Frente a Qatar, el cuarto y último Mundial de su carrera, ‘Fideo’ revela intimidades del grupo y cuenta cuál es la mejor manera para ayudarlo a Messi dentro de la cancha
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Un día, Ángel Di María y Lionel Scaloni compartieron la selección pero fueron rivales. La Argentina se despedía rumbo al Mundial de Alemania 2006 y José Pekerman no quiso correr riesgos en el último amistoso: la mayor contra el Sub 20, a puertas abiertas en el Monumental. De un lado, un extremo izquierdo flaquito y escurridizo de Rosario Central, del otro un volante dinámico que entonces ya sumaba ocho temporadas en Europa. “¿Qué me iba a imaginar…? Si ya estaba hecho. Había compartido la cancha con Riquelme, Tevez, Masche, Sorin, Ayala... Fue lo más lindo que a esa edad me pudo pasar. Ni se me cruzó por la cabeza esa noche que, en el Mundial siguiente, yo iba a estar representando a mí país”, cuenta Ángel. Fogonazos de la memoria. Tenía 18.
Y no faltó más. Desde entonces, cuatro Mundiales en cadena, igual que Diego Maradona, igual que Javier Mascherano. Asoma Qatar. “Cuarto Mundial…, sí, la verdad es que no puedo creer que estoy en mi cuarto Mundial. Es increíble y me siento muy orgulloso de mi trabajo durante todo este tiempo. No es fácil mantenerse tantos años en la selección argentina con la cantidad y calidad de jugadores que hay en nuestro país. Recibí muchas críticas, pero llevo 124 partidos en la selección, creo que eso no lo logra cualquiera. Yo lo disfruto como la primera vez. Poder convencer a cada técnico de que yo debía estar en la selección no ha sido sencillo. Entré al predio de la AFA con 15 años, mi primer técnico fue Hugo Tocali, y llevar tanto tiempo nos provoca muchísima felicidad, a mí y mi familia, que es la que me ha sostenido. ¿Revancha? No, no lo tomo como una revancha. Sí, como un nuevo desafío, y el último en un Mundial con mi país”.
-Después de Rusia 2018, en pleno derrumbe, comentaste que “a la selección no se renuncia nunca”. Después de Qatar, ¿ya se terminará tu ciclo… “o a la selección no se renuncia nunca…”?
-Es verdad, lo pienso así, a la selección no se renuncia nunca, como nos dijo una vez Scaloni a Leo y a mí: ‘Que esa decisión la tome el entrenador de turno’. Pero el tiempo pasa. Como dije en marzo, cuando jugamos contra Venezuela en la Bombonera, ese seguramente fue mi último partido con esta camiseta en la Argentina... Por eso, a mis 34 años, sé que voy a jugar mi última Copa del Mundo.
Una costumbre se mantendrá inalterable, como sucedió en Sudáfrica, en Brasil y en Rusia: antes de cada partido, camino al estadio, Ángel llamará a Diana, su madre, para que le regale la ‘bendición’, como él denomina a ese contacto íntimo aunque los separe un océano. El momento los traslada a la infancia de ‘Fideo’, entre los 7 y los 14 años, cuando Diana lo llevaba a entrenar desde la calle Perdriel al 2066, en barrio Alberdi, a la ciudad deportiva de Central, en Baigorria. ¿Colectivo, remis, auto? No. Los dos a bordo de “Graciela”, sí, tenía nombre la bicicleta amarilla oxidada, compañera incondicional… hasta que se las robaron.
-¿Qué responsabilidad extra llevan vos, Messi y Otamendi frente al grupo, teniendo en cuenta que para varios, como De Paul, Lautaro, Paredes, ‘Cuti’ Romero, ‘Dibu’ Martínez y otros, serán el primer Mundial?
-No sé si es responsabilidad la palabra. Creo que se trata más de llevarles tranquilidad a ellos. Ya ganaron la Copa América, ya llevan muchos partidos con esta camiseta. Entonces, tampoco es necesario hablarles tanto. En realidad, mejor, se trata más de ayudarlos, pero ojo, como ellos también nos ayudan a nosotros. Son caraduras en el mejor sentido. Juegan, intentan, si la pierden vuelven a intentarlo, no tienen miedo. Y eso es importantísimo en la selección.
