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Pascual Lezcano, de alcanzapelotas a sombra de José Pekerman: quién es el hombre que detonó la crisis en el fútbol de Venezuela
Cómo pasó de las inferiores de Argentinos Juniors al periodismo y, luego, a manejar la carrera del entrenador
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Pascual Lezcano jugó al fútbol en Argentinos Juniors, fue alcanzapelotas, periodista, productor de invitados, representante, organizador de partidos y llegó a manager del seleccionado venezolano, en una carrera vertiginosa. Su cliente más famoso es José Néstor Pekerman, con quien festejó en las entrañas del estadio José Amalfitani el triunfo del seleccionado Sub 20 en el Mundial de 2001. Lo siguió durante más de 15 años. México, Colombia (dos etapas) y Venezuela fueron sus escalas. Lo califican de “controvertido” y “huidizo”. Tuvo las llaves de todo el fútbol vanezolano: desde la logística de los viajes hasta la negociación de los contratos de los cuerpos técnicos. Cerca del ex entrenador argentino atribuyen su salida de Venezuela a una serie de incumplimientos contractuales, que la federación niega. La salida de Pekerman (y de Lescano) terminó en escándalo.
Cuentan en La Paternal que Lezcano, sus dos hermanos y sus padres “vivían todo el tiempo en el club”. El club, su club, es Argentinos Juniors. Todos jugaron en inferiores, donde Pascual demostró tener más talento para los contactos que para la pelota. Se hizo amigo de Fabricio Coloccini y toda la categoría 82, con quienes coincidió en el “semillero del mundo”. “Su familia tenía una mueblería en la avenida Belgrano y vivían por San Telmo”, relataron las fuentes. Lezcano escaló todo lo que pudo la pirámide del fútbol juvenil. Hasta que dio el salto al periodismo. El diario Olé, primero. ESPN, después. Los amigos del fútbol, siempre.
Esa agenda nutrida lo llevó a estar presente en la fiesta de reinauguración del estadio de Argentinos Juniors, en diciembre de 2003. Lo acompañaron dos talentos surgidos en La Paternal. Ambos, clase 82. Carlos Marinelli y el propio Coloccini. Veinte años después, Lezcano, ya convertido en un hombre de negocios, sigue yendo al rebautizado estadio Diego Armando Maradona. Pero hay quienes no lo recuerdan con cariño: “Hizo apenas dos cosas buenas por Argentinos Juniors. La primera fue como alcanzapelotas: haber hecho expulsar a Migliardi (Alejandro), en un partido con Deportivo Morón. El arquero se enojó porque no le entregaba el balón. Hubo una agresión y el árbitro lo echó”, dice un memorioso hincha del Bicho.
Y completa: “La segunda fue haber traído a Gentiletti (Santiago)”. El defensor fue uno de los baluartes del equipo campeón en la temporada 2010. El asunto no terminó de la mejor manera: hubo cortocircuitos con la comisión directiva de aquel entonces. En ese momento, Lezcano había dejado atrás su rol de periodista deportivo (seguía la actualidad del Bicho) y productor. Ahora era representante a tiempo completo. Para Gentiletti, su agente es un “hermano de la vida”. Muy parecido piensan otros muchos jugadores y entrenadores representados por Lezcano.
“Su relación con Coloccini le permitió conocer al seleccionado Sub 20 campeón mundial. Y a partir de ahí tejió su red”, agrega otra fuente. Esa red empezó con Pekerman, el entrenador de aquel equipo que asombró al mundo y llevó algo de alegría a un país que ya transitaba una aguda crisis económica. Pekerman fue convocado por la AFA para hacerse cargo del seleccionado mayor, con el que dirigió el Mundial de Alemania, en 2006. Tras la eliminación por penales contra el seleccionado local, se alejó. Al año siguiente, Pekerman (tan fanático del Bicho como el propio Lezcano) aceptó una propuesta de Toluca, de México. Y hacia allí viajó. Lezcano se transformó en su representante. Y viajó con él, su primer gran cliente.
A Toluca le sigue León. Y Pekerman se toma un tiempo para decidir sus próximos pasos. Hasta que en 2012 le llega la oportunidad de dirigir al seleccionado de Colombia. Lezcano negocia el contrato en su nombre y acepta. En la presentación, un dato que llamó la atención a varios periodistas colombianos y que, en aquel momento, pasaría inadvertido: el representante se sentó en la misma hilera de sillas que Pekerman y otros integrantes del flamante cuerpo técnico. Como uno más. El presidente de la federación, Luis Bedoya, estuvo parado. Y detrás, los integrantes del comité ejecutivo que había aprobado la contratación del entrenador argentino. Ese primer día muchos tuvieron claro que la sociedad Pekerman-Lezcano era indivisible.
Seis años y dos mundiales más tarde (Colombia estuvo en Brasil 2014 y Rusia 2018), el ciclo Pekerman en el equipo cafetero terminó rodeado de polémicas. La prensa de aquel país se llenó de sospechas sobre convocatorias peculiares. Y publicó en detalle las atribuciones de Lezcano, el hombre sin cargo ni rol específico al que futbolistas como James Rodríguez o Radamel Falcao le agradecían en privado por la logística en cada uno de los viajes. Lezcano, en definitiva, era uno más. Pero también era representante del entrenador y otros futbolistas. Esa multiplicidad de roles no alertó a nadie durante aquellos años en los que Colombia sorprendió al mundo con su juego y sus resultados.
