A fondo
Mono Burgos
Enseñanzas del cáncer del hombre que no llora
Texto de Cristian Grosso
3 de junio de 2022
Se escucha que el encendedor falla, entonces insiste una, dos, tres veces. Se escucha, también, que larga el humo tras una larga primera pitada. La pregunta sobre si había dejado el cigarrillo ya no tiene mucho sentido, pero igual responde. “Sí, sí, lo estoy dejando… En el cenicero, jajajajaja”, y estalla la carcajada cavernosa de siempre. Germán Burgos está en su casa familiar de Madrid, ahí donde también viven cuatro perros, dos gatos, el loro… “Y yo, jajaja, no nos olvidemos…, jajaja”. No perdió el humor ni cuando atravesó un cáncer de riñón en 2013. Lo operaron de un día para el otro. Le explicaron entonces que el culpable podía ser el tabaco, porque si bien el alquitrán ataca la garganta y los pulmones, la nicotina se elimina por la orina… Pero el encendedor fallado, con sus chasquidos, una, dos, tres veces, acompañará toda la charla. –¿El cáncer es un recuerdo, solo la cicatriz de 35 puntos? –Cuando vos tenés esta enfermedad, tenés cáncer, durante cinco años debés hacer un seguimiento, y ya está, si va todo bien, se presume que ya estás curado. –¿Descubriste una dimensión más humana entonces? –Yo creo mucho en la fuerza de la mente, y a veces no tenés dimensión de hasta donde podés llegar, a quiénes podés llegar. Yo viví de una manera muy especial esa situación, y traté de ayudar, de acompañar a la gente que está luchando por su vida en los hospitales, mucha gente no la pasa bien. Lo hemos vivido también ahora con el Covid, que no se ha ido del todo, y hemos perdido a mucha gente. Mi idea siempre fue darles fuerza a tantos que están luchando. Ahí pasé a ser uno de ellos. –¿Ya te habías dado cuenta de tu peso público o lo terminaste de entender con el cáncer? –Con los chicos lo entendés. Ellos creen que hay una lejanía que les impide ver que uno también es un ser humano, una persona más, y con un gesto sencillo al pibe le podés cambiar la vida, te juro que no se olvida más. Y si hacés lo contrario, un desplante, un olvido, también les dejás un recuerdo horrible en sus vidas. –Siempre te mostrás muy cercano a los niños. ¿Cómo sos con Sasha, Florencia y Luca, tus hijos? –Y..., soy papá, no somos amigos, jajajaajajaja. Busco darles la confianza necesaria para conducirlos, hasta que son más grandes, y demostrarles que siempre tienen un lugar adónde volver. Y con el jugador, igual: no establezco amistad, establezco confianza, ¿entendés? Porque armar un equipo es como armar una familia.
El ’Mono’ Burgos en algunas semanas volverá a Grecia, a la ciudad de Salónica, en el norte, sobre las costas del mar Egeo. “Vivo es la región donde nació Filipo de Macedonia. Macedonia me queda a solo 20 minutos, y está la estatua de Filipo y la de Alejandro Magno. El padre y el hijo a una cuadra de distancia… ¡¡Maravilloso!!! Fijate lo que es Grecia a nivel cultural, con su mitología… Aris, el equipo que dirijo, es Ares, ¡el Dios de la Guerra!, el hijo de Zeus y de Hera… y el Monte Olimpo existe, yo pensé que era parte de la mitología, pero no, es la montaña más alta de Grecia, en los Balcanes, y está enfrente de Salónica. Tengo todo ahí. Para el que le gusta la historia, como a mí, que soy un apasionado de los orígenes, de donde provenimos, Grecia es la cuna de la civilización”, detalla con un entusiasmo que no disimula. –¿Te tomaste tiempo para curiosear, para conocer? –No para pasear. Sí, me hago tiempo para escuchar a la gente. Después, vivo en concentración, mis días son de 72 horas. Y el entrenador no para nunca, esa es la gran diferencia con el jugador. El jugador son dos horas, dos horas y media, quizás un poquito más en la pretemporada, pero para el entrenador son 24 horas sobre 24 horas, no apagás el teléfono nunca. Es mucho más, y mucho más divertido también. –Y más responsabilidad. El jugador se ocupa solo de él… –No, como jugador te ocupás del equipo también. Son individualidades dentro de un equipo: cuanto mejor lo hagas, el equipo va a estar mejor también. Uno no entra a la cancha pensando en uno, esto no