-¿Cómo lograron ese espíritu de grupo? En las redes sociales parecen chicos que se van de viaje de egresados..
-Es un grupo espectacular, es cierto, con buen humor pero también mucha profesionalidad y compromiso por la selección. Todos quieren estar y son fuertes de la cabeza. Por suerte, muchos, aunque son jóvenes, ya saben de qué se trata ser campeón con la selección. ¿Sabés lo que es sacarse ese peso tan pronto? Ellos juegan y disfrutan de la selección con tranquilidad. Es un grupo muy sano, nos gusta estar juntos.
-¿Y hablan de la conducta, de no cometer excesos? ‘Cuti’ Romero, ‘Dibu’ Martínez y el propio Otamendi han tenido desbordes que en un Mundial se pueden pagar muy caro.
-Todos somos seres humanos y tenemos nuestras reacciones. Creo que soy el menos indicado para hablar de eso, jajajaja. Tuve varias expulsiones en mi carrera porque se me ha ‘salido la cadena’, digamos, más de una vez. Incluso hace poco, en Juventus… Pero sí es verdad que se trata de un Mundial, es diferente a todo, y el grupo sabe lo que eso significa.
-Pensar que en algún momento del ciclo Scaloni estuviste afuera. Y te enojaste…
-Pero nuestra relación es espectacular. Mucha gente habló muchas cosas, dijeron boludeces. Nunca tuvimos problemas. El decía quién venía, quién no, y hubo momentos en los que me tocó estar y otros en los que no. Yo siempre le dije que quería estar, que si a mí debía mandarme al banco, no había problemas. Yo quería estar igual. Le conté que la estaba pasando mal estando afuera, porque yo amo estar en la selección. Lionel fue jugador hasta hace pocos años, entiende situaciones. Sabe lo que el jugador quiere y necesita. Supo mezclar a los jóvenes con nosotros, los más grandes, y así pudo conformar un gran grupo.
-¿Le encontrás a la antesala del Mundial algún parecido a tus anteriores Mundiales: 2010, 2014 o 2018? ¿Te animás a compararlos?
-No, no. No hago comparaciones con otros mundiales. Prefiero no mirar para atrás, vivo el momento. El día a día. Es ahora, hoy, para mí es la única manera de vivir como se merecen los mundiales y también las Copas América. Lo que ya pasó, ya está; es muy grande y muy lindo lo que se viene.
-Pero el debut con Islandia (1-1) en 2018, sencillo en los pronósticos, habrá dejado enseñanzas de cara a este estreno con Arabia Saudita.
-Muchos creerán que le tenemos que ganar fácilmente porque tenemos mejores jugadores, una mejor selección y todo eso. Pero hay que jugar, es el debut, y la ansiedad y los nervios pesan. Nos pasó en el 2010 contra Nigeria, en 2014 también decían que el grupo era fácil y sufrimos contra Irán. Y en 2018, ya sabemos. No hay rivales ingenuos. Que esté Argentina adelante es una motivación para sacarnos un punto o hasta para ganarnos. Nosotros tendremos que dar el 100% en cada partido para que no se complique nuestro objetivo.
-¿Te asustaste con este último desgarro? ¿Cuánto creés que juega la ansiedad sobre el físico tan cerca del torneo?
-Siempre que tenés una lesión, cerca del Mundial, te asustás. Eso es innegable. Pero, ¿sabés?, mi cabeza está tranquila y ahora interpreto que cuando pasan las cosas, es porque tienen que pasar. Uno no elige nunca las cosas feas. Suceden, aparecen. Lo que sí depende de uno es, primero, asimilar que te pueden tocar, y segundo, que desde ese momento tenés que poner lo mejor de vos para superarlo. Lo aprendí con el tiempo, claro, y con las experiencias.
