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Palacios, antes de River-Flamengo: cuál fue el clic que le pedía Gallardo para que dejara de jugar como un chico
Exequiel Palacios se desenvuelve ante los micrófonos como en el campo de juego: es simple y directo, con conceptos claros y los pies sobre la tierra. Con su tono de voz moderado, sonríe cuando recuerda al niño que llegó a River con 10 años y disfruta al hablar de su familia, que a las semanas de su nacimiento se mudó desde Famaillá, Tucumán, hacia San Martín, provincia de Buenos Aires, donde todavía vive con su novia, en una casa justo al lado de la de sus padres. Y, por sobre todas las cosas, mantiene la calma y el perfil bajo, reiterando varias palabras que moldean su discurso: trabajo, privilegio, orgullo, aprendizaje, compañerismo y respeto.
"Soy un privilegiado y un agradecido. Vivir esto es lo que siempre soñé desde chico. Siento un orgullo enorme de estar acá y disfruto cada día", cuenta Palacios en diálogo con la nacion. Desde su explosión hace dos años, el tucumano vive en una montaña rusa: se consolidó en primera, jugó el Mundial Sub 20, renovó su contrato hasta junio de 2021, brilló en los superclásicos, su representante y sus padres le cambiaron el número de teléfono tras los rumores de un romance mediático, debutó y se destacó en la selección nacional, ganó la Copa Libertadores ante Boca en Madrid y se perdió la Copa América por lesión.
"Siendo muy chico, se convirtió en hombre", supo explicar el técnico Marcelo Gallardo, uno de los grandes artífices de su presente. A los 21 años, acumula 83 partidos y 10 goles en River, pero demuestra templanza, sabiduría y carácter para jugar como un experimentado. Fanático de Iniesta, Kroos y Modric, sus virtudes deslumbraron a varios clubes del exterior, pero su cabeza sigue en Núñez con un sueño muy claro: el bicampeonato de América.
–¿Cómo vivís el presente del equipo?
–Estoy muy contento de poder jugar siempre. Es un orgullo el equipo y el grupo que tenemos. Estamos peleando en las tres competencias, con mucha humildad y trabajo. Este grupo es muy trabajador, entre todos nos mejoramos día a día con entrenamientos muy intensos. Acá se juega como se entrena.
–Alcanzaron una nueva final de Copa Libertadores… ¿cuánto costó el camino?
–Fue una Copa difícil, como la vez pasada. Nos tocó definir siempre de visitante, con rivales muy duros. Pero en esos momentos se ve reflejado el carácter que tiene este equipo. Estamos contentos de poder estar en una final y queremos seguir haciendo historia.
–¿Cómo creés que será la final con Flamengo?
–Flamengo es un equipo muy fuerte y poderoso. Hay que respetarlo, como ellos nos van a respetar a nosotros. Esperemos que salga una linda final, seguramente será de igual a igual. Ambos nos vamos a cuidar y vamos a tomar recaudos para defender, pero también vamos a atacar. Somos equipos parecidos, buscamos siempre el arco contrario para ganar.
–¿Por qué hoy River se acostumbró a pelear todo lo que juega?
–Este es un grupo que siempre va por más, tiene hambre, humildad, trabajo, compromiso y no se relaja nunca… nadie quiere perder acá. Vamos por todo y creemos que tenemos material para hacerlo. A veces se da, otras no. Pero jugamos todos los partidos de la misma manera. Por suerte, este semestre, con el trabajo muy bueno que se está haciendo, nos mantenemos en la pelea en los tres frentes.
–Muchos de tus compañeros hablan de que River es una "familia". ¿Es así?
–Sí, esto es una familia. Es un grupo de mucho compañerismo. Si no juega uno, juega el otro y siempre se trata de apoyarlo. Y los más chicos escuchamos mucho a los más grandes, a los referentes que son grandes jugadores y te pueden enseñar mucho. Hay que respetarlos y escucharlos. A Leo (Ponzio), Enzo (Pérez), Javi (Pinola)… tienen experiencia y son los que más saben. Y también al cuerpo técnico que nos guía.
–Gallardo alguna vez dijo que siendo muy chico te transformaste en hombre…
–En River me moldeé como persona y como jugador. Y con Gallardo me formé, fue muy importante para mí e influyó mucho en mi juego. Hice el clic que me pedía para que dejara de jugar como un chico. Quizás yo jugaba muy en corto, perdía muchas pelotas y Marcelo me decía que tenía que jugar como un jugador más maduro. Traté de afianzarme y hacer esos pequeños cambios: ayudar a la hora de defender y acompañar más en ataque. Ahora soy más completo, con despliegue y llegada al área. Cambié el chip para ayudar al equipo.
–Si tuvieras que destacar un punto de Gallardo como DT, ¿qué dirías?
–Es un técnico que se anticipa a las cosas que van a pasar. Nosotros aprovechamos lo que sabe porque después se da en el partido. Y por suerte salen bien las cosas.
–¿Te costó la adaptación a primera?
–Fue todo muy rápido, pero me pasaron muchas cosas buenas. Ya van dos años y medio en los que sigo afianzándome y disfrutando el mundo River. Además, jugar con compañeros como Leo, Enzo, Nacho (Fernández), Juanfer (Quintero) y todo el equipo que tenemos… te potencia y te hace mejor jugador.