es ajedrez, es fútbol. Es un deporte de equipo: si uno juega bien individualmente, el equipo tiene mayores posibilidades de ganar. –Llegaste a un Aris Salónica irregular en febrero y en tres meses lo clasificaste para la Conference League. –Es lindo ver cuando el equipo reacciona, porque en definitiva se trata de arreglar situaciones, que es lo que los entrenadores hacemos. Lo que hacemos los entrenadores es arreglar, arreglar, arreglar, y siempre tener por objetivo ganar, que es lo que nos mueve a todos. Arrancamos octavos y terminamos terceros, fue brillante como los jugadores respondieron enseguida. Es lo que aprendí yo después de tanto tiempo: el jugador necesita ser conducido, y cuando encuentra el entrenador que les dice cómo, responde. Pero eso es lo más difícil para el entrenador: establecer el cómo. Si lo conseguís, y después ganás, te vas afianzando. Porque todo lo que hablás, lo que mostrás y lo que decís, siempre necesitás afianzarlo con triunfos. –¿Te sentís muy observado por los futbolistas? –Son 15/20 minutos, jajajaja, no más…, en 15/20 minutos el jugador ya sabe qué le va a tocar…, no es tanto tiempo. No es más. Con la forma de presentar el entrenamiento, el jugador ya se da cuenta de qué se trata. El jugador va caminando, mira el campo, y una cosa es si no ve nada o si se encuentra con una presentación de lo que va a hacer, los conos, las cintas. Ya solo eso lo motiva pensando en los ejercicios que va a hacer. ‘¿Qué haremos hoy?’, se pregunta, y ahí nace la motivación.
–¿Ese es un lenguaje internacional cuando está la barrera del idioma? –Pero el idioma nunca es secundario, el idioma es fundamental. Hay jugadores que hablan cinco idiomas, y entrenadores que te hablan cuatro o cinco idiomas también. Uno tiene que prepararse, yo hablo tres idiomas, inglés, italiano y español, claro. Porque no es lo mismo depender de un traductor que llegarle directamente al jugador. Al pasar por un traductor, ya no es lo mismo, el mensaje no llega con la misma fuerza. Porque es el vocabulario lo que te permite que tu idea se entienda más rápido, porque no tenés tiempo, acá no hay tiempo. Además, el traductor puede transmitir las palabras, pero no tu carga emocional. Ponete en el lugar del jugador: ¿a quién mirás? ¿me mirás a mí o lo mirás al traductor? –Mayor mérito de Bielsa, entonces, que ascendió a Leeds sin dominar el idioma. –Claro, desde ya, totalmente. Es un doble triunfo ese. Pero estamos hablando del mejor entrenador del mundo. Bielsa es la universidad de entrenadores. –¿Te sorprendió la pasión de los hinchas griegos? –Son muy parecidos a la Argentina. Y lo relaciono mucho con Rosario, ¿sabés? Porque en Salónica hay dos equipos, tres en realidad porque el Iraklis descendió, quedan dos, nosotros y el PAOK, y me transmiten mucho la sensación de un Newell´s–Central. –¿Empezaste tu carrera como entrenador por Vietman? El fútbol argentino y su impaciencia, apenas dirigiste 15 partidos en Newell´s. –¡Maravilloso! A mí me gusta así, me gusta… Conmigo pasó algo increíble en Newell´s, por eso lo llevo como un grato recuerdo: debuté como jugador y como entrenador, y es raro que suceda eso al no ser de la cantera del club. Yo nací en Ferro, por eso fue rara la situación, pero maravillosa al mismo tiempo. No es fácil encontrar una situación así, cierro los ojos, pienso y no veo otra situación así… por eso lo guardo en mi corazón a Newell´s. –Pero me refiero a la histeria del fútbol argentino. ¿Lo encontraste peor que en tus días de jugador? –No pasa por la locura, pasa por esta necesidad que tienen los clubes de ganar ya, entonces eso hace que la velocidad se instale en la convivencia, pero uno se capacita también para estas situaciones. Uno estudia, se prepara y tiene muchísimos años de vestuario para poder resolver. Hay que ver los folklores de cada país, de cada institución y saber qué es lo que quieren los directivos, la gente, los jugadores y los entrenadores, que son las cuatro patas de la mesa. ‘¿Qué quieren, qué necesitan?’ Cuando comprendés esa situación, después lo llevás. Pero hay que estudiar muy bien.
