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Oscar Trejo: el santiagueño que se fue mal de Boca, vivió un calvario y hoy es una leyenda en Rayo Vallecano
En una charla con LA NACION, el volante repasó los altibajos de una carrera que lo tuvo cerca de la selección argentina
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MADRID.- Oscar Trejo camina en ojotas por el Centro Deportivo del Rayo Vallecano. Después de entrenarse, aparece con una remera del club, sin las estridencias de las marcas de moda que visten los futbolistas de los equipos poderosos de esta ciudad. Se fue de Boca hace 20 años, pero mantiene intacto su acento y la pausa santiagueña, como si hubiera llegado ayer a Europa. Su historia es la de un resiliente que se sobrepuso a conflictos extrafutbolísticos hasta encontrar su lugar en el mundo: Vallecas, el barrio obrero de Madrid.
Llegó en el peor momento del club, cuando el Rayo estaba a punto de desaparecer, y logró en 2010 un ascenso que lo salvó de la quiebra. Tras un paso por el futbol francés, el volante ofensivo volvió al club y consiguió dos ascensos más. A sus 36 años, ya es una leyenda en el equipo de los trabajadores de Madrid. Si hasta Los Bukaneros, la barra del Rayo, lo elige como el abanderado para hacer el “bautismo” a las nuevas incorporaciones del plantel, que consiste en una visita por lugares emblemáticos del barrio.
“Aunque no lo puedan creer, el trato humano aquí es muy parecido a Santiago del Estero”, asegura Trejo a LA NACION antes de comenzar una hora de entrevista. El sueño de Oscar se nutrió en la pensión de Boca, donde llegó a los 12 años, pero se forjó en las adversidades, en los conflictos con los dirigentes y con su representante. Después de una salida traumática de Argentina por la patria potestad encontró en Vallecas la calma que le permitió brillar en Europa y hasta coquetear con la selección.
-Los argentinos imaginamos que en la liga española compiten los equipos más fuertes del mundo a nivel económico, pero ¿podríamos decir eso del Rayo Vallecano?
-No, el Rayo representa todo lo contrario: mucho amor propio, mucho cariño del barrio. Sabemos que a la gente le cuesta pagarse el abono todo el año, pero pesa mucho el sentimiento de pertenencia. A diferencia de lo que pasa en la cancha del Real Madrid o del Atlético, aquí la gente sólo te viene a alentar. Si ganamos o perdemos, la gente sigue cantando. Es muy “argentino” el público del Rayo, algo que no es tan normal acá porque en otros estadios enseguida te chiflan si jugás mal.
-¿Cómo fue tu primera temporada en el Rayo en 2010?
-Fue muy dura porque estábamos con muchísimos problemas económicos, hasta se hablaba de la posibilidad de que desapareciera. La única opción para salvar al club era ascender a Primera para generar más ingresos. Durante toda esa temporada no cobramos. El alquiler del departamento donde vivíamos lo pagábamos nosotros. Hubo compañeros que compraron autos y tuvieron que devolverlos. Otros que habían metido a sus hijos en la guardería y los tuvieron que sacar. Por suerte pudimos ascender.
Trejo dejó al Rayo en La Liga y se fue del club. Querían comprar su pase, pero la ley concursal no le permitió hacer nuevas incorporaciones para priorizar que, con los nuevos ingresos, pagaran el sueldo de los empleados. Terminaba una etapa en el club que ya lo había enamorado pero, sobre todo, cerraba un largo conflicto con su representante que comenzó con su traumática salida de Boca y se extendió por cuatro años en España.
Cuando el Sporting de Gijón compró su pase en 2011, Trejo se libró de una pesadilla que todavía recuerda. Soñaba con ser ídolo de Boca: debutó en julio de 2005 ante Almagro en la Bombonera con un gol. Pero nunca firmó su primer contrato y, por orden del entonces presidente xeneize Mauricio Macri, lo marginaron del plantel que dirigía Alfio Basile. Se desvaneció una ilusión que había empezado con apenas 12 años, cuando llegó desde Santiago a la pensión de Casa Amarilla.