–¿Tenés una posición de preferencia?
–No, en la mitad de la cancha puedo jugar por derecha, por izquierda o delante del 5 para darle una mano a los volantes. Yo intento afianzarme donde le sirva al técnico.
–¿Cómo vivieron otra definición mano a mano con Boca?
–Si bien era una semifinal, los clásicos se juegan como finales y dimos otra muestra de carácter. Hicimos la diferencia de local con un buen resultado y ganamos una batalla muy dura. Sabíamos que en la Bombonera ellos se iban a venir con todo, pero se vio reflejado que estábamos preparados para eso y fuimos inteligentes para pasar a la final.
–La gente los despidió y los recibió… ¿cuánto ayuda ese apoyo?
–El recibimiento después de la cancha de Boca fue una locura. A nosotros nos motiva todo lo que hacen. No nos podemos quejar: van y llenan en todos lados y nos apoyan en todos los momentos. La gente se merece todo lo que está viviendo.
–Te fracturaste el peroné cuando venían a verte de Real Madrid y te desgarraste antes de la Copa América. ¿Qué tan difícil fueron esos momentos?
–Ambos fueron muy duros, especialmente los primeros días después del cachetazo que me dejó afuera de la Copa América. Yo me estaba preparando y mentalizando para eso. Me sirvió como experiencia para madurar. Fue un aprendizaje. Con la ayuda de mi familia, amigos y la gente del club, volví mejor de la cabeza.
–Debutaste en la selección, te elogió Scaloni y sorprendió tu naturalidad para jugar…
–Uno, cuando está en la selección, siempre trata de dejar todo. Tuve la suerte de que me salieron bien las cosas. Ahora toca volver a trabajar para que llegue una nueva convocatoria. A mí me llena de orgullo que el técnico hable bien, es una satisfacción y te dan más ganas de seguir entrenando para estar.
–¿Lo del Real Madrid estaba por cerrarse antes de la lesión en febrero?
–Cuando me lesioné en el partido con Racing, justo habían venido de España a hablar y por la lesión se cayó un poco el tema. Pero no era algo que yo tenía en la cabeza. Si no pasó, llegará más adelante o no vendrá, no sé. Pero yo estoy tranquilo, orgulloso y feliz en River.
–Ahora se habla mucho de por qué no hay acuerdo para renovar tu contrato y subir la cláusula de rescisión de 15 millones de euros…
–Eso lo maneja mi representante. Yo intento no escuchar lo que se dice, no darle tanta bola. Me enfoco en el mundo River para jugar, es donde hoy tengo la cabeza. Quiero poder terminar bien el año. Intento vivir el día a día y no trato de pensar en el futuro. Estoy muy tranquilo.
–Tu sueño era ganar la Copa Libertadores con River. Lo lograste. ¿Y ahora?
–Mi sueño es poder ganar lo que queda de acá a fin de año. Después, más adelante, se verá.
La infancia en Tucumán: "Mis padres me frenaban y me fastidiaba; hoy se los agradezco"
–No es fácil vivir la exposición del mundo River de golpe… ¿cómo lo asimilaste?
–Me amparé mucho en mi familia, que siempre está al lado mío para ayudarme. Yo soy un chico de perfil bajo e intento rodearme de buena gente, que me quiere, para escucharlos y aprender de ellos.
–¿Cómo sos fuera de la cancha?
–Soy muy tranquilo, comparto la gran mayoría del tiempo con familia. Vivo con mi novia en una casa al lado de la de mis padres. Y disfruto estar acompañado con ellos y mis amigos. Además, me gusta mucho venir al club. Disfruto venir a entrenar, estar en el vestuario, pasar tiempo con los compañeros en la concentración… a mí me llena de alegría, más siendo hincha de River. Es un sueño cumplido.
–¿Volvés a Tucumán a visitar a la familia?
–Sí, siempre trato de pasar las fiestas o algunos días libres que tenga. Me gusta mucho ir a Tucumán y a Santiago del Estero, en las dos provincias tengo familia. Son ciudades tranquilas para poder abrir la cabeza con los familiares. Te relaja y te desconecta de todo.
–¿Qué recordás del Exequiel que llegó a River con 10 años?
–Era muy chiquito, un pibe de barrio, que la peleó como todos. Fueron días duros, de muchos entrenamientos… iban pasando las etapas y no sabías si llegabas a fin de año para seguir en el club. Eran instancias que había que afrontar y hoy en día soy un privilegiado de poder estar en el primer equipo, disfrutando del mundo River y ganando cosas.
–¿El fútbol siempre fue parte de tu vida?
–Siempre me conecté con el fútbol, me apasionó desde chico. Y gracias a mis padres soy lo que soy y estoy donde estoy. Siempre fueron los que me guiaron y me hacían ver cosas que yo no podía darme cuenta. Nunca me presionaron, pero siempre me acompañaron. Había muchas cosas que yo quería hacer, pero no debía. Quizás me perdía cumpleaños, reuniones, fiestas con amigos… ellos me frenaban y yo me fastidiaba. Pero me decían que, si quería ser futbolista, había cosas que tenía que dejar de lado. En aquel momento me enojaba, pero hoy lo veo como jugador y se los voy a agradecer toda la vida.
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