Este mensaje de WhatsApp llegó del 2 de julio de 2018. “Aunque ya no había nadie, quise quedarme hasta el final. Por eso recién me voy hoy”, podía leerse. Habían pasado más de dos días desde la eliminación con Francia en los octavos de final del Mundial de Rusia, y Di María era el último jugador en marcharse de la concentración argentina en Bronnitsy. Se resistía, esa no podía ser la despedida. Estaba envenenado con Jorge Sampaoli y el fastidio le seguiría… vaya a saber hasta cuándo. Rebelde, Se mantuvo vigente. ¿Cuántos goles marcó desde entonces entre PSG y Juventus? 43. ¿Y cuántas asistencias entregó? 67. Se marchó toda la mesa chica de la selección después de Rusia, de Mascherano a Higuaín, de Biglia al ‘Kun’ Agüero, de Rojo a Banega… salvo ellos. Messi, claro. Y él. Ángel. Ahora bromea y jura que no ha hecho ninguna apuesta con Wojciech Szcesny, el arquero de Polonia, su compañero en Juventus. Qatar lo desafía.
-¿Qué Mundial creés que veremos? ¿Tenés tus candidatos?
-Si pensamos en candidatos para el Mundial... y, Francia se te viene a la cabeza inmediatamente. Por ser el campeón, por la cantidad y calidad de jugadores que tiene. Pero los mundiales pueden ser traicioneros, es difícil ampliar esa lista… A Alemania y a España se las podría mencionar, también, pero a la vez atraviesan procesos de recambio, tienen a muchos futbolistas jóvenes y no se sabe bien qué puede pasar o cómo reaccionarán en un torneo tan grande como un Mundial.
-¿Y Argentina?
-Nosotros estamos para pelear contra cualquiera. Somos competitivos. Podemos pelear por ganar el Mundial. Estamos en un buen momento, llegamos bien, ganamos la Copa América y la final a Italia, el grupo está consolidado. Vamos a pelear cada partido, eso, seguro.
-Sabés que han despertado una gran expectativa entre los hinchas…
-Sí, claro, un Mundial y es algo único y hay una expectativa inmensa. Leí que se agotaron las entradas para todos nuestros estadios y que en la Argentina se vive este Mundial con mucha ilusión. Y esa ilusión también es la nuestra. Creo que todo esto es algo muy lindo, nos damos cuenta de todo en el grupo, y las redes nos ayudan a ver la pasión de los argentinos también.
-¿Y personalmente? De las feroces críticas a la idolatría.
-Y.., bueno. Sé que muchos que me bancaron hasta en los malos momentos y, hoy, también les agradezco a los que me putearon porque me hicieron seguir luchando por lograr mi objetivo, ese que llevaba adentro, y era ganar algo con la selección.
-Del día que debutaste en la selección, contra Paraguay, en 2008, solo quedan en actividad vos y Messi. Has hecho toda tu carrera en la selección a su lado, lo conocés como pocos. ¿Cómo lo ves hoy, cómo está? Parece muy enfocado en Qatar.
-Para mí, estar al lado de Leo es todo. Es el mejor del mundo, el ‘Enano’ es un extraterrestre, no me cansaré de decirlo. Y vuelvo a decirlo: jugar con Leo es lo mejor que me pasó en mi carrera. Llevamos muchos años juntos en la selección y hasta pude jugar en el mismo equipo con él, porque verlo todos los días es mucho más lindo. Compartir la cancha con Leo es el sueño cumplido. Está muy maduro, muy comprometido.
-¿Cómo se lo ayuda a Messi en la cancha?
-Yo siempre intento conectarme con él, buscarlo, pero también entendiendo que, aunque él pueda solucionar la jugada, no siempre hay que dársela. O hay que pensar cuándo conviene dársela. Hay que dársela cerca del área, no antes. Lo que pasa es que lo mirás en las prácticas, de cerca, y decís ‘no puede ser verdad, no es real lo que estoy viendo’… Pero aunque sea un extraterrestre, a veces hay que tomar otras decisiones. Por él, por el equipo, y este grupo eso ya lo asimiló.
-Maradona te llevó a tu primer Mundial (2010), y este será el primer Mundial de Argentina sin Diego. ¿Qué representa para vos? ¿Para el grupo, hablan de él?
