupzky y Fernando Echenique, el árbitro, dejó seguir. Luego rechazó Matías Pérez, y Tomás Belmonte, su compañero, debió cubrirse con una mano para que el balón no le explotara en la mano. “Siga, siga”, dijo Echenique. Tras el rebote en el mediocampista granate, la pelota le quedó a Patronato. Jonathan Herrera partió habilitado, Franco Ortellado lo empujó y el árbitro señaló el punto del penal. Se hizo cargo Jonás Acevedo y, con un remate seco y al medio, venció al uruguayo Guillermo De Amores. Era el gol que el equipo visitante había ido a buscar. Era el gol que le alargaba la lucha; que los mantenía en primera al menos por unas horas más, hasta que juegue Arsenal contra Central Córdoba.

Hasta ese momento, todo el estadio se preguntaba cómo era posible que Lanús no se hubiera puesto en ventaja. Porque lo tuvo todo a su favor, como en esa jugada en la que ni Franco Troyansky ni José Sand (los dos hombres de área del equipo dirigido por Frank Kudelka) pudieron definir con el arco a su merced y tras un contragolpe en el que todo Patronato había quedado a contramano. Era como si Lanús estuviera maldito, como si siempre le faltara algo para plasmar en la red un dominio que durante la primera media hora fue nítido. Si no se plasmó en la red fue por las manos de Facundo Altamirano (uno de los mejores arqueros del campeonato) y la cabeza de Carlos Quintana.

Lo mejor del triunfo de Patronato

Este Patronato es el mismo que está a dos partidos de ganar la Copa Argentina. Se le viene Boca, sí, pero sabe qué tiene para hacer daño al rival. No se desordena. Todos sus futbolistas son generosos en el despliegue y se brindan por un compañero si es que los rivales los dejan atrás. “Sabíamos que iba a ser así. El equipo hizo un esfuerzo muy grande. Pase lo que pase, todos nosotros sabemos que dimos pelea hasta el final”, dijo Facundo Altamirano, arquero del equipo entrerriano, en declaraciones a ESPN tras el encuentro. Y añadió: “Tenemos la cabeza en el torneo y en la Copa Argentina. Es partido a partido y no nos podemos relajar ni un minuto”.

Para muchos, Patronato estaba descendido antes de comenzar la Liga Profesional. Era el candidato unánime a perder la categoría. Sin embargo, y a fuerza de buenos resultados y un aceitado rendimiento colectivo, consiguió victorias improbables (ante Boca, por ejemplo) que le permitieron llegar a la recta final del torneo con chances (mínimas, pero chances al fin) de salvarse. Allí hay todo un mérito del equipo dirigido por Facundo Sava. Y una muestra de que no siempre la billetera generosa garantiza una buena campaña: Patronato es uno de los pocos clubes que tiene “encajado” (así se dice en la jerga contable) el presupuesto de su equipo profesional con los ingresos de la televisión. Traducido: gasta en sus futbolistas la misma cantidad de dinero que cobra por los derechos de los partidos. Ni un centavo más.

El festejo de los visitantes contrastó con la desazón de los futbolistas granates (y de sus hinchas). Si el torneo terminara hoy, Lanús comenzaría la próxima temporada en el puesto 23 (sobre 28 equipos) en la tabla de los promedios. Es decir, inmerso en la lucha por no descender. Un escenario impensado para una institución que hasta no hace mucho peleaba por trofeos continentales. En 2017, sin ir más lejos, fue subcampeón de la Copa Libertadores. Tan lejos; tan cerca.

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