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Para disfrutar el Mundial mucho más allá de las canchas
Un repaso por las tres ciudades en las que jugará la selección, con los datos útiles para los fanáticos que viajen a la Copa del Mundo
Río de Janeiro
Sin duda que de las tres sedes donde jugará la Argentina la primera ronda del Mundial, Río de Janeiro es la más atractiva y tentadora para hacer base, más allá del partido debut ante Bosnia que se jugará el 15 de junio en el Maracaná. A diferencia de Belo Horizonte y Porto Alegre es la única con playas para aprovechar durante los días libres, con una gran vida cultural, nocturna y con sitios turísticos para visitar hasta el cansancio. Pero mejor saberlo de antemano: en la Cidade Maravilhosa los precios estarán por las nubes, entre los más costosos de las sedes brasileñas y con clara superpoblación de turistas. Incluso ahora, a casi seis meses del comienzo del Mundial, ya es difícil conseguir alojamiento.
Los hoteles en Río cuestan casi tres veces más que en verano (la temporada alta) incluso mucho más que en Réveillon, considerado el momento más costoso del año. Por ejemplo, un hotel que en enero cobra 450 reales, para las fechas de la Copa, pide 1100 reales. Un hostel, cerca de 45 reales ahora (cuarto compartido) y poco más de 200 para el Mundial.
Río es una ciudad fácil para moverse en trasporte público. La red de subtes es acotada (dos líneas, 3,20 reales el pasaje), pero tiene una extensa red de colectivos por las playas y los barrios. Las tarifas varían entre 2,75 y 3,40 reales, según el recorrido.
Pasear, tomar sol y bañarse en las playas de Copacabana, Ipanema y Leblon son las actividades preferidas por los visitantes. Incluso, los que se animan pueden probar suerte en las rodas de altinha, una rueda de jugadores donde la consigna es hacer pases con el pie sin que la pelota toque la arena, un clásico playero.
También sí, subir al Cristo Redentor, la gran estatua de 38 m de altura. Una de las maneras atractivas de llegar es en el Trem do Corcovado, que recorre el Parque Nacional de la Tijuca. El viaje de ida y vuelta y al acceso al Cristo cuesta 48 reales por persona, con servicios cada media hora (conviene comprar por la Web). También se puede ir hasta Largo do Machado, en subte o colectivo y allí comprar la entrada para el monumento.
Para ir al cerro Pan de Azúcar, al que se llega en teleférico con buenas vistas panorámicas, hay que tomar el bondinho, un tranvía antiguo, en Praia Vermelha, que parte cada 30 minutos. Entrada y viaje, 56 reales.
Y no hay que perderse una visita por Santa Teresa, el barrio de estilo colonial, bohemio repleto de atelieres de artistas, al que se puede llegar en el bondinho, que sale cerca de la catedral San Sebastián, en el centro
Uno de los paseos clásicos para los amantes del fútbol es el estadio Maracaná, que ofrece visitas guiadas por el campo de juego, tribunas y vestuarios y también por el museo, que exhibe fotos y recuerdos de estrellas del fútbol. La entrada cuesta 30 reales. Tanto el tren, colectivos y subte tienen parada en el estadio, que está en Rua Professor Eurico Rabelo, s/nº, portão 18, Maracanã.
Una buena alternativa para los que quieren aprovechar días de playa más tranquilos y un poco (un poco nada más) menos costosos es instalarse en una posada de Búzios, Cabo Frío o Arraial do Cabo, a aproximadamente a dos horas de Río de Janeiro, en auto.
Belo Horizonte
Moderna, ícono urbanístico, universitaria, con uno de los PBI más altos de Brasil, gastronomía de fama nacional, en un mix de influencias africanas, indígenas y portuguesas, enormes parques y el sello inconfundible de Oscar Niemeyer, el mismo que hizo famosa a Brasilia. Esto es Belo Horizonte, la capital del estado de Minas Gerais, la elegida por el cuerpo técnico de la selección como bunker: el complejo Cidade do Galo, en el barrio Jardín de Gloria, de la localidad de Vespasiano.
