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Nery Pumpido: la profecía sobre Lionel Messi, los arqueros mudos y la polémica sobre River
Lunes 31 de agosto, caía la tarde sobre la ciudad de Santa Fe. La entrevista telefónica con Nery Pumpido estaba en el umbral de la despedida y él ya se preparaba para ir a visitar a su madre, a solo unas cuadras. Por entonces, todos especulaban sobre el destino de Lionel Messi tras el burofax para Barcelona, y a esa la última pregunta, honestamente casi de compromiso, la impulsó la coyuntura. ¿Te sorprendió el portazo de Messi?, escuchó. El 31 de agosto nadie en el planeta mencionaba otra opción. Nadie, no. "No sé si se irá de Barcelona, para mí todavía se puede quedar. Es sólo una intuición, es olfato, no tengo ninguna información. Serían cambios muy grandes para Messi, no solo futbolísticos, sino también familiares. El día de mañana seguramente querrá radicarse en Barcelona, y ya sabemos lo que han hecho los catalanes con sus ídolos en el pasado. Para mí, se puede quedar". Nobleza obliga.
Profético ayer, hoy Pumpido no anda vanagloriándose de nada. No es su estilo. El hombre de las lesiones nunca se rompe. La fractura del antebrazo que le impidió jugar la Copa América del ‘87, el desprendimiento del dedo anular izquierdo por un gancho del arco que requirió un microimplante, la doble fractura de tibia y peroné derechos en Italia ‘90... "Todas esas lesiones no fueron nada al lado de lo que uno ganó en el fútbol, fueron tonterías. Y esto también. Si tengo que cambiar una cosa por otra, ¡pero que me pase diez veces lo mismo con tal de no perder todo lo que viví y lo que gané en el fútbol! Son todas boludeces..., ¿sabés cuántos han tenido peores lesiones y no han ganado nada?", dispara.
Cuando Pumpido dice "y esto también…", se refiere al mixoma, el tumor benigno que le extrajeron del corazón a mediados de julio. Se lo descubrieron en enero pasado, cuando lo operaron de vesícula, pero la nueva intervención atravesó distintas postergaciones por la pandemia de coronavirus. A los 63 años le abrieron el pecho. "Estoy diez puntos, totalmente recuperado, ya manejo, hago vida normal. Salvo fuerza, puedo hacer lo que quiero". Agradece todos los saludos y gestos de preocupación, pero prefiere no entretenerse con los detalles. Pumpido quiere hablar de fútbol.
–¿Creés que alguna vez un arquero será elegido como el mejor futbolista del mundo?
–Ya pasó, ya pasó..., con el alemán, con Oliver Kahn, ¿te acordás? Lo eligieron el mejor jugador del Mundial 2002 antes de la final, y después se comió un gol de Ronaldo y por eso la FIFA cambió las reglas para que no les volviera a suceder. Ahora lo eligen después de la final.
–Me refiero a si un arquero podría recibir el Balón de Oro en estos tiempos.
–Nooooooo, eso no va a pasar, eso es imposible. Hoy, aparte de los extraordinarios jugadores que hay, no podés desconocer la presión de los contratos, los sponsors...
–¿Quién es hoy tu arquero favorito?
–A mí me gusta el brasileño, Alisson. Después, Neuer. Pero primero, Allison. El brasileño está un segundo adelante de los demás. Todo lo hace sencillo. Lee la jugada antes.
–¿Cómo notás si un arquero tiene personalidad?
–Y..., te das cuenta. Los ves..., la experiencia te permite detectarlos. Primero, un arquero tiene que atajar, nunca perdamos de vista eso, porque después nos confundimos: el arquero está para atajar. Después, es clave el carácter en este puesto. El arquero tiene que hablar mucho y hoy en día los arqueros no hablan. Hoy está lleno de arqueros que no hablan, que son mudos. Y es fundamental, decisivo te diría, que el arquero hable. Porque ayuda a todo el equipo. El arquero tiene que vivir relatando el partido, porque desde atrás es el que mejor ve todo. Y, además, tiene que saber todas las indicaciones que el entrenador les dio a sus compañeros, para desde la cancha poder refrescárselas si hace falta. El arquero tiene que hablar, y eso se ha perdido. No ves arqueros que hablen, griten, manden... Pueden meter un grito, sí, pero no veo que ordenen a su equipo.