–Tal vez, un error en la Argentina sea que Arsenal o Central Córdoba se sienten autorizados a pelear el título. Málaga, por ejemplo, no. Como gana uno, acá todos se sienten derrotados y ningún proyecto se afianza. –Puede ser, sí, puede ser… pero está bien ese sentimiento, no es malo, el tema es la historia de esos clubes, un aspecto que también debés estudiar. Si tienen 100 años, 104 o 115, su historia y los campeonatos que ha ganado; eso te da su genética. Y te da la forma de jugar. ¿Entendés? Hay vestuarios a los que no les podés proponer jugar de contragolpe. ¿Vas a River y vas a jugar de contragolpe? No. Vas Boca, a Independiente, a Racing, a San Lorenzo... ¿vas a jugar de contragolpe? No. ¿Entendés lo que te digo? A eso me refiero con la genética y conocer la historia, su propia historia. Eso lo tenés que tender en claro porque te marcará como entrenador los pasos a seguir. Después, que la gente quiera salir campeón… ¡mejor!! ¡Mejor!!! Es más fácil decirle a un jugador ‘Hoy vamos a ganar, ¡hoy vamos a ganar!’ ¿Cómo? Así, así, y así. Después, hay equipos que están preparados para ganar Copa Libertadores, Champions League… bueno, esos son presupuestos… y ahí se separan las aguas: cuando vos tenés equipos que te duplican o triplican tu presupuesto, esos tienen tres jugadores buenos por puesto. Eso también prepara a un equipo para ganar. –Una vez dijiste que de los N°2, los ayudantes de campo, eras el N°1. ¿Querés ser el 1 de los 1? –Yo quiero que el número 1 sea mi equipo, o sea, yo siempre pienso en mi equipo. Me corro de ser el 1, de ser el héroe… no pierdo el tiempo. Quiero que mi equipo sea el número 1. Y pienso en eso constantemente: cómo mejorarlo, cómo entrenarlo, cómo hablarles para que liberen la mente para ganar. En eso sí ocupo el tiempo: en que liberen la mente para ganar. –¿River está en tu horizonte? –Sí, claro que me gustaría dirigirlo algún día. Yo estoy haciendo mi camino, no tengo ninguna prisa, estoy donde quiero estar y mi presente es el Aris. Pero yo sé que a la vuelta de la esquina estará River, pero no me preocupa hoy, ni me obsesiona. Al contrario. Yo sé que tengo que hacer mis cosas y el tiempo lo dirá. Y le deseo lo mejor a River. –¿River está en buenas manos? –Siiii. Siiiiiiii, lo viene haciendo muy bien y se lo digo siempre a Marcelo (Gallardo) cuando nos vemos: que siga de la misma manera. Es un entrenador extraordinario. –Cuando vaya a dirigir a Europa, ¿deberá empezar por un club mediano o podrá ir directo a la elite? –Yo creo que va en los años de experiencia que tengas. Marcelo está haciendo una experiencia maravillosa, y después el entrenador elige: qué lo motiva, qué lo mueve. El entrenador analiza la institución, los jugadores, un montón de cosas, mirás qué cosas hay que arreglar… y te gusta eso, te invade ese espíritu guerrero… ¡Como Ares, el Dios de la Guerra! jajajaaja.
