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Mundial Qatar 2022: Papu Gómez, el jugador N° 12, el crack e influencer que tuvo paciencia para ser reconocido en la selección argentina
El enganche fue subido por Burruchaga a la primera división de Arsenal cuando tenía 14 años; emigró a Europa y lo quisieron convencer para jugar para Italia, pero él siempre soñó con vestirse de celeste y blanco
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Alejandro Papu Gómez no venía siendo titular en la selección, pero se fue ganando un lugar casi indiscutible entre los 18 que puede elegir Lionel Scaloni para cada encuentro. Está claro que un Mundial es distinto a todo, pero el mediocampista del Sevilla siempre está por lo que representa para el grupo pero también por sus condiciones para ser el socio de todos en el campo de juego. Para dar un ejemplo de su química con el plantel, vale esta figura: cuando llegó a Abu Dhabi, Papu subió a sus redes sociales una foto similar a la que suele compartir cada vez que se une al equipo albiceleste, con Nicolás Otamendi y Rodrigo De Paul, aunque esta vez recurrió a un divertido truco para cumplir con la ya tradicional consigna.
Como De Paul había viajado un día antes, Gómez –un influencer a la hora de manejar las redes sociales- optó por “incluirlo” con una peculiar técnica: hizo un fotomontaje para sumarlo. “Los envidiosos dirán que es Photoshop”, escribió en broma. Generó reacciones entre sus seguidores y hasta una respuesta del volante surgido en Racing: “Los amo”, seguido de unas risas. El invento del Papu Dance es otro reflejo de cómo se puede ser profesional, determinante y, al mismo tiempo, divertirse dentro del fútbol.
El tiempo pasó volando. O casi. Porque “El Piojo”, como lo habían bautizaron sus compañeros en la pretemporada en Tandil en enero de 2003, tenía que luchar con la medida de la ropa de entrenamiento: cualquier cosa que se ponía, le quedaba grande. Utilizaba el corte de pelo mohicano, el mismo estilo que habían mostrado el alemán Cristian Ziege y el turco Umit Davala en el Mundial 2002, el último que se había jugado hasta ese momento. El personaje en cuestión era Alejandro Papu Gómez, que por aquellos calurosos días de enero era noticia porque, con sólo 14 años, había sido seleccionado por Jorge Burruchaga para entrenarse con la primera división de Arsenal.
“Cuando me enteré de la convocatoria no lo podía creer. Burruchaga me dijo que esto es sólo por la pretemporada y que no me haga ilusiones de jugar en primera división. Pero yo, aunque sé que tengo que ir despacio, el sueño lo voy a tener igual”, le dijo Gómez a LA NACION. Pero ya desde aquel momento tenía las ilusiones y la personalidad para hacerse camino al andar. El Piojo ya había debutado en la reserva de Arsenal ante Banfield, el 3 de noviembre de 2002: “Ese día me temblaron las piernas y hasta me cargaban. Mientras calentaba, desde la platea del Taladro me gritaban: “Pibe, ¿qué hacés acá? ¡Volvé al colegio!”. Por aquel entonces tenía como ídolo a Raúl, delantero de Real Madrid, aunque aclaraba: “por más que no juego en su posición”.
Hoy Papu tiene 34 años y está ante la gran chance de ser titular en la selección argentina por la lesión de Lo Celso. Gómez ya dio muestras de que puede ser una pieza útil para Lionel Scaloni en la Copa América ganada nada menos que ante Brasil y en el Maracaná, en 2021, rompiendo el maleficio de 28 años sin títulos en celeste y blanco, sino que se adapta a las necesidades que tiene cada cuerpo técnico. Mantiene la rebeldía de aquella pretemporada en Tandil entre gambetas y amagos, pero creció a tal punto que no sólo saca diferencia por saber de táctica.
“¿Sabe lo que yo miro? Dónde está el árbitro. ¿Quién es el mejor posicionado en todo el campo? ¡El árbitro! Siempre está solo. Alejado de todo el quilombo. Casi siempre libre. Por eso yo suelo mirarlo, y me tiro donde está el árbitro. Haciendo cosas como esa fui perfeccionando mi nueva función. Eso me lo enseñó el DT Gasperini, me dijo búscalo a él que vas a recibir solo en la posición de enganche”, contó Gómez en diálogo con El País a comienzos de 2020, sobre cómo buscaba espacios en la cancha.
