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Patricio Rodríguez, con LA NACION: “Si tuviera que volver a empezar, ojalá me volviese a tocar esta carrera”
LA PAZ, Bolivia.- El Centro de Alto Rendimiento del club Bolívar está a unos 20 kilómetros al sur de la zona céntrica de La Paz, en la localidad de Ananta. Para llegar hace falta viajar una media hora en auto, pero con frecuencia ese viaje es interrumpido a falta de 15 minutos para llegar por las protestas de los locales, que sufren el abandono del Estado y piden respuestas ante la muerte de una nena por intoxicación en un colegio. Ante esa situación, todo el plantel y cuerpo técnico del club necesita bajarse, meterse entre la gente, cruzar por al lado de los manifestantes y esperar a que los empleados que ya están en el lugar envíen autos desde allí para que lleguen a destino.
A pesar del repudio por la trágica situación por la que se protesta, los residentes de Ananta aprovechan la ocasión para sacarse fotos con los jugadores y el DT de su equipo, en un gesto de unidad dentro de la comunidad. Patricio Rodríguez es con holgura uno de los que más cariño recibe por parte de ellos. Nacido en Lanús, el mediapunta tiene hoy 33 años, y sus inicios lo tuvieron consagrándose campeón con un Independiente que vivía un momento difícil y formando una sociedad con un incipiente Neymar en Santos. Desde entonces emprendió un viaje por cuatro continentes que lo llevó a Malasia, Australia y Grecia, para luego regresar a Sudamérica por vía de Bolivia, donde primero recaló en Jorge Wilstermann y, desde enero de 2022, se afianzó en Bolívar, donde recientemente logró una magnífica campaña de Copa Libertadores tras alcanzar los cuartos de final.
Desde el moderno predio de su actual club en las afueras de la capital administrativa boliviana, inaugurado en marzo de este año, el “Patito” habla con LA NACION de esta y otras etapas de su carrera, las exigentes expectativas a las que él y otros cracks juveniles estuvieron expuestos desde una edad muy temprana, situaciones que algunos clubes en Sudamérica no trabajan, el discurso del hincha y por qué está más que contento con la trayectoria que trazó.
–Hace ya tres años desde que llegaste a Bolivia. ¿Cómo te venís sintiendo ahí después de este tiempo?
–Muy bien, súper adaptado, contento, feliz. He encontrado dos clubes y dos ciudades que me han tratado muy bien. Yo llegué a Cochabamba, a Wilstermann, después tuve la posibilidad de venir a Bolívar. La actualidad es maravillosa.
–¿La altura fue un inconveniente al principio?
–Me costó más cuando llegué a Cochabamba, en el comienzo nada más. Lo que pasa es que, antes de empezar el campeonato, hubo un punto a favor muy grande, que es que llegué en pandemia, y estuve mucho tiempo entrenando la parte aeróbica en la altura. Eso me dio una adaptación y una base que me sirvió hasta el día de hoy: yo nunca más sufrí la altura.
También trabajé demasiado la parte física. Hacíamos una rutina con el profe [Gastón] Ramondino y con [Cristian] Díaz, entre 8 y 12 kilómetros diarios, durante 40 días. Y luego tuve la pretemporada con el equipo. Entonces no fue una complicación, fue una cuestión de que pasé la adaptación y se normalizó. Después, cuando llegué a La Paz se me hizo mucho más sencillo.
–Estuviste jugando mucho en un puesto impensado al principio de tu carrera, como es el de carrilero izquierdo. ¿Cómo te estuviste adaptando ahí?
–He jugado algunos partidos ahí, principalmente de local por la Copa [Libertadores], cuando enfrentamos equipos del llano. Es una propuesta bastante más ofensiva. Pero luego acá en Bolívar desde [Antonio Carlos] Zago y ahora con el profe Beñat [San José, ambos de los entrenadores que tuvo] he jugado de interior, de extremo, de segundo delantero… en varias posiciones. Y por suerte me he podido adaptar a todos los esquemas, me pude desenvolver de la mejor manera.
–Hicieron una muy buena campaña de Copa Libertadores. ¿Cómo estás viviendo eso?
–Fue emocionante, tuvo mucha repercusión. A medida que vas avanzando etapas o ganando partidos sin ser favorito eso va haciendo mucho ruido a nivel mediático. Y a nivel nacional, la verdad que fue muy fuerte, mismo para la historia del club. Hubo tres o cuatro planteles que han llegado a esta instancia en la historia del club, y tiene 98 años. Con el tiempo va a tomar aún más relevancia lo que fue la campaña de la Copa. Lo vivimos con euforia, con felicidad. Hacer historia en un club tan bonito y tan grande es hermoso, hoy todo el mundo nos reconoce lo que hemos hecho. Es gratificante.
