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Mundial Rusia 2018. Una visita incómoda para Lionel Messi: el viaje de la selección a Israel, eje de una disputa sin fin
BARCELONA.– "Así que van a jugar en Haifa, ¿no?". Reunidos informalmente en el predio de Ezeiza el miércoles a la noche, el comentario de Mauricio Macri sorprendió al plantel argentino, que estaba a minutos de iniciar su viaje a esta ciudad. Algunos se miraron, y hasta incluso hubo caras de desconcierto entre otros integrantes de la delegación. Pero no, se trataba apenas de una confusión del presidente de la Nación, que no sabía que al final el partido de este sábado entre la Argentina e Israel se jugará en Jerusalén. No recordaba, tal vez, la carta que le había enviado en marzo Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí: "He instruido a las más relevantes autoridades a hacer todos los preparativos necesarios para que el partido tome lugar en Jerusalén, nuestra capital eterna", le escribió a Macri , que definitivamente no se sentará en el palco presidencial. La anécdota sobre lo que pudo haber sido un cambio de sede refleja el delicado contexto que rodea a la última presentación de la selección antes de debutar en el Mundial Rusia 2018 : resistido por el entrenador y los propios jugadores desde que se confirmó, el amistoso sigue generando incomodidades, malhumores y reclamos internos y externos.
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Otra carta, enviada por el presidente de la Federación Palestina de Fútbol, Jibril Rajoub, al representante del Gobierno argentino en Cisjordania y a la AFA le agregó ayer un condimento negativo a la visita. "Vamos a iniciar una campaña contra la federación argentina, apuntando personalmente a Messi, que cuenta con decenas de millones de seguidores en los países árabes y musulmanes. Pedimos a todos que quemen las camisetas con su nombre y los carteles donde salga", se lee en el comunicado. En Barcelona, la novedad no pasó inadvertida: la dirigencia argentina es consciente de lo complejo que resultará viajar a un destino cruzado históricamente por las tensiones entre Israel y Palestina. De hecho, el Teddy Stadium, donde se jugará el partido, está enclavado en una zona llamada Al Malha, parte de Jerusalén que está bajo control israelí desde1948. Desde allí hasta la frontera con Gaza –epicentro del recrudecimiento del conflicto– hay menos de 70 kilómetros. Son tiempos violentos: el traslado de la embajada de los Estados Unidos a la ciudad, abierta el 14 de mayo, agravó la situación. Por ese lado avanza Rajoub: "No es un partido de paz. Es un partido político que busca un lavado de cara de la ocupación fascista y racista", sentó posición sobre un encuentro que pondrá en juego la "Copa 70°aniversario de Israel".
En el cuerpo técnico de la selección se resignaron hace rato a tener que jugarlo, algo a lo que Sampaoli se opuso privada y públicamente. Incluso después del partido contra Haití reiteró su desagrado: "Hubiera preferido jugar en Barcelona", comentó en la conferencia de prensa en la Bombonera, el martes pasado. Cerca suyo, y en línea con el revuelo que produjo en la Argentina la decisión de darles el lunes día de descanso a los jugadores, apuntan las razones de haber querido evitar el amistoso: a esta altura de la preparación, un viaje así puede perjudicar más que ayudar. Que hay momentos para hacer cada cosa, y que la pausa que se planeó intentó bajar las cargas del trabajo ya acumulado. Y que en cambio –amplían– el traslado a Jerusalén solo traerá problemas.
El tema del descanso optativo, aunque ya estuviera sellado, igual bullía durante la tarde del lunes en el hotel Princesa Sofía. A los dirigentes, por ejemplo, no les hizo ninguna gracia que Cristian Ansaldi publicara imágenes en las que se lo veía en un jacuzzi con su mujer. Era parte de su día libre, y en eso no había ninguna regla rota: molestó que no tuviera la sensibilidad suficiente para evitar exponerse, lo que agigantó el ruido que la decisión de Sampaoli ya había generado.
Una agenda tan social como deportiva
Los detalles de la agenda israelí apoyan el disgusto del DT. La selección se irá el jueves a la tarde del aeropuerto El Prat rumbo a Tel Aviv, después del entrenamiento matutino y el almuerzo. Al trayecto de cuatro horas deberá sumársele una más para cubrir los 58 kilómetros desde el aeropuerto Ben Gurion hasta Jerusalén. Así, estiman, el puerta a puerta entre el hotel catalán y el que albergará a la delegación durará alrededor de 7 horas. Todo para jugar un partido del que el técnico, más que sacar grandes conclusiones, buscará evitar cosechar lesiones a solo 7 días del debut contra Islandia.
El cruce contra la debilitada selección israelí será apenas el punto final de una serie de actividades previas, que todavía se ajustan. Una de ellas será la visita el viernes al Muro de los Lamentos: la foto de Messi allí recorrerá el mundo como ocurrió cuando estuvo por primera vez, en 2013 con el Barcelona. Ante lo inevitable, Sampaoli hubiera preferido que el partido se jugara durante la tarde del sábado, para luego iniciar el viaje a Bronnitsy, el pueblo ruso donde se alojará durante el Mundial. Pero tampoco: como se celebra el shabbat –la jornada de descanso para la religión judía–, habrá que esperar hasta la puesta del sol para que el partido comience. Así, se fijó las 21.35 como horario. El periplo de regreso, entonces, obligará a que la delegación cene de madrugada en un restaurante en el camino a Tel Aviv y luego vuele durante más de cuatro horas hasta el aeropuerto de Domodedovo, antes de llegar en bus al Bronnitsy Trainig Centre. Será de día ya cuando finalmente ingresen al hospedaje ruso.
¿Por qué se siguió adelante con el plan, entonces, si tantas señales aconsejaban no hacerlo? El dinero no parece el argumento principal: al final, la AFA solo se quedará con 900 mil dólares, según confiaron a LA NACION fuentes de la dirigencia, porque del cachet que recibe (1,4 millón de dólares) deben descontarse 500 mil dólares, producto de una deuda con la empresa Torneos. La motivación política que representa tener durante dos días a la selección argentina allí, con el impacto que provocará, resulta una razón más firme. Aquella carta de Netanyahu a Macri le suma elementos a ese análisis: "Para mí será un placer recibirlo en Jerusalén y reafirmar la creciente amistad entre nuestros países", cerraba el anfitrión. Al final, aunque el presidente argentino no viaje, la imagen del muchacho que lleva la camiseta 10 cotizará alto en ese otro juego. Uno en el que la pelota es una excusa.
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