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Para Estudiantes, el dolor es mayor por haber tenido la gloria tan cerca
El equipo platense desarticuló por momentos el juego de Barcelona y estuvo a dos minutos de la victoria; igual se ganó el reconocimiento general
ABU DHABI.- La imagen conmueve hasta los sentimientos más fríos, a propios y a extraños. Braña llora y verlo eriza la piel. El desconsuelo de Desábato estremece. Verón se esfuerza, pero no evita el gesto duro, rabioso. Boselli se queda quieto y no entiende bien qué pasa. Sabella mira al cielo, al campo, a ningún lado. Cada uno es el reflejo de la desolación. Estudiantes es testigo de la celebración de Barcelona y aún no entiende cómo el trofeo del Mundial de Clubes se desvió en el camino y no viaja directo a La Plata, después de tanto trajín, de tanto amor propio regado por la cancha.
Estudiantes jugó un partido casi perfecto hasta que faltaban dos minutos. Y la alegría se desmoronó con la tempestad que desató el gol de Pedro y que llevó la final al alargue. Después, lo conocido: Messi, el pecho, el gol, el 2-1 para el equipo azulgrana y la desazón. Frío y cruel para el palpitante corazón rojiblanco. Las palabras hablan de orgullo, de deber cumplido, de un buen papel. Los ojos vidriosos de la mayoría describen la bronca y la impotencia por aquello que pudo haber sido. Por aquello que se escapó a segundos del final. Porque, por un momento, acaso un ínfimo instante, se sintieron campeones del mundo. Y, al final, cuando los hombres de túnicas y turbantes en las tribunas vivaron una camiseta que no era la suya, la sensación de vacío fue tremenda.
Hacía seis meses que Estudiantes se preparaba para este partido, desde que terminó la misma Copa Libertadores. Hasta por un momento se olvidó del torneo local, por más que las posiciones lo encontraron bien ubicado y con posibilidades hasta las últimas fechas. Pero, no. La mente estaba en Abu Dhabi desde hacía rato, entre el desierto y el Golfo Pérsico, en la aventura que significaba enfrentarse con el gigante europeo. Sabella analizó cada detalle de Barcelona y distribuyó las piezas para cerrarle todos los caminos al poderoso, al equipo de las figuras multimillonarias.
Cinco defensores, con la inclusión de Cellay y el adelantamiento de Clemente Rodríguez al medio campo; Boselli como único delantero. Todo estaba tan bien que fue una lástima... Seguramente, el video de cómo encaró el partido el Pincha se distribuirá entre los futuros rivales de los catalanes. Será un material de consulta permanente para aquellos que intenten frenarlo. Es cierto que, a veces, pareció demasiado retrasado en el terreno, demasiado cercano a su propio arco. Pero estuvo a tan poco de llevarse todo que las críticas menores parecen un desatino a estas alturas. Porque Estudiantes despertó admiración hasta en sus propios adversarios, que no se dude.
No se achicó: jugó con bravura y cerró todos los caminos. Esa fue su misión principal. El uruguayo Díaz fue la marca de Messi, que se sintió incómodo durante buena parte del partido. La posición de Clemente Rodríguez le dio más oxígeno entre los volantes y Verón intento ser el eje. Un párrafo aparte merece Benítez, suelto en la ofensiva y solidario en la marca; fue uno de los que más sintieron el partido. Y el partido le quedó perfecto a Braña en eso del esfuerzo y de la dedicación; si hasta encabezó algunos contraataques cuando su rival se lanzó en busca de la igualdad.
Por momentos, Barcelona no supo qué hacer. Avanzó con poco sentido y casi sin claridad. Sólo quedó para mencionar una escapada de Xavi, que no se animó a definir ante Albil y cuyo centro rasante no encontró compañía dentro del área chica.
Estudiantes se plantó como sabe hacerlo, con bravura y con la concentración de los tiempos antiguos. Esa que data de la vieja escuela de Zubeldía y, más tarde, de Bilardo. La misma que tuvo como abanderado a Juan Ramón Verón, padre de la Brujita , en la herencia que lleva la sangre pincharrata en los grandes acontecimientos. Se transmitieron los sentimientos. Ese deseo de ganar que Juan Ramón, campeón del mundo en 1968, frente a Manchester United, en Old Trafford, le pasó a Juan Sebastián con tantas historias de éxitos y de halagos.
Quedó demostrado que Boselli se siente cómodo frente a los grandes retos. Como en la final de la Copa Libertadores, frente a Cruzeiro, en Belo Horizonte, marcó un gol decisivo. Anoche fue de cabeza, después de un centro de Díaz, desde la izquierda. Los platenses acentuaron desde entonces su posición defensiva y se volcaron decididamente por los contraataques. Enzo Pérez intentó ser un nexo entre los volantes y el atacante, pero no apareció demasiado.
¿Cómo pudo pasar del partido perfecto a quedarse sin nada? Por un momento, una distracción. Antes del empate de Barcelona habrá que decir que su autor, Pedro, le dio otra frescura al ataque. Entonces, sí, la igualdad frustró cualquier intención de Estudiantes. Piqué le ganó en el salto a Cellay y la pelota fue justo a donde estaba Pedro; con Albil a mitad de camino, el delantero definió con un cabezazo de emboquillada. El sueño argentino se desvaneció cuando estaba a dos minutos de llegar a concretarse.
La situación se desvirtuó durante el alargue. Ya no respondieron de la misma manera las piernas de los muchachos de Sabella. El cansancio nubló las mentes y le dejó el camino libre a Messi, que aprovechó un centro desde la derecha y que empujó la pelota con el pecho. Algo así se intuía. Con escasa reacción, estuvieron a tiro del empate con un cabezazo de Desábato que salió apenas desviado. Fue el instante final. Estudiantes hizo casi todo bien frente al que llaman el mejor equipo del mundo. Sus manos vacías son un relato de desolación, de tristeza, de amargura. Por ahí asoma el orgullo por un trabajo bien hecho. El transcurso del tiempo pondrá las sensaciones en su justa medida. De algo puede estar seguro: el aplauso fue sincero desde los cuatro costados.
El golazo de Pedro, el principio del fin para Estudiantes
Estudiantes se cayó anímicamente tras el empate de Pedro, cuando faltaban dos minutos para el final del tiempo reglamentario, y, cansado, no tuvo resto físico para encarar el alargue. Se quedó sin piernas, literalmente.
Las figuras del equipo catalán, un dilema casi imposible de resolver
Las individualidades de Barcelona resolvieron el partido en el momento más complicado. En el segundo tiempo mejoraron Henry, Ibrahimovic y Messi, y lo refrescó el ingreso de Pedro, que marcó un gol decisivo.
Un buen planteo de Estudiantes, pero tuvo muy pocas situaciones
El planteo del Pincha puso en serios aprietos a los catalanes; si bien no creó muchas situaciones de peligro, controló durante buena parte a las figuras de Barça, que parecieron perdidas. Al final, las individualidades se impusieron.
- Pohang Steelers terminó en el tercer lugar
Pohang Steelers, de Corea del Sur, derrotó por penales (4-3) a Atlante, de México, tras empatar 1-1 en los 90 minutos, y se quedó con el tercer puesto del certamen. Fue la mejor actuación histórica de un equipo surcoreano en la competencia. Además, Denilson, su goleador, fue el máximo artillero del certamen, con cuatro tantos.
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