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Mucho más que un resultado: cuando los DT ponen en juego su salud por el estrés
El resultado de un partido, la posición de un jugador, el diseño de un esquema, el ánimo del plantel, el análisis de un rival, la planificación de una pretemporada y decenas de otras tareas y preocupaciones conviven en la cabeza de un director técnico. Claro, todo se potencia y se vuelve aún más estresante con la alta exposición, la presión y el extremo frenesí con el que se vive el fútbol. Sobre todo el argentino. Y así, la profesión se transforma en un trabajo de alto riesgo.
Recientemente, distintos casos de entrenadores argentinos que han sufrido problemas de salud resonaron a todo volumen: con sus diferencias, los casos de Eduardo Berizzo , Julio Zamora, Miguel Ángel Russo y Julio César Falcioni abrieron el debate acerca de las distintas derivaciones médicas en medio de la alta competencia, con el recuerdo reciente de lo sucedido con Alejandro Sabella .
Cuánto influye el estrés, cómo afecta la presión en la vida y la salud de un técnico, de qué manera deben reaccionar los clubes en situaciones así, son algunas de las incógnitas que surgen rápidamente. Donato Villani, coordinador médico de las selecciones nacionales y médico de la FIFA, explica en diálogo con LA NACION: “Las enfermedades que se conocieron últimamente se ven en el común denominador de la gente. Pero solo los que trabajamos en el fútbol sabemos que ser técnico es terriblemente estresante. Quizá mucha gente lo minimice, pero es determinante. El fútbol es la mayor expresión social que tenemos y el técnico no tiene hinchada propia, salvo que haya ganado 10 mil títulos”.
Según Villani, quien trabajo con más de 30 entrenadores en su carrera, la intensidad y las obligaciones del trabajo hacen que a veces el profesional no siga de cerca su salud. “Los técnicos tienen ese halo, quizá por haber sido jugadores comprometidos, y piensan similar a los médicos: nunca nos pasan las cosas. A veces esa sensación de omnipotencia hace que no sean prolijos con su salud y su vida diaria, debido a su intensa forma de trabajar y pensar. Me ha pasado verlo. No quiere decir que un proceso tumoral tenga que relacionarse con eso. Pero si estás atento, probablemente lo agarres más rápido y tengas mejores respuestas en el tratamiento”, agrega el médico.
Difícilmente el fútbol argentino pueda ofrecer momentos de tranquilidad: apremia la agobiante necesidad de conseguir un resultado positivo el fin de semana. Marcelo Roffé, psicólogo del deporte especializado en fútbol, ha trabajado en más de 12 clubes y en los seleccionados argentinos y colombianos, y habla con LA NACION sobre el estrés que produce el oficio de director técnico.
“Una de las definiciones de estrés es el desequilibrio que se produce entre los factores externos y las respuestas internas del individuo. Cuando la situación te sobrepasa, el desajuste se llama estrés. Hoy el fútbol argentino está enfermo, hay un alto componente psicopatológico. Ser DT es como una silla eléctrica: no se puede planificar nada y se convive con la presión de dirigentes, hinchas y resultados. Pierden cinco partidos y los echan. Esa falta de paciencia, más la ansiedad, presión y miedos, porque el entrenador tiene temor a fracasar, hacen todo muy difícil. Y encima sobran entrenadores y faltan lugares. Todo hace un cóctel que lo terminan pagando la mente y el cuerpo”, cuenta Roffé, autor de varios libros, siendo el último “Formando al líder de un equipo”.
En el medio de este combo furioso que envuelve a los directores técnicos, las acciones y decisiones de la dirigencia y los alrededores repercuten. “Nadie se enferma por una sola causa, pero una de ellas es el estrés. Son las reglas del juego, pero algunos las manejan o soportan mejor que otros. También hay situaciones diferentes: con Berizzo aprovecharon que los resultados no se estaban dando y lo echaron, tuvieron un muy mal modo y no repararon en nada. Esto es una trituradora de carne y nunca importa el ser humano. En cambio, por ejemplo, con Falcioni es diferente: Banfield es su casa. No se puede comparar. Pero que te mantengan en tu lugar es importante, es como sin jugador se lesiona los ligamentos y le renuevan el contrato. Eso trae tranquilidad en la incertidumbre”, agregó Roffé.
