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Nicolás Figal, después del doping y las críticas en Independiente: "Fue muy duro, pero me ayudó a crecer"
No. La carrera de Nicolás Figal no fue fácil. Su longilínea figura se asomó al fútbol grande en los convulsos años del paso de Independiente por la B Nacional y de un regreso a Primera marcado por los altibajos profundos. Jugó el Transición 2016 a préstamo en Olimpo. Sufrió una sanción de nueve meses por dóping con diuréticos. Pero por encima de todo, fue el foco de buena parte de las iras de una hinchada que había superado el límite de su paciencia y no aceptaba errores, aunque los cometiera un marcador central surgido del club cuyas condiciones prometían algo diferente a lo habitual. "Era entendible el enojo de la gente en el momento en que me tocó debutar. Se sentían defraudados por nosotros, hasta se los notaba enojados entre ellos. Y por otro lado yo era chico, nunca había vivido la exigencia que impone jugar en la Primera de Independiente".
–No te perdonaban los fallos que cometías por salir siempre jugando, ¿por qué insistías?
–Porque es lo que me sale, mi estilo, aunque sepa que en algunas situaciones tengo que tirarla a la tribuna.
–El manejo de la pelota, la cabeza levantada, ¿viene de tus tiempos de número 10?
- Sí, ja ja. A veces cuando me pongo a hablar con los entrenadores que tuve en inferiores o en mi casa no lo pueden creer. Pero aprender a jugar en distintas posiciones es lo que te pide el fútbol moderno. En ese sentido soy un afortunado porque he tenido entrenadores como Gabriel Milito, Jorge Almirón o el mismo Ariel Holan, que me pusieron en puestos diferentes y ahora puedo adaptarme a cualquier lugar de la defensa.
–¿Cómo fuiste retrasando la posición?
–Era enganche de chico, en La Pampa. Cuando vine a Independiente y en las inferiores jugábamos sin 10, pasé a ser 8 o 5. Un día faltó un central, me pusieron, anduve muy bien, mejor que en el medio, y quedé ahí.
–¿Y ya te ves definitivamente en la defensa o te gustaría volver al medio? ¿Mirás más a Piqué o a Busquets?
–Trato de mirar cómo se mueven los mejores en todas las posiciones en las que creo que puedo jugar: de 6, de 2, de líbero en línea de 3, de 3, y por supuesto también de 5. Me gusta porque me da más posibilidades de estar siempre. Salvo a los 9 de área, porque nunca voy a serlo, miro a todos.
–¿Por qué creés que al fútbol argentino le cuesta tanto encontrar centrales que sepan con la pelota?
–Es un problema de aprendizaje. En las inferiores hubo categorías en las que no me dejaban jugar con el arquero y recién cuando pasé al Selectivo me dijeron que era algo útil. En la Argentina falta más formación de entrenadores. Milito me contó el ejemplo de Schunke. Cuando Gaby llegó a Estudiantes le pidió que condujera más o que metiera cambios de frente, Jonatan habló con él para decirle que no podía jugar así porque nunca se lo habían enseñado, y se puso a aprender a los 29. Hoy eso cambió. Tuve la suerte de coincidir con entrenadores a los que les gusta esta manera de jugar.
–¿Pensás que el hincha también lo entendió?
–Me parece que sí. También yo me obligué a madurar. Soy muy duro de cabeza y siempre me dije que podía dar vuelta la situación. Muchas veces por caprichoso pequé de no querer reventarla y me equivocaba.
Figal apenas pudo participar de la conquista de la Copa Sudamericana el año pasado. Dio positivo en el primer partido del Rojo en el torneo, contra Alianza Lima, y no volvió a jugar hasta 2018. Perdió el puesto y lo recuperó la noche de la revancha de la Recopa, ante Gremio en Porto Alegre. Desde entonces se hizo fijo en la defensa (solo Campaña y Domingo suman más minutos este año).
–¿Por qué este año el equipo tuvo tantas diferencias de rendimiento?
–Me parece que pasa por la motivación. Soy un convencido de que la cabeza es responsable del 70 por ciento del rendimiento y las condiciones del otro 30. Uno sabe que tiene que ganar siempre, pero hay partidos para los que te preparás de una manera diferente.
–¿La cabeza fuerte te ayudó a superar el año parado por el dóping?
–Sin dudas. Fue muy duro, demasiado tiempo viendo a mis compañeros competir todos los fines de semana mientras yo solo entrenaba con la incertidumbre de no saber qué iba a pasar. Pero me ayudó a crecer. Mirando todo desde afuera y aprendí a valorar otras. Lo que significa tener la posibilidad de venir al predio a entrenar, de poder hacer algo que te gusta. Sin desmerecer a ningún otro trabajo, seguro es más difícil levantarse para ir a laburar de albañil, por ejemplo.
–Viviste en la pensión del club, ¿cómo recibiste la noticia del episodio de los abusos sexuales?
–Me tomó de sorpresa y me duele. Uno ha estado en esa situación de no tener a su familia, de necesitar algo y no saber cómo manejarse. Pero me suena como algo ajeno, nunca supe de algo así la pensión.
–¿Los pibes de las pensiones están expuestos a que pueda ocurrirles algo parecido?
–Los chicos que viven en la pensión vienen del interior, están lejos de sus familias, tienen poco o ningún apoyo psicológico y precisan cosas que no pueden obtener: botines, ropa, plata para ir a tomar un café... Entonces es posible que haya gente que quiera aprovecharse de esas situaciones.
–¿Cómo les cayó el hecho de que Martín Benítez se viera implicado en el tema?
–Nos afectó mucho, pero en ese caso solo podemos manifestarle nuestro apoyo. Creo que el comunicado de los jugadores resume bien lo que piensa el grupo de este tipo de asuntos.
–¿Compartís lo que dijo el presidente Moyano sobre la cacería contra Independiente?
–Si hablás de los árbitros, prefiero no opinar. Lamentablemente nos tocó ser perjudicados por varios errores, incluso en estos últimos dos partidos. A mí me expulsaron contra Gimnasia después de que me habían amonestado por una falta que es cierto, pude haber evitado, pero que los videos muestran que fue afuera del área. Y la mano de Botinelli en la última jugada del partido con Unión fue muy clara. Igual trato de no desviar la energía en esos temas, no tiene sentido.
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