Un plus para los hinchas argentinos que antes del inicio del Mundial tal vez tengan la chance de espiar algunas de las prácticas del seleccionado, si bien el complejo, enclavado en un valle entre sierras, no es el ideal para las miradas externas.
Más allá del fútbol, Belo Horizonte tiene qué mostrar. La principal obra de Niemeyer es el barrio de Pampulha, diseñado en los años 40 y enmarcado por una laguna artificial de 18 kilómetros de diámetro, que entre curvas y contracurvas regala la silueta de otra de sus obras: la iglesia de San Francisco de Asis, con paredes y techos pintados por Cándido Portinari, que junto al Museo de Arte de Pampulha y la Casa de Baile cierran este complejo a puro diseño.
Desde allí, a lo lejos, pero en el mismo barrio, está el Estádio Governador Magalhães Pinto, el Mineirão, donde el 21 de junio la Argentina jugará contra Irán su segundo partido, y que cuenta con un museo.
Belo Horizonte fue la primera ciudad moderna planificada de Brasil.Tiene dos parques públicos muy grandes, casi dos millones de árboles, más de 13 museos y un transporte público ordenado, que la hacen una de las ciudades con mejor calidad de América latina. El Mercado Central vale la pena. En sus 14.000 metros cuadrados y 480 locales se venden verduras y frutas de todos los colores, carnes, dulces y los tradicionales quesos blancos. También se puede probar la típica cachaça minera (es el estado de mayor producción en alambique del país), con todo el encanto de lo artesanal.
En pleno centro hay que visitar el Palacio da Liberdade, antigua sede del gobierno del estado, que integra el Circuito Cultural Plaza de la Liberdade, entre centros culturales, bibliotecas, museos, galerías y edificios de distintas épocas, del art déco y estructuras posmodernas.
El servicio de transporte público es bastante ordenado, salvo en las horas pico, como en toda gran ciudad. Pero para el Mundial habrá novedades: se espera inaugurar el sistema BRT (Bus Rapid Transito), similar a nuestro Metrobús, con el que se piensa agilizar el tránsito.
Para la foto, una linda vista panorámica: desde el mirador Plaza del Papa, donde suelen haber shows musicales. Escapadas recomendables: Ouro Preto, a 100 kilómetros, con todo el sabor de lo colonial, 13 iglesias y la marcada herencia portuguesa. La otra, Inhotim, en Brumadinho, a 60 kilómetros. Es uno de los centros de arte contemporáneo a cielo abierto más grandes del mundo, con 20 galerías y rodeado por un parque botánico imperdible.
A la hora de los festejos, que ojalá lleguen, Belo Horizonte no defraudará: es la ciudad brasileña con más bares (o botecos, como se los conoce): uno por cada 200 personas. Se entiende, hay bares en todos lados, pero el barrio bohemio por excelencia es Savassi, con 40 bares en 10 cuadras.
Porto Alegre
Porto Alegre, capital del estado de Río Grande do Sul, donde la Argentina enfrentará el 25 de junio a Nigeria, es un gran polo industrial del sur de Brasil, pero también es sede de numerosos eventos culturales, como la Bienal de Artes Visuales del Mercosur y la Feria del Libro. Además, cuenta con 13 centros culturales, 50 museos y memoriales, más de 30 teatros y 64 salas de cine.
Entre museos de arte, los más reconocidos son el Museo Iberê Camargo, a metros del río Guaíba, y el Museo de Arte de Río Grande so Sul Ado Malagoli. El primero es un centro de arte moderno y contemporáneo, donde se encuentra la obra vanguardista del arquitecto portugués Álvaro Siza (abre de martes a domingo, de 12 a 19, y jueves hasta a las 21; entrada gratuita). El Museo de Arte de Río Grande so Sul Ado Malagoli, en tanto, es una construcción suntuosa con vitrales, mármoles y ornamentos, donde se exponen obras de artistas locales e internacionales. De hecho, su acervo permanente es considerado uno de los más importantes del país (abierto de martes a domingos, de 10 a 19 hs. La entrada es gratuita).