-Personalmente, Diego es todo. Diego es todo para mí. Confío en mí cuando nadie lo hacía, sólo por eso ya le debo todo. Y ese gol que hice en la final de la Copa América…, ese gol en el Maracaná, así…, estoy seguro que Diego me dio una manito desde arriba. Se nos fue Diego, pero siempre va a estar. Las leyendas, los mejores, jamás se olvidan. Y para mí, Diego siempre va a estar presente. Siempre lo voy a llevar en mi corazón.
“La lesión de Gio me destrozó por dentro”
“Hola Mono…, soy Angelito”, escuchó a través del celular. Giovani Lo Celso estaba concentrado, quemando el tiempo cuando sonó el teléfono. Por primera vez iba a estar en el banco de Central y la ansiedad del probable debut de repente quedó postergada por los nervios que le provocó esa comunicación. “Pensé que era una broma de un amigo…, pero le reconocí la voz y me empezó a temblar la mano…”, confesaba el Mono, el apodo que papá Juan le puso a Gio a partir de sus diabluras infantiles. “Era Di María, mi ídolo de toda la vida, que me deseaba suerte por si me tocaba entrar al día siguiente contra River”. El estreno llegaría unas semanas más tarde, en julio del 2015 contra Vélez. Pero aquel llamado lo marcó. Sin sospechar que “Angelito” volvería a cruzarse en su vida. ¿En la cancha? Claro, en PSG y en la selección. Pero especialmente en la vida, porque se hicieron muy amigos. Las últimas vacaciones las pasaron juntos, con sus familias, también con los Paredes, en Ibiza. Soñando con el Mundial de Qatar, por eso la llaga quema.
“De Gio solo puedo decir que esta lesión le dolió en el alma. Cuando me enteré, apenas le sucedió, la noticia me destrozó por dentro. Porque él, más que nadie, se merecía este Mundial. No solo por lo que hace dentro de la cancha, sino por lo que significa afuera. Lo quiero mucho y me dolió muchísimo todo esto. Pero el fútbol da revancha, yo lo sé bien y se lo dije, y a él más que nadie se la va a dar”, cuenta Di María. Lo Celso fue operado el miércoles pasado y tendrá un par de meses de inactividad.
Rodeado por sus mujeres, Di María sabe de contención. Un refugio con forma de corazón, el que les ofrenda en cada festejo de gol. Porque el coranzoncito tiene un origen… “Jorgelina –su mujer– dudaba de venirse a vivir conmigo a Lisboa, pero tomó la decisión y viajó. La primera vez que fue a la cancha, ganamos, hice un gol con Benfica y salí corriendo para el sector en el que ella estaba y dibujé el corazón con las manos. Ella se había jugado por mí. Después, ya lo tomé como una cábala y lo seguí haciendo”, detalla. Jorgelina es su compañera de toda la vida. Mía es madrileña y Pía parisina, sus hijas. Pero los Di María no negocian su lugar en el mundo: Rosario.
Don Ángel Zof lo puso en primera a finales de 2005, con Petaco Carbonari y José Chamot como centinelas del pibe. “Siempre tuve en la cabeza volver, pero voy año a año. Veo cómo va la cosa en Central y no está fácil. La idea está, lo he dicho siempre: me gustaría disfrutar al menos un año del fútbol argentino y de Central. Nueve de mis 10 amigos son de Central… ¡cómo sacármelo de la cabeza si siempre están hablando de Central y siempre me están pidiendo que vuelva!”, remarca.
Pero no hay plazos ni fechas. Para no jugar con las ilusiones de nadie, ni con las propias. Por eso posteó tan molesto hace algunas semanas, en su Instagram, ante los rumores de que en enero de 2023 se marcharía de Juventus. “No sé quién inventó eso, una locura. Estoy muy bien, en un gran club como Juventus, con muchos planes por delante. Desde que llegué a Europa, en 2007, digo que mi idea es retirarme en Central, no hay nada nuevo en eso. Pero no sé cuándo ocurrirá”.
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