Hace unas semanas, Carlos Darwin Quintero, uno de los tantos jugadores colombianos que hicieron méritos para tener continuidad en el seleccionado cafetero, se refirió a los manejos en la era Pekerman. “Me quedo con lo que pude vivir en la selección. Lo que pasó antes o pudo haber pasado por ir o no a un equipo, quiero dejarlo atrás”, recordó. No nombró a Lezcano. Pero se refirió a él elípticamente y dio a entender que tenía que firmar con un club determinado para ingresar en las convocatorias habituales del seleccionado de su país.
Las fuentes consultadas coinciden: “En 2018 Colombia quería a Pekerman, pero sin Lezcano”. No hubo acuerdo, porque Pekerman siempre lo defendió: “Pascual está con nosotros porque es una persona de mi entera confianza y credibilidad”, dijo cuando lo consultaron sobre la inclusión del representante en su grupo de trabajo. En La Paternal todavía recuerdan un amistoso en 2015 entre Costa Rica y Colombia, que se jugó en el Diego Armando Maradona. Ese día, Pekerman recibió una camiseta de Argentinos Juniors con el número 8, su número.
Tras el adiós a Colombia, Pekerman volvió a esperar nuevas oportunidades. Quien quisiera contratarlo tenía que pasar por Lezcano. Quien quisiera entrevistarlo, tambíén. Era (es) su primer filtro, su asistente y su representante. Su hombre de confianza y su mano derecha. Allegados al entrenador se preguntan cuál es la razón de tanta fe ciega en su agente, sobre todo a partir de los problemas en Colombia y las nuevas acusaciones en Venezuela. No hay respuesta. River es otro club que no guarda el mejor recuerdo del representante: negoció la salida de Fabrizio Angileri al Getafe, de España. El club millonario no vio un peso: se fue libre tras no llegar a un acuerdo para la renovación de su contrato.
Venezuela llamó a la puerta de Pekerman (o al teléfono de Lezcano, que es lo mismo) en 2021. Lo quería para hacerse cargo de un proyecto a largo plazo, con la mira puesta en el Mundial de 2026, y con la expectativa de que la Vinotinto pudiera estar presente por primera vez en una Copa del Mundo, que a partir de la próxima edición tendrá 48 equipos clasificados. La eliminatoria sudamericana otorgará 6,5 cupos. José Peseiro, el portugués que antecedió a Pekerman (en el medio hubo un interinato de Leo González) se había ido en medio de acusaciones por impagos. El entorno del entrenador argentino quería certezas. La Federación Venezolana de Fútbol (FVF) asegura que se las dio. “No hay ningún compromiso económico. En ese sentido, ambas partes están saldadas”, dijo este viernes Jorge Giménez, presidente de la FVF. Pekerman ya es historia. Duró 15 meses, diez partidos. Cinco victorias, un empate y cuatro derrotas. Los reflectores, como en Colombia, apuntaron a su representante.
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— FVF (@FVF_Oficial) March 8, 2023
A diferencia de la etapa colombiana, en Venezuela Lezcano sí tenía un cargo: manager de los seleccionados vinotinto. Por eso posó con todo el cuerpo técnico el día de la toma de mando de Pekerman y sus ayudantes, la mayoría argentinos. Ellos, con ropa de entrenamiento. Él, de impecable camisa blanca. Acorde a sus funciones de escritorio. Desde el entorno del representante y del propio entrenador mantienen su postura: “Los incumplimientos fueron del lado de la FVF”. Como dijo el propio presidente de la federación venezolana, a partir de ahora serán los abogados quienes realicen su trabajo y diriman quién tiene razón.
El proyecto Pekerman se desmembró de a poco, pese a que la FVF nunca se molestó por los resultados deportivos. Apuntaban, desde el principio, a 2026. Damián Ayude, un argentino que había sido ayudante de Nicolás Larcamón en Deportivo Anzoátegui, se había hecho cargo de la Sub 17. Siguió el fútbol formativo por los cuatro puntos cardinales del país bolivariano. A fines de 2021, ya no estuvo más en el organigrama de las selecciones vinotinto. Larcamón le tendió una mano en México y emigró a León. La Sub 17 quedó huérfana, a punto tal que está concentrada en la Isla Margarita para el Sudamericano de la categoría sin entrenador y al mando de un preparador físico. “Esos juveniles son un fiel reflejo de lo que pasó aquí con Lezcano”, cuenta desde Venezuela un conocedor del fútbol de ese país. LA NACION intentó contactarse con Pascual Lezcano para esta nota y le ofreció el espacio para contar su versión, pero el representante prefirió no opinar por el momento.
La FVF no dio detalles sobre las razones que derivaron en las salidas de Pekerman y su agente plenipotenciario devenido en manager. En el programa Primer toque, de la cadena colombiana Win Sports, contaron que la Sub 20 venezolana fue la única selección que viajó en chárter al Sudamericano de la categoría, disputado en el país cafetero. El resto lo hizo en avión de línea. Desde el cuerpo técnico de esa Sub 20, sin embargo, apuntaron que la decisión de ese viaje fue del propio Giménez, presidente de la FVF. El DT de ese equipo era Coloccini, el amigo de la infancia de Lezcano. Y su hermano Gaspar, uno de sus ayudantes. Ninguno de ellos continuará en funciones.
“No vamos a permitir que nadie se crea por encima de las normas. No vamos a trabajar con nadie que no se tome en serio y con absoluta claridad nuestra camiseta. El fútbol venezolano y nuestra afición se respetan. Que se escuche bien claro”, dijo Jorge Giménez, presidente de la FVF. No nombró a nadie. Para la mayoría de los presentes, no hacía falta.
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