–Aclaraste que el arquero, como prioridad, debe atajar. Vos también jugabas bien con los pies y tenías una pegada precisa. ¿Era natural, la aprendiste?
–Lo aprendí del mejor de todos para eso: de Agustín Irusta. Él me enseñó a pegarle a la pelota, a pegarle bien de arriba, y eso lleva mucho entrenamiento, mucho. Agustín era el mejor, pero leeeeejossss era el mejor pegándole a la pelota. No fue un arquero con tanta trascendencia, no tuvo marketing, pero nadie le pegó a la pelota como él. Nadie.
–Estuviste desde 1980 hasta el '90 en la selección. Llegaste con Menotti, te consagraste con Bilardo...
–Estuve dos años y medio con Menotti... Y es importante destacar que el ‘Flaco’ me llevó a la selección cuando yo era arquero de Unión. Él miraba y seguía todo lo que pasaba en el interior. Yo no voy a la selección estando en Vélez o en River, no, no, yo atajaba en Unión de Santa Fe.
–Menotti, Bilardo..., ¿qué los iguala?
–¿Sabés qué los iguala? Que los dos querían jugar muy bien al fútbol. Lamentablemente, le pusieron un cartel distinto a Bilardo, pero los dos querían jugar muy bien al fútbol. Y te lo demuestran las formaciones que hacía Carlos. Si revisás los equipos, Carlos metía muchos más mediocampistas con buen pie que Menotti, metía muchos más enganches, digamos, que Menotti. Fijate vos, y la gente cree que es al revés... Bilardo salió campeón con Estudiantes con Sabella, Ponce y Trobbiani.... El otro día estaba viendo el partido que, en el ‘84, le ganamos 3-1 a Alemania, y puso a Bochini, Trobbiani y Ponce, más Burruchaga y el ‘Flaco’ Gareca. Y también juntó a Sabella, Ponce y Maradona. Y a México ‘86 llevó a Maradona, Trobbiani, Bochini, Tapia, Borghi..., y agregalo a Burruchaga. Pero bueno, esas diferencias que se crearon, también desde el periodismo, llevó a que no se hablara de la realidad y lamentablemente nos perdimos conferencias de ambos... ¿Te imaginás a los dos juntos hablando? ¡Lo que hubiésemos aprendido todos los demás? Pero bueno, siempre se buscan las comparaciones para dañar. Sí, jugaban distinto, pero los dos fueron importantísimos. Tan valiosos como los futbolistas, que salimos campeones del mundo bajo ideas diferentes, lo que demuestra la ductilidad del futbolista argentino.
–¿Nadie te marcó como Bilardo...?
–Fueron muchos años... Carlos fue un adelantado y se lo tendrían que reconocer. Hoy en todos los cuerpos técnicos del mundo hay tres o cuatro videoanalistas y editores de imágenes, ¿no? Y a Carlos lo criticaban porque hace 40 años miraba videos: fue un adelantado, no hay vueltas.
–No dirigís desde Olimpia, en 2015. ¿El entrenador sigue activo?
–Siempre tengo ganas de dirigir, sino me hubiera dedicado a otra cosa. Pero no me vas a ver golpeando una puerta o llamando a un representante para que me lleve por ahí. No. No me gusta eso, ni lo hice ni lo voy a hacer nunca. Vivo tranquilo, vivo en paz, disfruto de mi familia. Estoy trabajando hace tres años en la Conmebol, me encanta lo que estoy haciendo con cursos, capacitaciones y conferencias. Si puedo dirigir, bárbaro, porque tengo ganas. Y si no puedo, no me voy a volver loco. Nadie me va a sacar de mi vida normal.
–Fuiste manager de Unión en 2009/10, cuando la función todavía no lograba afirmarse en la Argentina...
