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Patricio Rodríguez: el argentino de Jorge Wilstermann que es la figura de la sorpresa de la Copa Libertadores
El Grupo A es liderado por Flamengo, el último ganador de la Copa Libertadores. Palmeiras, otro campeón del certamen más prestigioso de esta parte del mundo, conduce el Grupo B. Y así, se suceden los punteros de cada zona: todos alzaron la copa más bonita. River, Gremio, Racing, Santos y Boca. Lógicamente, más de una vez. Sin embargo, siempre hay una excepción. Una Cenicienta.
Ocurrió en el Grupo C: en los últimos minutos de juego se selló la clasificación del humilde Jorge Wilstermann, como líder y Athletico Paranaense terminó segundo. Peñarol y Colo Colo, el gigante dormido y el Cacique -también ganador de este certamen-, quedaron a un costado. El conjunto brasileño tiene pergaminos. Pero, ¿el boliviano? Lo respalda un argentino, que fue una promesa que quedó a mitad de camino, jugó y fue cómplice de Neymar y ahora, vive su propia primavera como refrescante número 10, pero lleva en su piel la camiseta... número 2.
Se trata de Patito Rodríguez, de 30 años, surgido en Independiente como una explosión que con el tiempo se fue marchitando. Fue comparado con el Kun Agüero, mantuvo una excelente relación con Neymar y se fue apagando en el fútbol de Malasia, Australia y Portugal.
Patricio tuvo su tarde soñada en un clásico contra Racing, un 4-1 en el Clausura 2012, en el que eludió a varios defensores y selló el tanto definitivo. Su impacto fue enorme: pasó a Santos, en donde compartió los primeros pasos de Neymar, el crack díscolo, hoy en PSG. Fueron amigos, hasta que su fuego se fue apagado, antes aún de su paso fugaz por Estudiantes, cuando un joven Gallardo lo elogiaba: "Es una alegría su regreso, para los que admiramos el fútbol".
Más tarde, armó más valijas que gambetas. Cambió más destinos que goles. Johor Darul Takzim, de Malasia, AEK Atenas, de Grecia, Newcastle Jets, de Australia y Moreirense, de Portugal. Campeón con Independiente de la Sudamericana 2010, el mismo que en el verano de 2008 se convertía en la nueva promesa de nuestro fútbol, estuvo un año sin jugar luego de su paso por Portugal. Luego de la pandemia, firmó con Jorge Wilstermann, de Bolivia. Un equipo humilde de Cochabamba. Y en los 2500 metros sobre el nivel del mar, volvió a volar.
[R][R][R] ¡Lo mejor de una jornada histórica para @WilstermannCD! Así fue el partido que lo dejó como primero del grupo@FutbolSantanderpic.twitter.com/PHP6u5rFME&— CONMEBOL Libertadores (@Libertadores) October 21, 2020
Bailaba cumbia con Neymar y Walter Montillo y, de pronto, fue extraviando las gambetas. Dejó de ser "10" para convertirse en una suerte de extremo por el sector derecho. Le convirtió dos goles a Peñarol, se divierte, volvió a disfrutar tanto en una cancha, que ya pidieron cotización por sus (renovadas) gambetas algunos clubes más prestigiosos. Pero Patito es feliz en el vuelo del Aviador.
La definición fue infartante. Peñarol ganaba, perdía y, al final, triunfó, pero no le alcanzó. Cerca del final, Moises Villarroel le dio el 1-0 al conjunto boliviano, que tiene como DT a Christian Díaz y como titulares a Esteban Orfano y Pochi Chávez. Quedó como líder, con 10 puntos, con una mejor diferencia de gol que Paranaense.
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Meses atrás, al arribar a Bolivia, ponía los pies sobre la tierra. Desde una habitación del hotel Regina, en la zona de Tiquipaya -una ciudad del departamento de Cochabamba-, en donde se encontraba aislado, decía: "Hay gente que la pasa muy mal, no tiene qué comer porque no puede generar recursos. Es muy triste por lo poco que pude ver desde la ventana del hotel. Hay que ayudar. La incertidumbre de lo que va a pasar es a nivel mundial". Se refería a la pandemia y a las gravísimas consecuencias. Sanitarias, económicas.
Eligió la camiseta número 2, que estaba libre. Y volvió a sonreír. "Me da vergüenza hablar de fútbol mientras hay gente que la pasa mal", reflexionaba. No hace falta que diga nada más: sus gambetas volvieron a emocionar, una distracción imprescindible en los tiempos de oscuridad.
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