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Nicolás Tagliafico: “La selección tiene más cualidades que el mejor Barcelona de la historia”
Pilar del ciclo Scaloni desde el primer día, cuenta las charlas del plantel para no bajar la guardia después de Qatar
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Fueron tres mundiales. El de la fascinación, el del desconsuelo y el de la gloria eterna. “Fui como sparring a Sudáfrica 2010, yo tenía 17 años y estaba ahí, en la concentración de Pretoria. Maradona… Diego Maradona era el técnico… Y andaba Leo, muy joven, con su pelo largo que se usaba por entonces. No lo veía mucho por los corredores ni por las zonas de entretenimientos, pasaba más tiempo en su habitación, calculo que con la Play, aunque me lo crucé algunas veces alrededor de la mesa de ping pong… Claro que le pedí una foto, como a tantos otros… Leo ya era groso-groso, ya era una estrella mundial, tenía un Balón de Oro y era impactante verlo. Wooooooowww, la rompía toda en las prácticas”. Lo cuenta Nicolás Tagliafico. En Rusia 2018 fueron compañeros del espanto, y en Qatar 2022, socios para la inmortalidad.
Tagliafico hizo todo el recorrido por las selecciones. Pero todo. Entró con 14 años al predio de la AFA, jugó el Mundial Sub 17 de 2009 con “Dibu” Martínez y también la Copa Sub 20 de 2011 con el mismo arquero marplatense y con Germán Pezzella. Pero la mayor se demoró en abrirle paso. Quizás porque eran “petiso”, como explicó un día el ‘Patón’ Bauza. Jorge Sampaoli lo citó en 2017 y los primeros pasos no pudieron ser más traumáticos. ¿Tanto esperar para sumarse al derrumbe? “…Ehhh, bueno, no lo tomé tan así… Las cosas ya no venían saliendo desde antes. Fui a Rusia y al ser mi primer Mundial lo tomé como una experiencia. Me dije: “Loco, disfrutalo al máximo porque no sabés si vas a tener otro más”. Entonces lo exprimí al máximo, aunque la atmósfera en ese momento era muy mala, pero yo traté de sacarle todo el jugo posible. Y a la vez, me decía: “Si llegaste a la mayor, tenés que tratar de quedarte, de permanecer y jugar todos los partidos que puedas”. Y sigo pensando lo mismo: mi objetivo es pasar los 100 partidos y hoy tengo cincuenta y pico [53]… No creo que llegue a los 100, pero que voy a hacer todo lo posible que nadie lo dude. Ese es el máximo objetivo que tengo… y ya cumplí la mitad, y para mí merece mucha valoración”.
Y avanza Tagliafico con su análisis, casi un mantra de selección: “Hasta donde uno pueda ayudar, ahí estaré. Sin egoísmos, sin caprichos, pero a la selección no se renuncia nunca. Es ir construyendo ladrillo a ladrillo y hoy hemos construido… no sé, no te diría un castillo, pero sí tenemos una casa muy muy fortificada y hay que mantenerla, porque un día viene un viento fuerte, que sería subestimar alguna situación o relajarte, y te la lleva. Hoy hay que mantener todo lo que se construyó y ayudar a los que van llegando, porque es un gran momento para que se vayan sumando jugadores jóvenes”. Préstele mucha atención a Nicolás Tagliafico, lector.
-¿Qué es ser jugador de selección?
-Tenés que ser muy responsable, tenés que tener valores muy marcados. No es sólo ser jugador de selección, sino también parecer jugador de selección. Porque todo el tiempo tenés que estar identificado con esa línea; hoy en día, aunque se trate de un deporte, vos representás a todo un país. El fútbol en nuestro país es muy trascendente, y en el mundo muchas veces nos identifican por el fútbol, esa es la verdad. Hay muchas pasiones, desborda de pasiones, entonces llevar esa bandera es una responsabilidad muy grande. Y cuando hablo de valores me refiero a humildad, sensatez, disciplina. Desde la camiseta adentro del pantalón, por chiquito que parezca el ejemplo, la selección también puede ser una escuela de valores.
-Con Países Bajos fue un partido especial en Qatar. Has dicho que ese día sentiste miedo. ¿Hiciste de ‘topo’ porque muchos habían sido tus compañeros en Ajax, como Frenkie de Jong, De Ligt, Timber, Berghuis, Brobbey, Kenneth Taylor…?
