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Para Koeman, que lo vio desde la platea: asistencia, golazo y mensaje de Luis Suárez al DT de Barcelona
El uruguayo, ex socio de Messi, fue la figura del triunfo por 2-0 de Atlético de Madrid, dirigido por Diego Simeone; no gritó su conquista, tras haber hecho polémicas declaraciones en la semana sobre el vestuario del equipo catalán
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Apenas convirtió su gol (golazo), el segundo de Atlético de Madrid frente a Barcelona, Luis Suárez juntó sus manos y pidió perdón a su ex equipo, donde agigantó su leyenda. Pero el conjunto catalán despidió al uruguayo cuando le quedaba un año de contrato. Después de la disculpa, el Pistolero hizo el gesto de un teléfono con su mano derecha. Y miró hacia los palcos, allí donde estaba el hombre que lo eyectó de Cataluña con un llamado de menos de un minuto. Era un mensaje para Ronald Koeman, el neerlandés que le puso un final abrupto al paso del delantero por el equipo catalán. Suárez le demostró en la cancha que todavía está vigente. Y que rescindirle el contrato fue un error.
Fue el partido de Suárez, como si quisiera que Koeman, suspendido, se arrepintiera de una de sus primeras decisiones cuando arribó a la Ciudad Condal. El uruguayo, ex Liverpool y Ajax, volvió loca a toda la defensa de Barcelona, que nunca descifró sus movimientos en todo el partido, disputado en un Wanda Metropolitano con aforo completo.
Lo mejor del partido
Los colchoneros aplaudieron al goleador a rabiar, porque el futbolista charrúa además de jugar, contagia. A sus compañeros, que no dan ninguna pelota por perdida. Y a los hinchas, que por primera vez desde el comienzo de la pandemia pudieron acudir a la cancha sin restricciones.
Medirse ante el vigente campeón, este Atlético de Madrid, era lo peor que podía pasarle a Koeman en plena tormenta. Un par de horas antes del comienzo del partido en la capital española, el presidente de Barcelona, Joan Laporta, volvió a confirmarlo como entrenador. Un axioma no escrito del fútbol dice que cuando los dirigentes se esmeran en mantener a un técnico es porque en el fondo ya no lo quieren. Lo que no se sabe es si Koeman efectivamente tiene fecha de vencimiento o si su salida es una cuestión económica: Barcelona, se sabe, ahora es un club terrenal que debe cuidar cada billete. Y prescindir del entrenador a mitad de camino tendría un impacto millonario en la tesorería.
En la semana, Suárez se encargó de echar nafta a la temporada de Barcelona, que ya era un hervidero por las dos derrotas consecutivas en la Champions League (ante Bayern Munich y Benfica), el verdadero objetivo del club catalán. El Pistolero habló de “desprecio” por parte del entrenador holandés.
“Me trató como si tuviera 15 años”, recordó, en una entrevista con el diario Sport. “No me olvido que el año pasado, en la pretemporada, me mandaban a entrenarme aparte para hacer que me enojara y yo como un profesional”, agregó el uruguayo.
En tiempos turbulentos, sus palabras cayeron como una bomba atómica. Justo lo que Barcelona no necesitaba para preparar el partido ante Atlético con relativa tranquilidad.
No la tuvo en el Wanda Metropolitano. Porque el tridente ofensivo preparado por Simeone e integrado por Joao Felix, Lemar y el propio Suárez nunca dejó de moverse. Su ubicación fue un jeroglífico imposible de traducir por parte de otro uruguayo Ronald Araújo y Gerard Piqué, los dos zagueros catalanes. El primer gol, una obra de arte armada por Félix y Suárez a un toque, en velocidad, terminó con la definición de Lemar. Y con el reproche en pleno campo de juego entre Piqué y Sergio Busquets. Una instantánea de un Barcelona sin rumbo.
Suárez siguió haciendo de las suyas. Tuvo el gol en ese primer tiempo, pero no acertó en la definición. La segunda chance fue la vencida. Otra vez, un contragolpe. De nuevo, retroceso fallido. Félix-Lemar-Suárez, la conexión letal. Esta vez, el uruguayo se tomó un tiempo más en el área para definir y acomodó la pelota junto al palo, lejos del alcance del arquero Ter Stegen, que había salido a achicar como si fuera un guardián del arco de handball. Suárez nunca se apura y casi siempre acierta.
¿Rencor? Nada de eso. “Para nada. A veces duelen las formas y más por la trayectoria que tiene uno, por el respeto que siempre he brindado, pero rencoroso para nada”, se plantó Suárez. Su actuación, consagratoria, decisiva, sirvió para demostrarle a Koeman y al expresidente de Barcelona, Josep María Bartomeu, que al uruguayo le quedaba carrera de sobra. Las tinieblas en Cataluña fueron la oportunidad perfecta para que Simeone, un experto en oler sangre, lo convenciera para tener revancha en LaLiga. Con otra camiseta, en otra ciudad.
Vaya si la apuesta le resultó al Pistolero. Fue pieza clave en el título de Atlético de Madrid en la temporada pasada. Hoy, la revancha fue aún más dulce, con gol y asistencia. La victoria por 2-0 de los colchoneros tuvo al uruguayo como genio y figura. Ese telefonito improvisado con su mano derecha recorrerá las portadas de los principales diarios españoles. Será la foto del triunfo. Y el comienzo de otra semana al borde de un ataque de nervios para Barcelona, un club que hace rato no tiene paz.
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