El presente de Bolívar en el máximo torneo continental, sin embargo, choca con una realidad muy adversa en el ámbito local. A principios de septiembre, el presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), Fernando Costa, canceló por medio del Consejo Superior de la División Profesional a todos los torneos jugados en el país en 2023 en el medio de un escándalo de arreglo de partidos que involucra a árbitros, clubes y jugadores de múltiples divisiones. El panorama entre los propios futbolistas es sumamente incierto.
–¿En el corto o mediano plazo te gustaría seguir en este club?
–Sí, es un club que me encanta. Estoy feliz acá. Siento que encontré mi lugar, me encanta para desenvolverme como profesional. Si bien la liga no ayuda mucho en cuanto a los campos y otros detalles que se podrían mejorar, Bolívar está por encima de todo eso. Es espectacular, ojalá pueda estar mucho más tiempo acá.
–¿Cómo estás viviendo la situación que está viviendo la liga, con el escándalo y la suspensión?
–Lo vivo desde el lugar que me toca; como jugador, al margen, entendiendo que hay gente detrás de la situación, preparada. Está la federación para poder entender qué es lo que se debe hacer, y nosotros como jugadores estamos al margen, entrenando y esperando que nos digan cuándo volveremos a actuar. Eso sí, con mucha ansiedad para volver a jugar.
–¿Esperás que en las próximas semanas vuelvan a jugar?
–Ojalá, ojalá. La verdad que sería muy lindo. Ojalá no se alteren las fechas de finalización también, porque uno como jugador tiene familia, y no hay nada más lindo que compartir con ellos las fiestas, fin de año, Navidad. Sería bueno que se pueda llegar de alguna manera a finalizar en las mismas fechas que iba a finalizar el torneo que ha comenzado. Hay gente atrás de esto intentando buscar la mejor solución, y nosotros nos estamos entrenando de la mejor manera, a la espera de que nos vuelvan a dar el OK para poder jugar.
Aquella realidad también chocó con otro momento de pura euforia en Bolivia, pero por motivos poco probables. La selección argentina jugó en La Paz la segunda fecha de las eliminatorias sudamericanas contra el combinado local, con un cómodo triunfo por 3-0 en la altura del estadio Hernando Siles, pero una porción importante de los simpatizantes eligieron ir al encuentro vistiendo la camiseta albiceleste. El empuje que provocaron los campeones del mundo en general y Lionel Messi en particular fue demasiado fuerte. Pero para Rodríguez se trata de un fenómeno lógico.
–¿Qué sentiste cuando viste, en los días previos al partido, que había tanta gente de Bolivia esperando en el hotel de la selección argentina con banderas, gorros y la camiseta celeste y blanca?
–Me pareció totalmente normal. Creo que Argentina hoy en día es una selección que empatiza mucho con la gente de todos los países. Y esto no pasa solo acá en Bolivia, sino en todos lados; a cualquier lado que hoy va la selección argentina hay gente esperando con la ilusión de ver al mejor jugador de la historia, que es Messi, y a los últimos campeones del mundo. Son chicos que actúan en la elite a nivel deportivo, inalcanzables para el hincha. Esa ilusión de poder verlos, aunque sea bajando del micro, o por ahí llevarse un saludo, es algo lindo.
–¿Se vivió en Bolivia con la misma euforia la campaña argentina en el Mundial?
–Sí, el argentino fue muy apoyado por los bolivianos. La selección fue muy apoyada. Incluso yo vivo en Brasil, y cuando Brasil quedó afuera yo vi a muchos brasileños apoyando a la selección argentina, es una cosa que me llamó la atención. Yo creo que la cercanía entre Messi y Neymar provocó mucho de eso. Siempre va a estar la rivalidad, y en algunos sectores siempre va a haber polarización, pero hubo mucha gente y muchos amigos brasileños que querían que salga campeón Messi. Eso me pareció extraordinario, muy bueno.
Entra Neymar en la conversación, y es inevitable remontarse a aquel histórico Santos al que llegó el “Patito” a mediados de 2012. Un equipo que había dominado el fútbol brasileño e internacional hace una década con muchísimo talento, liderado por uno de los proyectos más emocionantes de la historia del continente. Pero también, un jugador que debió transitar muchas de las presiones y expectativas que le ataron al argentino, en una escala mucho mayor.