Y agregó: “La gambeta es lo mío. Y yo sé que haciéndolo rompemos líneas. Si yo me saco un tipo de encima se abre un mundo. Y más en Italia, donde los partidos son muy tácticos, todos basculan, con dos líneas de cuatro, con ocho tipos defendiendo”. Como enganche de formación, se siente cómodo en una selección argentina que se acostumbró a jugar con varios 10 al mismo tiempo: Paredes, De Paul, Messi, Mac Allister, Lo Celso (hasta que se lesionó…) El puede entrar en ese circuito tranquilamente. Sino es titular, es el jugador N° 12.
En 2017, tan bien estaba rindiendo Alejandro Gómez como capitán de Atalanta que Giampiero Ventura, entrenador del seleccionado de Italia, fue el segundo en tratar de convencerlo para que juegue para la Azzurra. El Papu había estado en carpeta para el anterior técnico, Antonio Conte, pero todavía no le había salido el pasaporte italiano. “En algún momento, por mi edad, pensé que ya no jugaría en la selección argentina, que era lo que más quería. Incluso, al salir de Atalanta, yo era muy consciente de que si no conseguía un club competitivo, la opción de la selección se iba a caer. Si elegía irme a ganar millones a Arabia no iba a jugar en la selección. Iba a desaparecer”, le dijo en agosto de 2021 ya como jugador de Sevilla a Cristian Grosso para LA NACION. “Y ahí están las decisiones de la vida: podría haber elegido ganar mucho dinero, pero preferí no salir del radar y soñar con la Copa América. Tomé el riesgo; podía salir mal, pero salió bien. Y esas elecciones reconfortan más que nada en la vida”.
Fue campeón del Mundo con la selección argentina Sub 20 en Canadá 2007, pero no siempre era visto para integrar la selección mayor. Incluso en una entrevista con LA NACION había reconocido: “No me siento inferior a ninguno de los que están. Ya es hora de que me den una oportunidad…. siempre terminaron jugando los mismos”.
¿Por qué? “Yo soy muy espontáneo, muy frontal. Lo que entonces expresaba es que cada técnico se siente cómodo con los jugadores que conoce. Te doy un ejemplo: Sabella conocía a José Sosa, que jugaba conmigo en el Metalist, y era llamado a la selección. ¿Por qué? Porque tenía confianza en él, lo conocía como persona y como jugador. Y yo no tenía esa suerte, a mi Sabella no me conocía. Entonces, llego un técnico como Scaloni, que fue compañero mío durante un año en Atalanta, junto con Sampaoli, y le empezó a hablar de mí a Jorge. Y cuando tomó las riendas Scaloni, me empezó a llamar porque sabe quién soy y lo que le puedo aportar. Tal vez en los años anteriores, Bauza, Maradona, Martino y Sabella preferían convocar a los jugadores que sí conocían. Y no lo veo mal”.
Fue Scaloni el que le abrió las puertas para este momento de la selección, el mismo compañero que le abrió las puertas de su casa no bien llegó a Bérgamo, con el que compartía el viaje para ir a entrenar con Atalanta. Lo conocía de allí, aunque lo que lo mantuvo fue su presente, en Europa y con la camiseta argentina.
No tiene en mente volver a la Argentina a jugar, aunque si más adelante se da la chance de dirigir… “Es un tema que no lo tengo muy claro, todavía. Por un lado me encanta la parte técnica, el análisis del juego…, pero la única parte que no me encanta es que tenés que seguir la misma vida de tus días como jugador. O peor. Y esa parte no me gusta”. Y agregó: “Hay algo que me atrae, que es la parte futbolística, pero todavía no lo tengo bien claro, creo que hoy por hoy pienso todo el tiempo como jugador. Tal vez cuando me retire me den ganas de dirigir, o tal vez no. Hoy no sé qué voy a hacer después de jugar”.
El tiempo pasó volando. “Como carrera me gustaría estudiar para profesor de educación física o para periodista deportivo, pero espero tener suerte como jugador”, decía a los 14 años. No tuvo suerte como jugador: todo lo que consiguió se lo ganó con esfuerzo, dedicación, paciencia, rebeldía para luchar por sus sueños y capacidad para hacerse camino al andar.
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