–¿Cómo se llevaría el Germán Burgos jugador con este Burgos entrenador? –Perfecto, porque yo creo en la profesionalidad y en la responsabilidad. Uno puede ser más o menos divertido, reírte más o reírte menos, pero yo busco la profesionalidad. Que el tipo que juega, el tipo que está en el entrenamiento, si tiene que quedarse todo el día para ganar el partido, lo tiene que hacer. Y después, al otro día, hay que intentar lo mismo para ganar, y ganar, y ganar. Esa es mi mentalidad. Y conviviría bien con el jugador que fui porque todavía sigo yendo dos horas antes al entrenamiento… o un poco más, ahora dos horas y media antes. –¿El perezoso se lleva mal con vos? –No, no, porque tal vez el equipo lo necesita, y yo tengo que pensar en el equipo. Las características pueden no cerrarme a mí, pero si le hacen bien al equipo… adelante. Uno tiene que saber adaptarse al jugador que tiene y exigirle a ese jugador, pero no sobreexigirlo en ciertas circunstancias con cosas que no pueda realizar. No pedirle cosas que no puede dar. Vos tenés que pedirle cosas simples. ‘¿Qué sabe hacer usted?’ Cosas simples. En la simpleza está la pureza y la calidad. Fijate los grandes jugadores: Cruyff, Pelé, Maradona, Messi, Ronaldo, los dos Ronaldo..., simple, simple, simple, ¿me entendés? Esa simpleza que te hace daño. Quizás los chicos, los juveniles, se dejan encandilar por ciertas formas de belleza –que también existen y son interesantes–, pero en un momento determinado y en un lugar del campo quizás no se pueden realizar. –¿Cómo asimilás el fenómeno de las redes sociales? ¿Pueden dificultar la gestión de un grupo? –No, a mí me gusta que la gente se exprese. No va muy lejos de lo que hace uno con su familia, ¿entendés? ¿Vos tenés hijos? ¿Qué le vas a decir? ¡Apagá el celular, apagá el celular!’ Dejalo que por ahí está haciendo un plan genial, jajajajaja. Si vos estás cortando, cortando, quitando, no, a mí no me gusta. Hay ciertas cosas a las que uno se tiene que acostumbrar porque son expresiones. –Si el técnico tiene mucho carácter, como vos, ¿el futbolista no debe ser dócil porque lo podés empequeñecer? –Pero no es por docilidad, el jugador debe entender lo que el entrenador quiere, el equipo necesita y el hincha sueña. Hay varias situaciones para analizar.
–¿Gestionar las emociones es tan importante como acertar con la estrategia? –Claro, permanentemente tenés que hablar con los jugadores. Encauzarlos, aclararles el objetivo… todos los días. El entrenador tiene que hablar mucho con el jugador. Porque el jugador habla mucho con su representante, con la familia, con los dirigentes… entonces el entrenador no puede hablar menos. No tipo radio, ¿eh?, pero en el momento justo tiene que llegar una palabra cálida, una comprensión. Nosotros somos como padres, ¿entendés? –Pero tenés que encontrar el punto justo para no ser invasivo. –Eso se logra en base al respeto. Si es con respeto, rara vez el jugador se va a sentir invadido. –¿La intuición es imprescindible en el entrenador? –Hay cosas que las aprendés dentro de los vestuarios. Después de vivir tantos años ahí, ya sabés. Analizás los silencios, las diversiones, pero es inconsciente, no te lo proponés hacer. Está en vos porque lo aprendiste en tantos años de vestuarios. –¿Qué es lo que el jugador más valora y espera del entrenador? –Que lo mejore. Y ese es el cómo, que es el gran desafío del entrenador. Vos podés haber sido el mejor en la escuela de entrenadores, o podés haber sido un futbolista excepcional..., pero si no podés explicarles el cómo… Cómo ganar el partido, cómo sostenerlo, cómo presionar. Lo tenés que entrenar y lograr que los tipos lo traduzcan en el campo. Si te sigue la columna vertebral, tenés bastante ganado. Y la columna es el arquero, el central, el volante central y un delantero; si esos cuatro te siguen, que son los entrenadores adentro de la cancha, si esos tipos están convencidos…, después las extremidades acompañan. –¿Qué no le perdonás a un jugador? –No lo pondría en términos de perdonar. Que no sea honesto consigo mismo y con el grupo. Porque en la cancha no hay dónde esconderse. –Volvemos a las emociones, claves para convencer. Una vez dijiste que los rockeros no lloran porque dan mala imagen. ¿Hace mucho que no llorás? –Nooo, noooo, no, no me lo permito. No lloré ni cuando el Atlético me hizo el homenaje en la despedida. Nooo, aguanté. Noooo, jajajaja. Yo no lloro. –¿Por qué? –Yo no, yo no.