Sobre esto, Villani apunta a la necesidad de la contención del club. “Imaginate si estás enfermo y sentís el apoyo de tus familiares, de tus amigos, de tus compañeros de trabajo… vas a estar mucho mejor. Pero si en vez de eso, te sueltan la mano, como hicieron con Berizzo, te va a perjudicar”, explica el médico y lo contrapone con el caso de Tito Vilanova, que en noviembre de 2011 fue intervenido por un cáncer de glándula parótida cuando era asistente de Pep Guardiola.
Tomó el cargo de técnico para la temporada 2012/2013, pero en diciembre de 2012 volvió a ser operado y se sometió a un tratamiento de quimioterapia y radioterapia por un mes y medio (fue suplantado por su asistente Jordi Rouda). Regresó al banco en marzo y ganó la Liga de España, pero en julio dejó el equipo por una recaída en su enfermedad. Murió el 25 de abril de 2014 tras ser internado y operado de urgencia.
Elecciones difíciles
Quizás, el caso de Berizzo fue el que más impactó: en noviembre del año pasado se conoció que le habían diagnosticado cáncer de próstata cuando era técnico de Sevilla. Fue operado, comenzó su recuperación (hoy ya superó la enfermedad, según los siguientes estudios), se perdió cuatro partidos y en menos de veinte días volvió a dirigir. Pero el club lo despidió siete días después de su regreso, tras cuatro partidos sin ganar.
Julio Zamora vive una situación muy triste: en noviembre, mientras dirigía Real Potosí de Bolivia, sufrió dos infartos cerebrales. Según contó días atrás, aunque ya está mejor de salud, la Clínica Aranjuez de Cochabamba que lo atendió le reclama una deuda de 20 mil dólares, el club no se hace cargo de los gastos y debió embargar gran parte de lo que ganó en el fútbol para poder afrontar la situación, además de que ya no sigue en el cargo. Recibió apoyo de Newell’s y Cruz Azul, dos de los clubes en los que jugó, y le inició una demanda a la institución.
En la vereda de enfrente están las situaciones de Falcioni y Russo. El actual técnico de Banfield fue sometido en diciembre a una operación programada de un nódulo en la laringe, pero debió estar varios días en terapia intensiva. Recién volvió a su puesto el 24 de enero, pero el club le dio el apoyo total y nunca puso en duda su continuidad. El martes no estuvo en Ecuador en el duelo con Independiente del Valle que le dio el pase al Taladro a la tercera ronda de la Copa Libertadores.
Russo, luego de ser operado de la vejiga en septiembre y en enero, superó definitivamente el cáncer que lo afectaba hace un año, según los últimos diagnósticos. Tras la última intervención del 2 de enero, el DT de Millonarios de Colombia volvió al trabajo el lunes 29 pero el miércoles 31 fue internado en la Clínica Santa Fe de Bogotá por una infección urinaria debido a una bacteria hospitalaria. Hoy, continúa en la Clínica y su equipo le dedicó anteayer la conquista de la Supercopa.
El caso de Alejandro Sabella
Tras ser subcampeón del Mundo, Alejandro Sabella decidió culminar su ciclo en el seleccionado argentino en julio de 2014 por el desgaste y la necesidad de tomar un descanso, y nunca volvió a dirigir, debiendo afrontar diversos problemas de salud. En diciembre de 2015 fue sometido a una angioplastia por un cuadro de hipertensión y síndrome coronario agudo en el Hospital Español de La Plata. Luego, en abril de 2016, y en medio de un hermetismo extremo, volvió a ser internado en el Hospital Italiano de Buenos Aires por razones que no se hicieron públicas.
En medio de versiones y especulaciones sobre su enfermedad, que hasta al día de hoy no ha sido confirmada, fue su ayudante Julián Camino, quien, en abril del año pasado, brindó algunas certezas: “Alejandro está bien, terminó su tratamiento y hace 5 meses que está bárbaro. Se está recuperando y ojalá que en cualquier momento podamos tenerlo en una cancha”. El fin de semana pasado, Sabella volvió a mostrarse en público: fue a ver la victoria 4-2 de Estudiantes sobre Newell’s y fue ovacionado.
“Nadie está exento de esto. Los hombres tenemos temores con un montón de cosas. No hay que tenerlo. Hay que ocuparse y no preocuparse. Averiguar y aprender. Eso me hizo bien”, fueron las palabras de Russo cuando anunció que su cáncer había quedado atrás. Sin estar al margen, los técnicos, en medio de la locura y la furia con que se vive el fútbol, se exponen. Y el estrés aumenta los riesgos en una profesión que desconoce la tranquilidad.
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