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Palmeiras, bicampeón de la Copa Libertadores: el triunfo sobre Flamengo y las razones de la hegemonía del equipo paulista
En un colmado Centenario, el Verdão se impuso por 2 a 1 al Flamengo de las figuras y los millones y repitió el triunfo conseguido a principios de año contra Santos; un 2021 extraordinario
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A pesar de que, una vez más, la final de la Copa Libertadores fue exclusividad de los brasileños, el cruce entre Flamengo y Palmeiras, en Montevideo, atrajo las miradas de todo el continente y hasta de algunos europeos que, debido al horario, no tuvieron que hacer grandes esfuerzos para seguir la definición. Por primera vez en la historia, se enfrentaron los dos últimos campeones del certamen.
Ya en el estadio, y a diferencia de lo que sucedió en la fría decisión también 100% brasileña de la Copa Sudamericana, entre Paranaense y Bragantino, se vio una “invasión”, sobre todo, de la torcida de Flamengo, el club más popular del país, dueño de una de las mayores masas de hinchas del mundo. El rojinegro predominaba no solo en la tribuna Colombes, sector asignado para los cariocas, sino también en la parte central, designada a los simpatizantes uruguayos o “neutros”.
En lo estrictamente futbolístico, más allá de su poderío indiscutible, desde que avanzaron a la decisión por “La Gloria Eterna”, hace casi dos meses, tanto Flamengo como Palmeiras tuvieron que atravesar pequeñas turbulencias.
Por el lado del Rubro-Negro, buena parte de la hinchada pedía, inclusive en el estadio Centenario, la renuncia de Renato Gaúcho debido a una serie de malos resultados; les molestó, sobre todo, la eliminación de las semifinales de la Copa de Brasil, ante Athletico Paranaense, en pleno Maracaná. Además, los torcedores rojinegros suelen medir a sus entrenadores con la vara “Jorge Jesús”, actual técnico de Benfica, de Portugal, con quien ganaron el Brasileirao, la Supercopa y, claro, la Libertadores 2019, ante River, en Lima, entre otros títulos.
Tampoco escapó de las críticas Gabigol, ídolo del Mengão, quien llegó a enfrentarse con sus propios hinchas tras recibir insultos y hasta un impacto con un vaso. “Quería ganar más que nadie, pero no voy a tolerar este tipo de agresiones”, dijo el delantero horas después del episodio dirigiéndose a su propia gente.
En este caso, la reconciliación no demoró en llegar, ya que los torcedores ovacionaron al jugador cuando llegó a su centésimo gol con la camiseta rojinegra. “Nací para jugar en Flamengo y aquí me quiero quedar por mucho tiempo”, declaró tras ese partido, ante Bahía, en el cual además cantó junto con la hinchada en pleno campo de juego.
Antes de la final, el clima tampoco era el mejor en Palmeiras. La derrota en el clásico ante San Pablo, 10 días antes de la definición de Montevideo, a la que le siguió otro revés, ante Fortaleza, y un empate contra Mineiro, le valieron otra vez, varias críticas al técnico portugués Abel Ferreira, a quien suelen reprocharle sus planteos “mezquinos”, aún con un elenco plagado de jugadores de calidad, como Raphael Veiga, Dudú, Rony, entre otros.
Ambos se jugaban mucho más que la posibilidad de conseguir su tercer título de Libertadores en la maravillosa tarde del Centenario, y eso se reflejó desde el comienzo del partido. A pesar del nerviosismo, los dos salieron a buscar el arco rival de la manera que mejor saben hacerlo; Flamengo, asociando a sus mejores hombres en ataque, y Palmeiras, marcando fuerte para salir con pases largos, de la forma más rápida y vertical posible, apostando a la velocidad de Dudú y Rony. Un duelo de “técnica vs. táctica”, como suelen llamar en Brasil al clásico entre cariocas y paulistas del último lustro.
Fue Palmeiras el que, con sus armas, golpeó primero. Y muy rápido. A los cinco minutos, el paraguayo Gustavo Gómez lanzó un largo pase hacia el lateral Mayke, que llegó al fondo con mucho espacio -a espaldas de Filipe Luís- y, con buen tino, se tomó un segundo para esperar la llegada de Raphael Veiga, que casi desde el punto de penal definió de zurda, para dejar sin chances a Diego Alves.