Otro tipo de museos es el de Ciencia y Tecnología, un verdadero parque temático que estimula la curiosidad científica y los sentidos de adultos y niños (abierto de martes a domingo, de 9 a 17 hs). O la Usina do Gasômetro, que fue uno de los primeros edificios de hormigón del estado. La usina a carbón fue desactivada en 1974, y el gran edificio fue transformado en uno de los dos principales centros culturales de la ciudad.
Entre los paseos hay para elegir. Está, por ejemplo, el famoso Mercado Público, un tradicional espacio de compras y gastronomía (es Patrimonio Histórico y Cultural de Porto Alegre) donde suelen organizarse actividades culturales: conciertos, exposiciones de arte, desfiles y saraos. Para los amantes de la arquitectura histórica, la Iglesia Nossa Senhora das Dores, el edificio histórico más importante de la ciudad (demoró 97 años de construcción), es un imperdible. O el Teatro São Pedro, cuya construcción de estilo barroco portugués (inaugurada en 1858) es considerada una de las más bellas del país.
Imposible no mencionar el Lago Guaíba, que recorta la capital gaúcha de Sur a Norte, con una orilla de 72 km. Famosa por la profusión de pulmones verdes, Porto Alegre es la segunda ciudad más arborizada de Brasil. Entre sus parques, el Parque Farroupilha (llamado de Parque da Redenção), es el alma de la ciudad. Sus 37 hectáreas están repletas de monumentos, jardines temáticos, un gran lago, un minizoológico, parque de diversiones infantiles y canchas de fútbol. Se aconseja no atravesar el parque cuando anochece.
Cuando cae el sol, mejor enfilar hacia la calle Padre Chagas, sede de bares, pubs, restaurantes y discotecas, así como el Mercado Público o el Chalé da Praça XV, ambos en el centro de la ciudad. También la llamada Cidade Baixa es un barrio efervescente cuando cae el sol. Rua dos Andradas es una calle histórica, donde se encuentran los edificios más antiguos, además de los más típicos y tradicionales pubs y restaurantes, tanto para el día como la noche.
Moverse en Porto Alegre es fácil. A diferencia de otras urbes de Brasil, el sistema público está bien organizado y no hay grandes embotellamientos. El ómnibus es rápido y cómodo. El boleto tiene un costo de 2,70 reales. Y existe un sistema alternativo de transporte público llamado Lotação, camionetas con capacidad para 20 personas (son rojas y azules; la tarifa es de 4 reales), o, desde luego, los taxis, que en esta ciudad son rojos. Además, Porto Alegre cuenta con un sistema de metro compuesto por una línea y 17 estaciones. Se lo conoce como Trensurb.
Para tener en cuenta: Porto Alegre ofrece la mayor red de WiFi Zones de Brasil, gratuita en parques públicos, bares, restaurantes y hoteles.
En este estado, donde sus habitantes son llamados gaúchos, el plato típico es el churrasco (carne asada) y la bebida, el mate o chimarrão.
Preocupación por el descontrol de los precios durante la Copa
Las tarifas que se cobrarán durante el Mundial, principalmente en aéreos y alojamientos, se volvieron una cuestión de Estado. Dilma Rousseff creó un comité interministerial para monitorear los precios.
El Embratur, el ente brasileño de turismo, culpa en buena parte del aumento exagerado de los precios en alojamiento (hasta tres veces más caro) a Match, la agencia de la FIFA encargada de vender entradas y también paquetes con alojamiento, que los cotiza más que los propios hoteles.
Por otra parte, las compañías aéreas brasileñas tienen, desde ayer, 15 días para proponerle al gobierno un plan de vuelos durante la Copa y, a partir de ahí, aprobación mediante, se realizará la apertura de la comercialización de los vuelos de cabotaje.
Textos de: Andrea Ventura, Teresa Bausili y Julio Céliz
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