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¡No son defensores! Lo que River no vio: los laterales de Boca se mueven como wines que no paran de atacar
Diego Martínez y un ADN que le dio al Xeneize un juego más fluido, con cambio de ritmo y velocidad
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Boca le ganó a River 3-2, por los cuartos de final de la Copa de la Liga. Un triunfo merecido y construido desde sus laterales. Una vez más, el equipo de Diego Martínez hizo la diferencia “por afuera”, ya sea con centros o desdoblamientos, con jugadas iniciadas por sus laterales. Ahí se explica un poco el ADN de un entrenador en un equipo que todavía está en construcción, pero encontró allí su punto de partida tras varios años de mediocridad en el juego xeneize.
En el arranque de un nuevo ciclo, mientras definía a los intérpretes y el esquema, había algo que Diego Martínez tenía claro: el Boca de Jorge Almirón era un equipo pesado, lento, sin cambio de ritmo y con grandes dificultades para atacar. Encima, el mejor eslabón había sido Valentín Barco (un lateral reconvertido en volante y wing), pero Martínez lo había perdido por su venta a Inglaterra. Para corregir ese déficit colectivo, más allá de hacer retoques en la mitad de la cancha, les dio un protagonismo mayor a los laterales. Blondel ya estaba, pero el principal acierto estuvo en las contrataciones de Lautaro Blanco y Kevin Zenón. Y no los dejó solos en el intento, sino que los asoció con la línea de volantes.
En la fría estadística, 13 de los 27 goles que Boca hizo en el año nacieron con la participación de un lateral, ya sea para convertir o asistir. Frente a River, no fue la excepción: desborde de Luis Advíncula, centro atrás y gol de Merentiel, acción que tuvo alguna similitud con aquél gol de Cristian Medina ante el propio River de Demichelis en el Monumental. Blanco había sido, hasta ese momento, la principal carta de ataque, pero el desequilibrio llegó por otro lado.
Lo mejor del partido
“No me voy a meter en el análisis del rival, no suelo hacerlo. Respeto y aprecio a Diego Martínez, seguramente termine dándole una identidad a su equipo como a Tigre y Huracán, está en esa búsqueda, jamás me metería en su análisis, planteo u objetivos, pero si yo como entrenador de River termino el partido con siete defensores, seguramente no esté respetando la historia de River”, había dicho Demichelis tras el 1-1 en el Monumental.
Pero la chicana que intentó Demichelis tras la última igualdad en Núñez sobre los “7 defensores” podía tener más lugar en la tribuna que de un colega sobre una decisión que se toma en los bancos de suplentes. ¿Por qué? Porque muchas veces los entrenadores –en la actualidad- se ven obligados a poner “doble lateral” (si se lo quiere llamar así) porque –así como sucedió hace tiempo con el 5 tapón, de marca- desaparecieron los mediocampistas por afuera, los Augusto Fernández (si se elige un ejemplo en River) o un Burrito Rivero (si se toma una referencia en Boca). Demichelis tiene apenas a Santiago Simón como un mediocampista puro externo (pero muchas veces lo utilizó como lateral) y Jabes Saralegui apareció ahora como el único exponente xeneize con esas características en el plantel. Saralegui tiene algunas cosas de Diego Cagna. Y si había algo que le faltaba al Boca de Jorge Almirón, era frescura, dinámica, un mayor ida y vuelta. Y cambios de ritmo en sus mediocampistas para sorprender a los adversarios y desequilibrar.
Martínez en Boca, como tenía un plantel desbalanceado en ese recurso, se vio obligado a probar un tándem Advíncula-Blondel por la derecha, y también pensar en una sociedad Lautaro Blanco-Fabra por la izquierda, por más que Kevin Zenón, que en Unión podía llegar a jugar de lateral izquierdo en línea de 5, también tiene la posibilidad de cumplir con esa faceta. ¿Defensivo? No. Porque utilizó futbolistas de una determinada característica pero para poder atacar de una manera más veloz y dinámica. Y no tenía otros. El plan C, que también lo probó (sin éxito) era ubicar como volantes externos a delanteros como Janson y Briasco. Saracchi quedó como el primer suplente de Blanco y Fabra se ubicó –desde las preferencias del DT- como eventual mediocampista, como cuando ingresó allí ante Newell’s en Rosario y River en Núñez. Blanco es mucho mejor lateral que Fabra. Es curioso porque, en las comparaciones, al exRosario Central hasta aquí se le hacía un paralelismo en cómo atacaba Fabra en su mejor momento, pero… muy pocos pusieron o ponen en la balanza que Lautaro Blanco (en lo que más se diferencia del colombiano) es que defiende mejor desde los duelos individuales, las pelotas aéreas cruzadas, el oficio para jugar con el cuerpo sin cometer infracción y la concentración para las coberturas de los centrales o volantes.
La lesión de Blondel le generó un problema a Martínez porque Marcelo Weigandt (era el tercer lateral derecho) se fue a Inter Miami, porque Pedro Velurtas está a préstamo en Barracas Central y porque Pol Fernández, a los 32 años, ya no tiene (lógicamente) ese ida y vuelta de cuando surgió de las inferiores xeneizes en 2012. Advíncula se había quedado sin doble 4. Por eso este domingo ante River ingresó en el segundo tiempo Nicolás Figal (central) como refresco por la derecha. El exIndependiente fue como lateral y Advíncula se adelantó unos metros.
Hubo jugadas donde Boca, sobre el final, terminó defendiendo con 7: Advíncula, Figal, Lema, Rojo, Blanco y Zenón repartidos escalonadamente a lo ancho; Langoni, Campuzano (un 5 más táctico) y Equi Fernández por delante y Benedetto solo de punta. Una figura dentro de un contexto determinado. Martínez pedía a gritos que salgan desde el fondo, pero hubo en los jugadores de Boca un instinto de conservación para ya defender lo que habían conseguido (el 3-1) cuando el cronómetro se agotaba. Pero sería injusto -como en aquella tarde en el Monumental, donde Blondel y Fabra fueron mediocampistas- si Demichelis recurriera otra vez a esa figura. Durante el partido, varias veces se vieron desdoblamientos y ataques colectivos bien elaborados.
El plus de Advíncula (al menos hasta que se lesionó Blondel) y de Blanco es que defendieron mejor también en lo global. Aún con fallas y cosas para mejorar, por tener por delante futbolistas con características más dinámicas y menos pastosas, encontraron una mayor colaboración colectiva para no tener que resolver mano a mano antes los ataques rivales. No sólo lo suyo fue el ataque o la diferencia en las asistencias generadas. Este Boca, aún con muchas falencias (como en su volante central, tan indefinido) es un equipo que –al menos- se despegó positivamente de lo que habían sido los ciclos de Battaglia, Ibarra y Almirón. Mientras termina de definir los demás puestos, Martínez tiene una seguridad: sus laterales no son defensores, sino que tienen alma de wines y le dan resultados.
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