–¿Te acordás de la última vez que lloraste? –Sí, me acuerdo, pero me lo guardo para mí. No, mirá, te voy contar una, una sola te voy a contar, que no fue la última. Una vez que no me citaron para la selección argentina…, fijate, buscala, ese es tu trabajo, jajajaajaja. –¿Hoy hay música en tu vida? –Escucho, pero de vez en cuando, no estoy permanentemente… –¿Y qué escuchás? ¿Te escuchás vos, tus bandas...? –Jajaja, no, yo me he quedado en una nube en los 70, y sí, escucho alguna banda que me gusta, como Greta Van Fleet, que salió hace algunos años, que es Zeppelin, o sea, los sigo, pero no de ir a conciertos ni nada de eso. –¿Volverás alguna vez a los escenarios? –No creo. Si me invitan…, les digo que no, jajjaajja. No creo, es un perfume viejo. Rico, pero pasado. Ya me divertí. –¿Los años de diversión ya pasaron? –No, acordate que yo creo en la profesionalidad, y no pasa por ser serio o no. Si el ánimo del plantel es bueno, eso repercute en todo, yo creo mucho en eso. –¿Y también creés en los signos zodiacales? –Sí, claro, lo primero que hago cuando analizo un equipo es buscar los signos zodiacales de sus jugadores. –¿Por qué crees en eso? –Pensá en cinco amigos que tengas, o en cinco familiares con los que tengas más cercanía, y fijate de qué signo son. Y fijate si no se relacionan con tu signo. Es llamativo. Yo soy Aries, y mis mejores amigos son Tauro. –¿No es prejuicioso eso? Te hacés una idea de alguien sin conocerlo realmente. –No, yo miro las relaciones, cómo se vincula. Yo dirijo a un equipo, entonces todo lo que busco y hago es en pos de beneficiar al equipo. Y yo sé que los signos se relacionan. –¿Mejores amigos de Tauro dijiste? El ‘Cholo’ Simeone es Tauro. Una vez bromeaste con que vos y Simeone eran como Robert De Niro y Joe Pesci. ¿Lo extrañas a Robert De Niro? –Ahhh, jajajaajajaja, te gustó, te gustó la comparación, jajaja. Ellos son amigos y nosotros somos amigos también, sí, sí. –¿Y por qué quedó la sensación de algo no resuelto? –Somos amigos. Esa respuesta enmarca todo.
–Estamos en un año de Mundial… –Será en noviembre, distinto, quiere decir que todas las competencias estarán atravesadas por el Mundial, habrá un terrible exceso de partidos en las ligas. Canchas cerradas, aire acondicionado..., será una situación diferente para el jugador. –¿Qué opinas del arco de la selección? –Hay muchos y buenos, y es muy bueno que haya competencia para que nadie se crea que la silla es suya. Es maravilloso, a mí me gustan. –¿Dibu Martínez te sorprendió? –Todos están capacitados como para jugar en la selección. –¿Cómo ves al equipo? Nació de una manera rara este ciclo. –No, ¿rara?, ¿por qué? –Por la inexperiencia de Scaloni. –Pero el equipo lo sigue. Mirá cuando la selección hace un gol: se van a festejar con el entrenador…, eso es muy difícil verlo. ¿Pero ahora ya nadie le dice que no tiene experiencia, no? Jajjaajajajaja. –¿Por el título en la Copa América lo decís, por ganarle a Italia? –Ahhhh, ¿viste? Ya está, ¿no? Ya está. Como una tortilla, jajajajaja. Es el fútbol.