-Sí. Con Matías Manna, integrante del cuerpo técnico que hace todos los videoanálisis de los rivales, que es fanático del Ajax y de su línea histórica –incluso, él siguió toda mi carrera en Ajax–, siempre hablábamos al respecto. Y cuando nos tocó Holanda nos pusimos a conversar sobre mil detalles de todos los jugadores. Matías ya los conocían a todos, pero yo pude agregar algunas cositas más, porque en definitiva no se trata sólo de lo deportivo, sino de lo emocional: al tenerlos todos los días cerca, convivir con muchos de ellos, sabés cómo piensan. Yo creo que conocía a la mitad del plantel de Países Bajos, y un Mundial es estrategia pura, son detalles, y todo suma. Mirá, la jugada preparada que nos hacen al final de tiro libre, el 2-2, ya la habían ensayado en varias ocasiones, y algunas, incluso, terminaron en gol. A mí me gustó jugar contra ellos porque por los 5 años que viví en Amsterdam aprendí a conocer al holandés… y en momentos extremos es muy pensante, no digo frío, pero no es de sangre tan caliente como nosotros… Y ahí apareció la guerra estratégica, las emociones, y estar encima de todos los detalles para poder sacar ventaja.
-Y hubo guerra en ese partido… ¿Vos tuviste alguna en particular?
-No te diría pica…, sí, chistes, jodas, bromas… En un día libre en Qatar me había cruzado con un par, uno era Jurriën Timber y no recuerdo al otro jugador… Ellos sabían que estábamos muy bien, nos respetaban, sabían que Argentina tenía un grupo muy consolidado. Y vuelvo al grupo, porque que te empaten un partido de esa manera, ya en el tiempo adicionado, con el pase a una semifinal de un Mundial en juego… Ahí sentí miedo, sí. Pero volvimos a hacerlo. Nos habíamos levantado después de Arabia Saudita y nos levantamos otra vez en un momento de adversidad. Eso fue grandioso y te digo que se sentía adentro de la cancha. Volvimos a remarla y tenía que ser para nosotros, aunque yo sé que ellos estaban muy confiados para los penales. Aprendimos que solo se pierde cuando se pierde, nunca antes, por eso jamás hay que rendirse. Y creo que Holanda nos dejó mil enseñanzas para lo que iba a pasar con Francia en la final. Si lo habíamos hecho una vez después de Arabia, dos veces contra Holanda, claro que lo podríamos hacer de nuevo.
-¿Cambió la mirada de los demás desde que sos campeón del mundo?
-Sí, sí, sí, se nota, sí. Es como que pasar por debajo de una ducha que te baña, no sé si en oro…, pero quedás marcado. Hoy te ven y los demás te miran diferente, en lo deportivo, tus pares, tus rivales, y también en situaciones cotidianas de la calle. Pero digo esto y también debo asumir que todavía no termino de tomar del todo consciencia, no tomo real noción de la condición de campeón del mundo hasta que me lo dicen. ¿Sí, lo soy? Sí, lo soy. Qué loco, ¿no? Y es para siempre, es para la historia. Pero nadie se propone al iniciar un proyecto ser campeón del mundo, las cosas no funcionan así, sino que son una consecuencia. Aunque, aun así, la mayoría de las veces, no termina bien. Eso sí, si coincidís en un grupo con gente que se identifica con la misma línea, que deja de lado los egos para ayudar al compañero, puede pasar que no ganes, claro, pero vas a tener muchísimas más chances.
-¿Y en Francia cómo te tratan? Desde que se fue Messi, te quedaste solo…
-Creo que hubo un click para ellos: hoy me miran con respeto, con mucho respeto, más del que me tenían antes, pero también con algo de envidia, me miran como diciéndome “vos nos cagaste, vos nos ganaste”. Muchas veces, cuando tienen la oportunidad, me lo demuestran. Es parte del juego, también: estoy jugando en el país al que le ganamos la Copa del Mundo. Es lo que hay, es lo que toca, y es parte de las reglas.
-Messi dijo que la selección “está muy cerquita” del mejor Barcelona de la historia… Entonces, ¿cómo te ves en esa comparación con Éric Abidal…? Otro francés en tu camino.
-… No podés comparar equipos de selección con equipos de clubes, creo yo. Unos se ven todos los días, entrenan todos los días juntos y batallan juntos todos los fines de semana. En la selección te juntás un par de veces, en un Mundial te juntás algunos días antes y son siete finales. Si me planteás compararme con Abidal… Cada uno tiene sus responsabilidades y yo creo que mi responsabilidad en la selección es darlo todo y defender el arco para poder ganar, porque con los jugadores que tenemos adelante siempre la sensación es que haremos goles.