-¿Por qué te fuiste así de Boca?
-Me acuerdo que jugábamos un partido con Godoy Cruz en la Bombonera, yo había ido al banco de suplentes. Cuando me estaba cambiando, entra Macri y me dice: “Oscar, vos sabés que hasta que no firmes (el contrato) no vas a jugar más en Boca, ¿no?”. Yo me quedé helado. Volví a mi casa y les dije a mis viejos: “No sé lo que pensarán ustedes, pero yo mañana me presento en Casa Amarilla y firmo el contrato que me den”. Estaba convencido porque era hincha, porque era el sueño de cualquier chico de Santiago. Pensá que había estado desde los 12 años, conocía a todo el mundo.
Trejo recuerda que fue al club y acordó un contrato con las mismas condiciones que Nicolás Gaitán, Éver Banegas y Juan Forlín, entre otros compañeros de la categoría ‘88. Pero nunca lo firmó. “Cuando mi papá le comunica al representante, éste me dice que no firme eso, que es una locura. Le hicimos caso y me arrepiento por cómo han pasado las cosas”. Tras esa decisión, Trejo comenzó un largo calvario: fue relegado a entrenarse con la sexta división durante un semestre y hasta tuvo una oportunidad en Mallorca, que en ese momento tenía un plantel con varios argentinos como Ariel Ibagaza, Jonás Gutiérrez, Maximiliano López y Lionel Scaloni, entre otros.
“Estaba en España, pero tenía un dolor...”, recuerda. Había salido de Argentina por la patria potestad, cruzó medio mundo y aterrizó en España con 17 años. Estuvo solo en sus primeros meses de adaptación. Tenía todo acordado con Mallorca, pero Boca judicializó el caso. “Hubo un juicio porque los dirigentes decían que había firmado un contrato cuando en realidad yo no había firmado nada. Alguien de Boca había falsificado mi firma, al final los peritos judiciales dijeron que esa firma no era original, no era mía”, afirma. Hasta que no se resolvió el conflicto, la FIFA le prohibió entrenarse con Mallorca durante cuatro meses.
La traumática salida de Boca finalmente se había cerrado, pero al derrotero de Trejo le quedaban algunos capítulos. “Mis compañeros argentinos me ayudaron mucho a darme cuenta todo lo que había pasado, el negociado que había hecho mi representante. Vine a España solo, sin mi papá, firmé un contrato y no me dieron ni una copia. Habían arreglado que toda la plata de mi sueldo iba para mi representante. A mí me daban una mensualidad y, además, me hacían pagarle una parte de eso. Tremenda estafa”, remata. Trejo cambió su representante, pero esas condiciones se mantuvieron por cuatro años hasta que Sporting Gijón compró su pase en 2011. “Se puede decir que económicamente mi carrera empieza recién ahí”.
-Casi 20 años después, los conflictos por los contratos de los juveniles de Boca siguen vigentes.
-Sí, los representantes tienen la capacidad de jugar con algunas palabras que te llevan a su terreno. Partimos de que muchos chicos que vienen del Interior están desprotegidos. Es un vocabulario que nosotros no manejamos. Cuando me hablaban de esto o de aquello yo decía: “Uf, hablame en términos más sencillos porque no entiendo”. Se aprovechan de eso y sacan su ventaja.
-¿Qué podés contar de tu historia personal?
-Me ha pasado que te hacen ver como una amenaza del club en el que estás y te terminan llevando adonde ellos te quieren ubicar. La podés pasar mal, podés pelearte con mucha gente. No está bueno. Hoy en día conozco casos de chicos de 11 años que ya tienen contrato con los representantes y te hacen poner varias cláusulas. ¡Con 11 años! Antes no pasaba. Ellos piensan: tengo 20 chicos, con que uno me salga más o menos bien, ya está. El fútbol es un negocio para ellos.
