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Osvaldo Wehbe, el entrañable Turco de Río Cuarto: la anécdota sobre Maradona y el recuerdo de Víctor Hugo Morales
CORDOBA.- "El gordo Ortigoza. Todos dicen que estás gordo. Come lo que quieras, gritalo como loco…San Lorenzo 1, Nacional de Paraguay 0. Ganamos la Libertadores ¡Caramba!". Así se emocionó Osvaldo Whebe en su relato –uno de sus históricos relatos- del 13 de agosto de 2014. El destino quiso que ese mismo día, seis años después, falleciera en su Río Cuarto natal. Tenía 63 años y 40 de carrera.
Nunca se fue de Río Cuarto. Sólo se mudó a la ciudad de Córdoba para estudiar Abogacía. La carrera que terminó desplazada por el micrófono y la pasión del relato. Buena parte de los fines de semana de su vida se los pasó viajando, pero no se cansaba de decir –aun admitiendo que no se atrevía a definirla como "una ciudad linda"- que Río Cuarto era su lugar en el mundo. "Como la coraza que todos tenemos".
Fue su hermano mayor "al que le gustaba el fútbol" el que lo acercó al deporte. Cuando tenía dos años se hizo hincha de San Lorenzo, por una apuesta de su hermano con un amigo que, para no pelearse, quedaron en regalarle la camiseta del que saliera campeón ese año. "Cuando la ví, quedé enamorado como si fuera Jenifer López", recordaba y llamaba al rojo y al azul, los colores "patrios".
Entre los viajes que más tenía presenta estaba el de México en 1986: "Viví a Diego a pleno, al Mundial a pleno. El país había sufrido un terremoto y no se podía ni tomar agua de la canilla. A la vez, mi mamá estaba enferma en Río Cuarto y mi hija tenía un mes. Extrañaba, pero verlo jugar a Maradona era un bálsamo".
Cuando le preguntaban por Maradona, repasaba que en 1987 en un partido de la selección nacional con Alemania en Buenos Aires, él y su equipo llegaron un día después de la conferencia de prensa de los jugadores. Parados en la puerta del hotel mandaron un "papelito" con el guardia a los que veían en el hall. "Salió Diego y preguntó ‘quiénes son los de Río Cuarto’. Nos dio la nota y él llamó a los otros". Se decía un "agradecido" de haber sido un "contemporáneo" de Maradona y de que el 10 fuera una de las figuras que lo trataba "igual que a los colegas de Buenos Aires".
A Diego, Wehbe le dedicó "Los 10 del 10". "Piense en el fútbol argentino sin Diego. Suponga por un rato que el 30 de octubre del '60, un hada maligna determinara que no fuera como fue. Que Diego naciera jugador de naipes, o magnífico arquitecto, o un gran abogado, o simplemente un laburante de todos los días, aficionado al fútbol, habitante de la popular de algún club de Capital Federal", comienza su libro, que tiene prólogo de Víctor Hugo Morales.
El recuerdo de Víctor Hugo Morales
Y termina: "Piense en nosotros, los hinchas, sin Maradona. Suponga que pasamos por la vida sin ver al duende. Hubiese sido todo demasiado real y aburrido, con muy pocos destellos de algunos ingeniosos muchachos de hábil dominio. Con el fuimos protagonistas de la Isla del Tesoro, de Peter Pan, de una de Paturuzú, fuimos compañeros de Harry Potter y de Dr. Indiana Jones. Todo por un 30 de octubre. Un día común. Sólo los que estábamos ya en el mundo ni nos fijamos en los balones que había en casa. A la hora en que Diego asomaba al mundo, se pusieron a picar de alegría. Nosotros, lo notamos varios años después".
Sus relatos eran así, mezclaban datos históricos con mitología, geografía y poesía callejera. Siempre parecía tener algo más en la galera. Sus compañeros lo recuerdan como metódico, buen tipo, siempre en busca de hacer lo mejor. Wehbe se definía como un "agradecido" de la vida, y "decepcionado" por el fútbol que transmitía "porque creía que iba a mejorar y desmejoró desde lo organizativo, desde lo moral, desde la ética".
San Lorenzo campeón: su emotivo relato hace seis años
Trabajó con José María Muñoz en "La Oral Deportiva" de Radio Rivadavia, estuvo años con Morales en Continental y junto a Víctor Brizuela integró una dupla muy recordada. Hace tres temporadas trabajaba para el grupo Maradó de Río Cuarto, "más relajado". Disfrutaba de tener tiempo para hacer natación y de la charla en el café con sus amigos.
"Uno va rememorando en los momentos de solitario, cuando salgo a caminar o a pasear el perro, y se va acordando de momentos increíbles, como haber estado en 11 mundiales, es un orgullo, y haber trabajado con Muñoz, Brizuela y Víctor Hugo, que fue la trilogía de capos y creo que di la talla, cumplí", reflexionó en una entrevista hace un año con Puntal de Villa María. En medio de la tristeza por su muerte, se multiplicaron las repeticiones de sus relatos.
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