–¿Seguís teniendo contacto con Neymar después de tu etapa en Santos?
–Siempre estamos en contacto por medio de Ricardo [Rosa], el profe personal de él, que también era el preparador físico de la selección de Brasil. Es amigo mío y siempre estamos en cercanía. No me gusta mucho intentar forzar una relación o molestar, yo creo que él se encuentra en un lugar a nivel mundial que debe ser tedioso. El contacto con la gente todo el tiempo, tener muy pocas horas de privacidad o para hacer lo que realmente quiere. Yo trato de escaparle un poco a eso, de no ser parte de todo ese show que lo envuelve. Con el profe sí hablo todas las semanas, me mantiene al tanto de cómo están, de dónde van, si están contentos. Ahora se estaba yendo para Arabia, y después fue a la selección… en fin, más que nada para saber cómo les está yendo.
–En esos primeros años de Neymar en el fútbol brasileño viste de primera mano ese “show” alrededor de Neymar. ¿Cómo era esa versión de Neymar?
–Creo que es un jugador que, dentro de la historia de Brasil, sin dudas que es de los mejores. Entre Ronaldinho, Ronaldo, Romario, todos los que sean. Es el que más pudo mantener el nivel de alto rendimiento a lo largo del tiempo. Lo de Ronaldinho fue muy corto, lo de Robinho también, aunque hayan tenido un nivel muy alto. Yo lo pongo por encima de todos ellos, pero sin comparar su juego, porque cada uno tiene sus cosas, su vida personal y sus decisiones. No es una obligación querer jugar en el alto rendimiento por 10 años de tu carrera. Ronaldinho jugó ahí durante 3 o 4 años en Barcelona, después decidió que no, y eso está excelente. Si bien uno oscila en su rendimiento, siempre hubo “buenos Neymar”, en Barcelona, en PSG y en la selección. Yo creo que agarré a uno especial en Santos, fue fascinante para mí.
–¿Vos creés que las expectativas que generó durante esa etapa le pusieron una carga demasiado pesada a lo largo de su carrera, para llegar a un cierto estándar?
–Claro. Eso pasa con todos los jugadores cuando son promesas. Me ha pasado en distinta escala, aunque no hago comparaciones. Pero pasa con cualquier chico cuando empieza a demostrar que ilusiona a la gente, al periodismo o al club: se le carga una mochila, y después hay que llevar eso. No está bien, pero es parte de todo. Y creo que Neymar se la puso, la soportó, la aguantó y superó las expectativas. Superó hasta a Pelé como máximo goleador de la selección brasilera. Ponerlo en duda ya sería de alguien que no sabe nada de fútbol.
–¿Y vos creés también que su decisión de ir a jugar a Arabia Saudita es su forma de intentar escapar de ese ruido y ese “show”?
–Todo lo que nosotros podamos pensar acerca de la situación de cualquier otro ser humano es una especulación. Porque nosotros no pertenecemos al otro, mucho más hablando de alguien tan significativo como Neymar. Pasan 200 millones de cosas alrededor de su cabeza, y en su vida y su día a día. Especulando se pueden decir muchas cosas, que fue por esto o por lo otro. Pero van a quedar siempre en especulaciones. Lo que pasa realmente y las decisiones de cada uno las sabe cada uno, como las sabés vos en tu trabajo o yo en el mío.
A todo el mundo le gusta hablar de todo, lo cual es una estupidez gigante, y solamente Neymar y su círculo más íntimo saben la decisión que tomó, que a mí me parece extraordinaria. Mientras vos seas el dueño de tu vida y tengas la libertad de decidir, me parece perfecto, en cualquier ámbito de tu vida. Si él eligió eso, por el motivo que sea, para mí es extraordinario. Lo voy a seguir, apoyar, felicitar. Después el mundo estúpido del fútbol va a creer que tenía que jugar en el Real Madrid, o volver al Barcelona… y quizá no le interesan esas cosas. Él decidió esto con su círculo más íntimo.
Aún desde Bolivia, Rodríguez no ignora lo que está pasando hoy en el club que lo vio nacer y donde se consagró campeón de la Copa Sudamericana, en 2010. A mediados de este año, en el medio de la dura crisis económica que transita el conjunto de Avellaneda, resignó una deuda de 136 millones que el club tenía con él y su padre. Y aunque no ve un regreso al Rojo en el corto plazo, confía que esté transitando por un mejor camino gracias al involucramiento de los hinchas y la mejora en lo deportivo.