–¡Pero hoy la figura se afirmó! Hoy es al revés: nombrame qué clubes no tienen manager. Ahí lo tenés a Enzo en River. A Burruchaga le dieron todo el manejo del fútbol de Independiente. Como a Milito en Racing. Y a Pablo Cavallero en Vélez. Acá, en Unión está Martín Zucarelli que trajo al técnico [Juan Manuel Azconzábal] y también está trayendo a todos los jugadores. Es una función que me encanta y en el futuro me gustaría volver a ejercerla. Estoy haciendo cursos de gestión deportiva para seguir aprendiendo.
–En su carrera como entrenador, ¿le abrió o le cerró puertas el apellido Pumpido a tu hijo Juan Pablo?
–En este país..., algunos apellidos a veces no son favorables. Pero todo lo que él ha conseguido, lo ha conseguido solo. Es un técnico muy, muy estudioso. Está actualizándose permanentemente, ve fútbol a toda hora. Viene a casa y se pone a ver fútbol de la liga que sea.
–¿Es mejor que vos?
–En los resultados todavía no..., pero en la gestión y el conocimiento de todos los jugadores del mundo, sí, seguro.
–¿Te sentís más reconocido en el exterior?
–Siiii, siiiiiiii, claro que sí.
–¿Incluso en River no te sentís del todo reconocido? Cuando se habla de los grandes arqueros de la historia, aparecen Amadeo Carrizo y Fillol. Y muchas veces la lista sigue con Barovero y Armani...
–Pero el único arquero, el único... que ganó todo en River fui yo. Pasa siempre, acá en Santa Fe también: te ven todos los días, te ven tomando un café en la esquina y no te dan bola. Yo siento que tengo un reconocimiento inmenso en todos lados, en todos lados y no solo en Olimpia que es como mi casa..., pero bueno, así somos los argentinos. Vivimos la actualidad, vivimos el momento, atendemos a aquellos que hacen marketing para salir en los diarios. Les damos lugar a los que dicen un montón de cosas y son polémicos, pero después ves sus currículums y no ganaron nada. Tengo 50 años en el fútbol y ya conozco de memoria todo esto; yo no voy a andar haciendo boludeces para salir en los diarios. Y la Argentina es así: acá perdés y perdés y dirigís; en cambio, ganás y ganás, y eso no te asegura seguir dirigiendo. ¿Cuántos técnicos hay que han perdido y perdido y vuelven a ubicarse? Los escucho declarar y yo me río... ¡Ay Dios! Declaran que son de Guardiola, que son de Mourinho, y les buscás los resultados y se fueron cuatro veces al descenso. Son una cosa de locos.
–¿Decís que hay una rueda de técnicos ‘intercambiables’, con el beneficio de la supervivencia laboral?
–Esa rueda es la que provoca que cada vez el fútbol argentino se esté alejando más de todo. De Europa, ¡ya ni hablemos! Pero la culpa no es del chancho, sino del que le da de comer. Son los dirigentes los que se comen el verso.
–¿A los dirigentes les falta preparación?
–Claro, ellos también tendrían que hacer una carrera. Como un técnico, como un profe..., claro. Pero bueno, ¡qué se yo! Los dirigentes tienen que rodearse más de ex jugadores que han pasado por la institución. Como ahora hizo Independiente con Burruchaga, y con Mondragón para que sea su embajador por todo el mundo. Eso me parece bárbaro. Todo el mundo lo está haciendo, pero en Argentina cuesta. Y acá, en Santa Fe, es peor; acá los ex jugadores no existen. Así estamos en Santa Fe: nunca se ganó nada.
–Evitás enredarte en polémicas. Pero cuando afirmaste que el River del ’86 fue mejor que el actual…
–Pero si es verdad, si es verdad... Yo digo que es extraordinario lo de Gallardo, extraordinario lo que se ha logrado. ¡Pero no lo podés comparar con el ‘86! Había cinco jugadores campeones del mundo [se refiere a Ruggeri, Enrique, Gallego, Alonso y él], más tres de la selección uruguaya entre los 11 [Nelson Gutiérrez y Alzamendi; Mario Saralegui era suplente y Francescoli se fue de River después del Mundial y no jugó la Libertadores]. Vos buscame un equipo que tenga eso y después empezamos a hablar. ¿Sabés lo que pasa? Es muy simple: hay periodistas que hacen encuestas desconociendo la historia, claro, son unos vivos bárbaros. ¿Y qué querés que te diga un pibe de 10/12 años? ¡Si no nos conocen! Hacen las encuestas mal. Por eso hay tantos versos en el fútbol y la gente, lamentablemente, se los come.
