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Navarro, el apellido que se adueñó del arco en La Plata
Hilario custodia el de Estudiantes y Nicolás el de Gimnasia; los convocaron para reemplazar a los mejores arqueros que dio el fútbol platense en los últimos 25 años
Gerónimo Rulli fue el único arquero que logró que el hincha de Estudiantes no extrañase a Mariano Andújar. En el último lustro de Gimnasia , el del ascenso y la consolidación en Primera, Fernando Monetti se erigió en pilar sustancial. Cuando ambos partieron dejaron un vacío profundo, que cada club intentó rellenar. El Pincha pensó en Hilario Navarro y el Lobo en su homónimo Nicolás .
El último segmento de sus trayectorias tienen otro punto en común: comenzaron como suplentes. Mauricio Pellegrino, en ese entonces en el León, ratificó a Agustín Silva; Pedro Troglio hizo lo propio con Yair Bonnín. Los Navarro se la bancaron. Guardaron sus ilusiones y aceptaron la decisión. Sumaron desde afuera.
Cuando les llegó el momento, en ambos casos por flojos desempeños del arquero titular, comenzaron con endebles rendimientos. Los técnicos evitaron un nuevo cambio en el arco y los respaldaron. Un poco por respeto a sus carreras, otro poco para eludir desprolijidades. La segunda oportunidad no la desaprovecharon. Se aferraron al puesto que hoy les pertenece sin discusión.
Nicolás Navarro actuó en 92 partidos en los clubes locales, entre torneos y copas internacionales. Integró el plantel que logró el oro en Pekín 2008.
Hilario, que llegó a Estudiantes a mediados de 2014, comenzó con actuaciones dubitativas, hasta que un día, en Montevideo, se agigantó. Atajó tres penales y llevó al equipo a los cuartos de final de la Copa Sudamericana. Su nivel fue en aumento y hoy vive un presente brillante: tapó cuatro de los cinco penales que le ejecutaron en los últimos diez días, a Gómez, Cabrera y Pérez Guedes, de Quilmes, y a Gastón Díaz, de Aldosivi. El técnico Gabriel Milito le aclaró a Andújar, un reincorporado ídolo del club, que su titular es Navarro.
Nicolás arribó a Gimnasia a principios de año y sus primeros partidos no fueron buenos. Cometió algunos errores indisimulables, como en la séptima jornada, contra River, cuando fue responsable directo de los dos primeros goles. Absorbió la presión y se convirtió en un baluarte, fundamental en los once encuentros sin derrotas del Lobo -seis de ellos con la valla invicta- entre la octava y la 18a fecha.
Para encontrar grandes diferencias entre los Navarro hay que indagar en el pasado. Sus recorridos, hasta recalar en La Plata, fueron disímiles. Hilario fue campeón a nivel clubes (Con Independiente en la Sudamericana 2010). Nicolás, en cambio, no. El arquero de Estudiantes nació en Corrientes y nunca atajó en la selección. El uno de Gimnasia nació en Buenos Aires e integró el seleccionado nacional: fue medalla de oro en los Juegos Olímpicos 2008 de Pekín como suplente de Sergio Romero luego de una convocatoria de urgencia por lesión de Oscar Ustari. Hilario atajó en tres equipos grandes y fue elegido mejor arquero de Sudamérica en 2010, pero nunca jugó en Europa. Nicolás atajó en el Napoli y en el Kayserispor de Turquía.
Hilario Navarro jugó 162 partidos en el fútbol argentino, entre torneos locales y copas internacionales. Fue campeón con Independiente de la Sudamericana 2010.
En sus características técnicas también aparece la diversidad. El portero del Pincha se distingue por la elasticidad y la personalidad, mientras que el golero del Lobo se destaca por la fuerza de piernas y el juego aéreo.
Cada uno con sus virtudes, ambos encontraron su mejor versión justo antes del clásico. "No me siento un héroe", aclaró Hilario, de 34 años, después de atajar tres penales ante Quilmes, por la Copa Argentina. Y sobre su gran presente, explicó: "Mi fórmula es estar tranquilo. Me siento seguro y muy confiado".
Nicolás (30) se confió a LA NACION: "No arranqué del todo bien el torneo, pero cuando agarré continuidad fui mejorando facha a fecha. Hoy estoy con mucha confianza y viviendo un muy buen momento". Con respecto al clásico opinó: "Es el partido más importante del año y tenemos que ganarlo sí o sí para seguir en busca de nuestro objetivo, que es terminar entre los seis primeros y clasificar a la liguilla".
Desde hace unos días en la ciudad de las diagonales sólo se habla del clásico; los hinchas arriesgan hipótesis y vaticinan resultados. Puras conjeturas. Lo único concreto, hasta el momento, es que en La Plata el arco es de Navarro.
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