–¿Venís siguiendo el fútbol argentino y la situación de Independiente desde afuera?
–La situación de Independiente sí, el fútbol argentino no. No soy un gran hincha del fútbol, ni muy de sentarme a ver partidos. Alguno que otro sí, si algún jugador o algún esquema de algún entrenador en particular me gusta. Intento acompañarlo. Pero la situación del Rojo la conozco. Me he involucrado un poco, hasta donde me corresponde. He ayudado con lo que pude. De a poquito ojalá que vaya saliendo. Lo importante no es salir de la situación, sino poder encontrar un proyecto y un camino que te permita mantenerlo en el tiempo, para no volver a sufrir estas situaciones y estos baches. Lo ideal sería que haya gente preparada y que entienda la situación para poder llevarlo de la mejor manera, y que perdure en el tiempo. De nada sirve salir y a los dos años volver a entrar.
–¿Y te parece que Independiente está transitando ese camino ahora?
–Creo que ha transitado muchas veces esta situación, por eso sería bueno que finalmente puedan darle esa estabilidad, y lo mantengan a lo largo del tiempo, no que sea temporal ni esporádico. Ojalá este sea el punto de inflexión donde ya pueda encontrar ese camino.
Su claridad se ve más que nunca cuando habla de su propia experiencia en el fútbol. A sus 33 años, Rodríguez pasó por todos los estados, vivencias que la gran mayoría de los futbolistas no experimentó, y considera que, más allá de lo que otros hayan proyectado en él, está más que contento con el camino que eligió y que trazó. Toma aire y piensa muy bien lo que va a decir, porque también lo entiende como una transmisión de sus aprendizajes a los más chicos que hoy podrían encontrarse en un escenario similar al suyo.
–Enfrentaste expectativas muy altas en Independiente, cuando el club estaba pasando por una situación complicada y eras muy joven. ¿Cómo llevaste eso?
–Hay algunos sectores clave donde los clubes no trabajan con la mayoría de los jugadores profesionales, por lo que yo vi en los clubes que estuve, quizá salvo Europa y Australia. En muchas otras cosas sí, como la técnica, la táctica y métodos de entrenamiento. Pero hay dos áreas que están totalmente descuidadas, y es un error gravísimo. Una es el trabajo social, es decir, trabajar con los chicos, formarlos y prepararlos para lo que se puedan encontrar. Más aún con la diferencia de clase social de un chico, lo que son las inferiores y la llegada a primera división; es muy fuerte el cambio, muy brusco en cuanto a lo material, como comprarse un auto, un perfume, ropa. Eso impacta mucho al chico. Y después todo lo que es el entorno, lo que se va a encontrar, la prensa, la gente. No hay un trabajo en inferiores específicamente para eso.
Y después, la parte financiera. No puede ser que un chico que sea profesional por 10 años, lleguen al final de su carrera en una posición económica alta y después de tres años se tengan que ir a ganar la vida porque no saben qué hacer. Para lo que son el trabajo social y la parte financiera no tienen ni una preparación, ni siquiera una asesoría, ni departamentos dentro de los clubes en los que los puedan guiar para lo que se vayan a encontrar después. Para jugar al fútbol sí va a estar preparado, en lo técnico, el control orientado, todo lo que sea el deporte en sí. Pero lo que pasa afuera, con lo fuerte que es ser un jugador profesional… Por eso hay muchos talentos que se desvían en el camino, o que les cuesta mucho lidiar con todo eso.
-Esto tiene que ver con tu experiencia...
-En mi caso, creo que he sufrido las dos cosas, si bien siempre he sido un chico tranquilo. En el aspecto financiero, ya de grande pude estudiar un poco más y hacer un camino que me permita, en el día de mañana, tener la libertad de elección. Ese es el éxito de la carrera como un trabajo en sí, terminarla y poder elegir qué hacer, darle estabilidad a su familia. Por otro lado, en la parte social me costó mucho, fue muy complicado. Me disminuyó. Porque yo soy muy tranquilo, no fui muy extrovertido de chico. Quizá ya de grande encontré una personalidad más formada, que me hubiese encantado tener a los 18 años, porque hubiese sido distinta mi carrera. Yo era un chico normal, que iba a la escuela y de repente se encontró jugando en Primera, haciéndole un gol a Boca y con todo eso encima.