–Solo ocho personas ganaron la Libertadores como jugador y como técnico. Dos de ellos son vos... y Gallardo.
–Sí, sí.... Y lo aclaro de nuevo: lo de Gallardo es extraordinario, pero el ‘86 fue el mejor año de River en su historia. Parece que se olvidan, pero se ganaron tres campeonatos en un año, y antes existían campeonatos más importantes. Lo que pasa es que acá se está valorando que le ganaron un partido a Boca en la final de Madrid. Y nosotros también lo dejamos a Boca afuera de la Copa Libertadores en el ’86, lo sacamos del grupo: empatamos en la Bombonera y les ganamos en River. ¡Miremos todo, todo!
Se abre el debate: ¿por qué los grandes entrenadores no fueron arqueros?
No tenía vocación de arquero, Nery Pumpido era delantero en su infancia en Monje, a orillas del río Coronda, en Santa Fe. Cuenta que con el tiempo se encariñó con el puesto. Alguna vez aseguró que para ser entrenador era mejor haber sido arquero que volante o delantero... Hoy lo aclara y se zambulle en un debate conceptual: "No sé si es mejor, yo digo que te ayuda mucho más. El arquero tiene una visión distinta, la mejor del campo de juego. A mí me sirvió. Es un puesto que, si lo hacés bien, te obliga a hablar mucho y eso es fundamental para el ordenamiento de un equipo", sostiene.
Sin embargo, y aceptando el valor de la dimensión óptica que dispone el arquero de toda la cancha, casi no aparecen antecedentes de guardavallas que, convertidos en técnicos, hayan tenido suceso. Los únicos entrenadores que alzaron la Copa Libertadores y años antes estuvieron debajo de un arco, apenas fueron el uruguayo Roque Máspoli (Peñarol, 1966) y... justamente Pumpido, con Olimpia, en 2002.
Entre varios ejemplos, Pumpido escucha que entre los 19 entrenadores que se han coronado campeones del mundo con sus selecciones, apenas el brasileño Aymoré Moreira (Chile ’62), ocupó el arco en su etapa de futbolista. "Bueno, si te detenés en los mundiales es un muestrario muy chico, pero si te ponés a buscar entre todos los torneos, ex arqueros muchas veces salieron campeones como técnicos...".
Rebatible. Linda discusión. Bianchi, Labruna, Ramón Díaz, Menotti y Bilardo, Griguol, Yudica, Sabella, Martino, Miguel Russo, el ‘Viejo’ Zof, Pekerman, Bielsa, Pizzutti, Osvaldo Zubeldía… Gallardo. Amable en el disenso, Pumpido presenta argumentos... "Lo tenés al italiano Dino Zoff, Lopetegui que acaba de ganar con Sevilla fue arquero... Y el venezolano Dudamel y el brasileño Rogério Ceni. Y La Volpe, y Falcioni y Hugo Tocalli. Miguel Santoro y Oscar Cavallero, más atrás. El ‘Pato’ Fillol dirigió también. Y Burgos fue arquero, como Luis Islas, Comizzo, Abbondanzieri, Bonano, Leo Franco, hay, hay..."
–Pero entre los que hoy mandan en el mundo aparecen Guardiola, Mourinho, Klopp, Zidane, Simeone, Ancelotti, Deschamps..., ahora el alemán Flinck.
–Bueno, pero porque somos menos... Seamos buenos. Compará: son 10 contra 1, siempre habrá más entre los jugadores de campo. Pero hay buenos entrenadores que fueron arqueros.
Pumpido atajó 34 partidos en la selección. Siente que ese puesto hoy está bien cubierto. Hay variedad, experiencia, buenos proyectos y recorre apellidos, desde Andrada y Armani, hasta Agustín Marchesín, Juan Musso, Walter Benítez, Emiliano Martínez, Gerónimo Rulli, el ‘Patón’ Guzmán...
–¿Vos tenés tu propio ranking de los mejores arqueros de la historia argentina?