Aquel Barcelona, el de Abidal, proponía un juego ofensivo total… Me tocó disfrutarlo y cualquiera podía hacer goles, dar asistencias, aparecer por cualquier lado. Eran ultraofensivos y de mucha posesión. Yo creo que la selección tiene más cualidades, siento que la selección es líquida, se mueve para donde le conviene. Somos como masilla, nos adaptamos a todo. Ese Barcelona estaba muy definido, sabías cómo jugaba y era muy difícil controlarlo. La selección también está muy definida, pero por este rasgo, el de la versatilidad, el poder de la adaptación. La adaptación para saber cuándo tiene que tener la pelota, cuándo debe defender, cuándo debe sobrevivir y cuándo debe ir a comerte los talones. Y todo eso lo hace un gran equipo. Individualmente, aquellos jugadores del Barcelona debían ser ultraofensivos para sólo enfocarse en el arco rival, en cambio en esta selección hay que jugar para el compañero sabiendo que un día te va a tocar jugar más arriba, otro día vas a defender más, otro día tendrás que ser más inteligente para tener la pelota… ¿Me fui por las ramas?
-No, a partir de Abidal definiste a la Argentina. Lo que no pierden es la ambición. El dicho dice que nadie tiene hambre después de comer, y ustedes llevan 8 jugados y 8 ganados después del Mundial, sin goles en contra.
-Le haría un giro a ese dicho: “Comamos todo lo que podamos, porque un día ya no tendremos más nada para comer”. Llenate de estos momentos, de estos logros, porque pusimos la vara ahí arriba y hay que mantenerla, ok, pero sabemos que como hubo un principio, también habrá un final. Por eso, hoy nos repetimos algo cada vez que nos juntamos: aprovechemos estos momentos porque en el fútbol, y lo sabemos, son muchos más los momentos malos que los buenos. Y hoy que estamos viviendo un gran momento, absorbamos todo. Hasta que se termine, porque dejarán de darse los resultados, porque habrán cambiado la cosa, porque los rivales nos encontrarán la vuelta… Y aprovechemos a Leo, disfrutemos más a Leo, y disfrutemos a “Fideo” que no sabemos hasta cuándo estarán…
-Es como que tienen asumida la derrota, antes de que llegue…
-Claro. Y al tener ese pensamiento, lo das todo para tratar de que la línea siga siendo ascendente.
Un gol con altura
-Ahora subirá la vara contra Uruguay y Brasil.
-Todos los partidos por las eliminatorias son difíciles porque siempre son duros, pero con estos rivales, clásicos de por medio, aparece un plus por la historia que encierran, por la jerarquía de sus futbolistas… Debo reconocer que son esos partidos que siempre estás esperando.
-Quedaste como un puente entre la generación anterior y la actual. Viste sufrir a los Higuaín, Mascherano, Biglia, “Chiquito” Romero, Banega… ¿Los muchachos de hoy son conscientes de su estrella?
-Si los muchachos del Mundial 2014 salían campeones, a lo mejor sucedía lo que podría pasar ahora, es decir, estar tres o cuatro años más disfrutando de buenos momentos… Esos chicos que sufrieron tanto por la selección, y yo los vi sufrir, dejaron algo: pertenencia. Y con el ejemplo le hicieron ver a la nueva generación que había que resurgir. Yo quedé como en el medio de ambas generaciones, y de a poquito se empezó a construir algo. Fue como una rueda, ¿viste?, que desde abajo empezó a girar hacia arriba… Quizás, estos tiempos tuvieron la suerte de no sufrir tanta presión de la prensa y sin tantas repercusiones fuimos construyendo, ladrillo a ladrillo. Y a los nuevos se les abrió una oportunidad, ya sin presiones. Porque ellos no cargaban culpas ni derrotas. Lo que me pasó un poco a mí en Rusia 2018, yo no tenía presiones, esa presión la llevaban los Mascherano, Higuaín, Leo… Y a estos chicos les pasó algo parecido: llegaron a una selección bastante organizada y sólo tenían que demostrar lo que hacían en sus clubes. Y al final, ese conjunto de cosas, entre jóvenes y otros más experimentados, construyó un buen momento. A esta generación le tocó un buen momento.