El mundo del fútbol debe entender que un chico que va a la escuela no está preparado para que toda esa gente, esa prensa, te caiga encima. No te preparan. Agradezco al universo que tuve una carrera exitosa en cuanto a que me pude mantener en Primera División, salir de mi país, hacer una carrera deportiva y laboral que me permita, el día de mañana, darle una estabilidad a mi familia, tener la libertad de elegir qué es lo que voy a hacer. Ahí está el éxito de un jugador, no jugar en el Manchester, ni en el Paris Saint-Germain. Eso es una mentira que le meten a los chicos en la cabeza, es para unos pocos. Eso también es un éxito y debe ser hermoso; o para algunos no, habrán ido y la habrán pasado mal, no les habrá gustado. No lo sé. Volvemos siempre a lo mismo: la decisión de cada uno y cómo lo vive es lo que importa.
Me dicen ‘qué lindo jugar en la Primera División de Independiente con 17 años, con todo lo que tenés’, y lo único que tenés es el reconocimiento popular. Ahora, a mí no me importaba, no me gustaba, no me hacía sentir cómodo. Yo quería estar con mis amigos. Pero entiendo que uno termina yendo en esa dirección y no está preparado. ¿Es con lo que uno se encuentra? Sí. ¿Es lo que tiene que afrontar? Sí, sin duda. Pero no está preparado, es la realidad, y yo lo sufrí mucho. No me gustaba ser el popular ni estar en los ojos de todo el mundo. No es algo que yo elegí, sino que se me fue dando por mis condiciones futbolísticas y porque me fue llevando a eso.
–A lo largo de tu carrera recorriste muchísimos lugares, cuatro continentes. ¿Te motivó buscar nuevos horizontes? ¿Cómo fue ese recorrido y qué te llevó a ir a Malasia, Australia y Grecia, por ejemplo?
–Cada uno toma sus decisiones en base a cómo se siente. No hay nada más gratificante que eso, el escapar de lo impuesto socialmente por gente amateur, como el hincha, de lo que se cree para el futbolista. Te dicen que tenés que ir a jugar al mejor lugar, que el camino es Europa, sino eras un fracasado. Y de repente empieza a cambiar la mentalidad, como en todo; lo desconocido genera inseguridad. Fueron dos o tres para China, y ya China se veía con otros ojos, no te perdías tanto ahí. Empezaron a llegar uno, dos o tres a Estados Unidos, y de repente Estados Unidos no está tan mal, no se pierden la carrera. Hay jugadores que compiten en la MLS que son convocados a la selección.
Los chicos se tienen que separar del pensamiento amateur. El amateur lo vive desde su lugar de hincha, es totalmente respetable, pero uno lo tiene que pensar como que es su trabajo y su carrera. Y el mundo del fútbol es mucho más amplio. Yo por suerte lo pude aplicar, y por eso me siento realizado; tuve y tengo una carrera exitosa. Porque sé que, terminada mi carrera, le voy a poder dar estabilidad a mi familia. Este es mi análisis. Por ahí hay otro que termina su carrera y dice que no está realizado, y también es válido. Esto es un pensamiento y una postura mía.
El chico que tiene la posibilidad de jugar en Primera División en Argentina, o en la B Nacional… el que puede trabajar del fútbol, sea en cualquier división, ya es exitoso. Está viviendo de lo que todo el mundo quiere vivir. Lo más importante es si él es feliz, ya sea en la B, la C. Donde se pueda vivir del fútbol y ser feliz haciéndolo, es una carrera exitosa. Lo digo de verdad, lo siento así y lo veo de esa manera. Después uno puede tener la suerte o las condiciones de ir creciendo, como a mí me pasó de poder jugar en la primera de Independiente, que para mí era algo impensado. Pero para un chico es inalcanzable eso.
Me tocó irme a Santos, a Europa, en Australia. Y yo miro para atrás, y digo que si tengo que volver a empezar ojalá me vuelva a tocar esta carrera. Si puedo jugar en equipos mejores, bárbaro, voy a estar feliz. Pero si tengo que mirar para cuando tenía 15 años y jugaba en las inferiores, en la quinta de Independiente, pido por favor que me toque el mismo camino. Jugar en Independiente, tener la 10, hacerle un gol a Racing, ir a Santos, jugar con Neymar… fue extraordinario. Lo admiro desde mi lado, le doy mucho valor. Cualquiera que pueda vivir del fútbol tiene que sentirse exitoso.
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