–Sí, claro que lo tengo. El 1 es el ‘Pato’..., y después, de ahí para abajo, yo no tengo uno..., de ahí para abajo no importa... El 1 es Fillol.
La selección, desde 1924 hasta hoy, ha tenido 47 técnicos. Nunca un ex arquero, al menos entre los DT principales, porque es cierto que Claudio Vivas, guardavalla en las inferiores de Newell’s, dirigió un par de encuentros cuando era asistente de Bielsa.
Una década estuvo Pumpido en la selección argentina y sólo lo dirigieron dos entrenadores: Menotti y Bilardo –debutó en el ’83, contra Paraguay, en Asunción–, los campeones del mundo. Lionel Scaloni, a sus 42 años, es el décimo técnico desde 2004 hasta hoy. A Pumpido no le preocupa ni la edad ni la inexperiencia. "Scaloni está bárbaro en la selección. Ha sido inteligente para manejar al grupo, que es lo primero: si vos tenés a los jugadores contentos, ellos después te van a rendir en la cancha", describió.
"Hoy la selección no tiene un técnico, tiene un seleccionador porque no hay tiempos. ¡Si tiene tres días, cómo va a trabajar como técnico! Debe adecuar los manejos en función del grupo, y Scaloni lo está haciendo bien. Fue inteligente y aprovecha la oportunidad que le da el fútbol de dirigir a la selección. Lo felicito", completó.
¿Dolor por Italia '90...? "Conmigo en el arco la selección salió campeona del mundo"
Ocurrió un día 13, el 13 de junio. Pero Pumpido nunca le prestó atención. "Estaba solo en el sanatorio en Nápoles y me dije: ‘El fútbol me dio todo. ¿Me voy a quejar por una lesión?’, no, no, no era justo", recuerda tres décadas después. Ese fue siempre su espíritu. Probablemente Italia ’90 haya sido este año el acontecimiento deportivo más evocado. Resultó especial para Pumpido, claro: después de 101 minutos se le terminó el Mundial. El choque del ‘Vasco’ Olarticoechea frente a la Unión Soviética, en el estadio San Paolo, y la doble fractura de tibia y peroné.
¿Dolor, qué dolor? "Tengo un recuerdo bárbaro, recuerdos extraordinarios. No es fácil estar en tres mundiales, y yo participé en tres mundiales. Minimizo lo de la lesión; si me lamento, soy un desagradecido. Yo en el fútbol logré todo, y uno está expuesto en la cancha. Podés tener una lesión y debés tomarla con la misma tranquilidad con la que tomás los triunfos. Para mí, Italia 90 fue extraordinario", cuenta Pumpido, que permaneció en Roma hasta el final del grupo y luego regresó a la Argentina. Lo esperaba el quirófano.
–Aunque pasen los años, la pregunta es: ¿qué hubiese pasado si no te quebrabas y Goycochea seguía en el banco?
–No puedo responder porque no sucedió; sí puedo responder sobre lo que sucedió: conmigo en el arco, la selección argentina salió campeona del mundo.
Tres apellidos. La propuesta es que Pumpido se detenga en tres compañeros de aquellos años en la selección argentina. Por razones muy diferentes. ¿No le gustaría que Oscar Ruggeri lleve ese combativo perfil a un espacio mucho más provechoso para el fútbol argentino que a un panel de TV? "Hay algunos jugadores que ya no tenemos esa oportunidad, no nos dan lugar. Oscar, yo... Si nos dejaran, seríamos positivos al máximo, rendiríamos muchísimo en un lugar intermedio, entre el cuerpo técnico, los jugadores y los dirigentes. A mí me encantaría poder hacerlo, y sé que a Oscar también".
A Diego Maradona, Gimnasia le abrió esa oportunidad que reclama Pumpido... "Hablé hace poco con él, hablé bastante, me da una gran alegría verlo bien. Esperemos que pase todo esto del coronavirus y así pronto poder ir a visitarlo". Y un nombre más, alguien especial, su primer compañero cuando comenzó a dirigir en Los Andes, en 1995: José Luis Brown, que falleció el 12 de agosto de 2019, hace casi un año. "Un gran amigo, con el que pasé muchas cosas a lo largo de nuestras vidas. Lo extraño mucho al "Caballo", mucho, cada día".
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