-Fuiste el primer capitán de Scaloni, en aquel amistoso de 2018 contra Guatemala. ¿Cuál es la virtud de Scaloni?
-Lionel es un gran ser humano, y eso es muy importante. El fútbol, y más en la Argentina, es muy complicado porque se vive y se respira fútbol y a veces parece que se trata de matar o morir. Y él puso las cosas en su lugar, lo llevó a la vida de todos los días. Siempre dijo que, en definitiva, se trataba de un deporte. Y siempre nos dijo que hay muchas cosas más importantes, más valiosas que el fútbol. Se puede haber equivocado alguna vez, sí, tuvo errores, sí, como todos, quizás desde su inexperiencia porque la selección fue su primer club, digamos, pero nunca perdió la ruta de los valores, de inculcar valores y esos valores, con el talento, permitió lograr grandes cosas. Esta fue una de las claves. Y se rodeó de gente con los mismos valores. Leo tuvo mucho éxito porque es un gran ser humano. Y nada es más valioso que eso.
-Internamente, ¿trabajan en un plan para convencerlo a Messi de llegar al Mundial 2026?
-¿Sabés cuál es la clave para que siga? Ganar la Copa América del año que viene. Si ganamos la Copa América, yo creo que podrá estirar un poquito más la cosa. Si no ganábamos el Mundial de Qatar, él se iba. Pero lo logró y quiere disfrutar de estos meses pos-Mundial. Pero si vamos a Estados Unidos y ganamos la Copa América, va a tener ganas de seguir… Hay que tratar de estirar el mayor tiempo posible esta racha, esta manera de jugar y este período de disfrute que vivimos en la selección… Si conseguimos la Copa América, estoy convencido de que será un anzuelo para lograr la continuidad de Leo.
-Definí a la columna vertebral: “Dibu” Martínez.
-La tuvo que remar… Él siempre me dice que llegó como tarde a la selección… Es que atravesó muchas etapas en su carrera en las que le tocó jugar poco, hasta que se afirmó, se adaptó y pudo demostrar el arquero que es. Te da mucha tranquilidad cuando los ves debajo de los tres palos, esa confianza que se tiene… Él se siente imbatible y a nosotros nos da esa seguridad de saber que siempre va a estar ahí ante cualquier riesgo.
-“Cuti” Romero y Otamendi.
-Están en un gran nivel. En poco tiempo lograron conocerse a la perfección y entendieron pronto algo muy importante que los potencia: saben muy bien cuáles son sus virtudes y sus defectos. Después, utilizan muy bien los espacios, aprovechan muy bien su velocidad, su fuerza, se complementan para leer cuando uno va y el otro se queda… Representan fielmente el valor de un trabajo de equipo, que es un rasgo que nos retrata como selección. Entre los tres, porque acá lo sumo al “Dibu”, tienen muchísimas vallas invictas, y eso marca nuestra potencia defensiva.
-De Paul.
-Rodri es el típico jugador que no da una por perdida, que las corre a todas, y eso es clave para la dinámica del juego. Y no sólo por la movilidad que propone, sino por su don de adaptabilidad a lo que demanda un partido. Y ese es otro termómetro del equipo, que tiene esa elasticidad para adaptarse a lo que se necesita. Él entiende muy bien cuándo hay que jugar en posesión, o cuándo hay que jugar entre líneas o cuándo hay que correr para defender.
-Di María.
-Su experiencia es riquísima, sabemos que “Fideo” puede jugar y desequilibrar por cualquiera de las dos bandas. Aunque es inicialmente delantero, puede retroceder y ayudar muchísimo también en las tareas de equilibrio defensivo. Puede ser profundo y vertical, como combinar por adentro.
-Y Messi.
-¿Qué más puedo decir? El capitán es el símbolo de la selección, el diferente. Mirá el ejemplo de los últimos partidos: no le tocó jugar tanto y, sin embargo, igual se notó su presencia en todo. Es clave que nosotros sepamos cuándo debemos aprovecharlo, cuando darle su descanso. De su jerarquía sería ridículo que comente algo más, pero de su calidad humana debo decir que es excepcional por todo lo que irradia. Porque entre nosotros Leo es uno más, es un tipo que quiere seguir disfrutando de la selección, que quiere seguir demostrando lo que es… Pero a la vez, es Messi. A mí no dejan de parecerme increíble su compromiso y su obsesión de ir por más.
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