Después del Sporting Gijón, Trejo jugó cuatro temporadas (2013-2017) en Toulouse, Francia, hasta que apareció una nueva oportunidad de volver al Rayo. Quería una segunda chance, pero un problema familiar en Argentina y un llamado de San Lorenzo lo hicieron dudar de pegar la vuelta. Finalmente, se decidió por Vallecas y empezó a construir su historia grande en el Madrid de los trabajadores.
Se encontró con Michel, uno de los entrenadores sensación en Europa, que sacó lo mejor del enganche argentino y supo definirlo como “el líder silencioso” de ese campeón de la Segunda División. Trejo convirtió 12 goles y fue clave en esa temporada. Repitió el título en Segunda División en 2021. Desde hace años, el Rayo se mueve alrededor de su talento como organizador de juego. Ahora con menos minutos, Trejo suma este año su octava temporada consecutiva en el club, es el futbolista extranjero con más partidos jugados y aunque ya no lleva la cinta de capitán, es el máximo ídolo del plantel.
Nunca jugó para la selección, pero conoce el predio de AFA: compartió la Sub 15 y la Sub 17 con nombres como Sergio “Kun” Agüero y Alejandro “Papu” Gómez, entre muchos otros. Estuvo cerca debutar en el ciclo Scaloni, pero la convocatoria finalmente no se concretó. Su relación con el Gringo continuó tras su salida de Mallorca, cuando ambos eran futbolistas. Amantes del folclore, los padres de ambos compartían salidas y amistad en Baleares mientras sus hijos jugaban al fútbol. “Hemos tenido muchas charlas muy profundas, me ha ayudado un montón en ese momento difícil para mí. Una vez vino a jugar un partido a beneficio en Santiago. Ha sido un tipazo. Era enfermo del fútbol, ya le veías esa madera de líder”.
Volvieron a conectarse en 2021, cuando Scaloni ya era técnico de la Selección. El Rayo había hecho la mejor primera mitad de temporada de su historia: terminó diciembre en la cuarta posición de La Liga. Trejo, mediapunta ofensivo, era la figura del equipo junto al colombiano Radamel Falcao. El recuerdo de esa charla con el DT le enciende una sonrisa a Trejo que persiste durante un buen rato.
-¿Volviste a hablar con Scaloni?
-Sí, me mandó un mensaje en 2021. Le habíamos ganado a Barcelona y me llega un mensaje de un número desconocido que decía: “Te acordaste tarde de jugar bien”. Yo no lo podía creer.
-¿Qué le respondiste?
-Le puse: “Lo que pasa es que vos recién ahora estás viendo los partidos del Rayo”. Me acuerdo que estaba comiendo con mi mujer. Me empiezan a transpirar las manos, me pongo nervioso. Y me escribe: “¿Cómo te ves para la selección?”. Imaginate, le dije que sería un sueño. “Vos me conocés: si se da, no te voy a defraudar. Si hace falta, me voy en bici hasta Barajas”.
Pero la historia no tuvo final feliz. “La competencia en la selección es impresionante, pero pensaba que era posible que se diera porque también habían citado ese año a otros jugadores que jugaban en España, como Lucas Boyé, que estaba en Elche. Para mí, haber tenido estas conversaciones fue como pisar AFA de nuevo. Estar en la órbita de la Selección jugando en el Rayo. Son esos logros interiores que por más que no se haya dado, yo toqué el cielo con las manos”.
Madrid es su presente, pero probablemente sea también su futuro. A sus 36, Trejo ya se prepara para seguir ligado al futbol en España. “Ya me estoy preparando porque no me quiero encontrar sin saber qué hacer cuando no juegue más”. Volver a Argentina no es su prioridad, sobre todo, porque avizora su proyecto familiar en esta ciudad. Después de 20 años lejos de su país, algunas semejanzas le hacen olvidar la distancia: “Vallecas es como Santiago, cuando camino por el barrio me acuerdo de mi infancia y de las plazas donde jugaba al fútbol. Me siento como en casa”.
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