Con la ventaja, el Verdao se sintió mucho más cómodo para esperar en su propio terreno, asfixiando al núcleo creativo de Flamengo, compuesto por Andreas Pereira, Everton Ribeiro, Bruno Henrique, Giorgian de Arrascaeta y Gabigol. A pesar de que los de Renato Gaúcho tuvieron el 63% de la posesión de balón, casi no lastimaron y Weverton tuvo una única atajada importante, ante un remate de de Arrascaeta.
El 1 a 0 de Palmeiras
Las intenciones de Flamengo en el complemento se pusieron de manifiesto desde el primer minuto, con una llegada de Gabigol, que se demoró en la definición. Menos de 120 segundos después, Willian Arao estuvo a punto de empatar el partido con un cabezazo. A pesar de la arremetida rojinegra, Palmeiras siguió apostando a la dinámica de sus jugadores de ataque y, a los siete minutos, Rony estuvo a punto de aumentar la diferencia con un disparo desde afuera del área que Alves sacó al córner.
El 1 a 1 de Flamengo
Sin embargo, la maquinaria flamenguista estaba a todo vapor y el empate parecía cuestión de minutos. Primero, Weverton le impidió el gol a David Luiz, el experimentado zaguero que buscaba el primer título con un equipo de su país. Poco después, a los 15 minutos, al arquero no le quedó más que mirar y rezar para que un cabezazo de Bruno Henrique se perdiera a centímetros del poste izquierdo.
Pero la paridad estaba al caer y, a los 26 minutos, cayó. Fue, como no podía ser de otra manera, Gabriel Barbosa (tras un pase magistral del uruguayo de Arrascaeta) el encargado de empatar la final, con un zurdazo rasante que se le coló en el primer palo a Weverton. La historia de la final de Lima, ante River, parecía repetirse. Otra vez Flamengo demoró en reaccionar, otra vez Gabigol se metió en el partido de la forma que mejor sabe hacerlo, con el gol.
A partir de allí, el Centenario se vistió de Maracaná, de Parque Batlle a la zona norte de Río de Janeiro. La gran mayoría del Mengao se hizo sentir como nunca antes en la tarde de Montevideo y, en paralelo a ese empuje, el elenco de Palmeiras comenzó a sentir el desgaste realizado en el primer tiempo. Si Flamengo no se llevó el título en el tiempo regular fue solo porque Michael, uno de los preferidos de la hinchada rojinegra, falló en la definición cara a cara ante Weverton, en situación inmejorable.
Es cierto también que una final entre los dos equipos que dominan el continente, disputada con el corazón en la boca y con estilos completamente opuestos, merecía algunos minutos más. Y así se fueron al alargue. El ritmo de juego bajó y cuando aún se estaban acomodando para el round más tenso de la tarde-noche uruguaya, Deyverson, que había ingresado por el talentoso Raphael Veiga, aprovechó un error del belga-brasileño Pereira para poner nuevamente al Porco en ventaja.
Esta vez, el mazazo fue demasiado para Flamengo. Los jugadores de Renato Gaúcho casi no incomodaron más a Weverton durante los más de 10 minutos que le restaban a la etapa. También reinó el silencio entre los torcedores del Rubro-Negro y, por primera vez, la hinchada de Palmeiras se adueño de la fiesta del Centenario.
El 2 a 1 de Palmeiras
A pesar de tibios intentos de Kenedy y Pedro, que ingresaron en el alargue, Flamengo nunca logró recuperarse del gol de Deyverson. Sin pasar demasiados sobresaltos, Palmeiras hizo lo que mejor sabe hacer; supo congelar los minutos que restaban y, de esa manera, facturó su tercera Copa Libertadores, segunda consecutiva (conquistó la primera en 1999).
Compacto de la final
Otra vez la fiesta del continente se muda al barrio de Agua Branca, en San Pablo, donde está ubicado el Allianz Parque, casa de Palmeiras. “Quédense tranquilos que vamos a hacer lo necesario para ganar la final. Si necesitamos de un gol, haremos un gol. Si necesitamos dos, haremos dos”, dijo Abel Ferreira 24 horas antes de la definición. Una vez más, el obstinado portugués cumplió, porque los suyos, como casi siempre, volvieron a cumplirle.
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