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Mili Acevedo, la alcanzapelotas de River que en diez años pasó de jugar en las canchitas de tierra a la selección argentina
La mediocampista millonaria cobró notoriedad por ser partícipe necesaria en un gol de Beltrán en la Liga; le auguran un gran futuro
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Si algo caracteriza a Milagros Acevedo es que, cuando se propone algo, lo consigue. Su fuerza de voluntad no sabe de negativas. O, mejor dicho, cuando se encuentra frente a un no sin sustento, lo desafía con una receta simple: sentido común, educación, respeto, compromiso y una dosis gigantesca de simpatía.
“Mili, ¿estás bien? ¿Estás bien? ¿Querés salir?”, le preguntó papá Mario, preocupado, del otro lado del alambrado. Ella, con apenas seis años, había quedado tumbada sobre la tierra luego de recibir un pelotazo en el medio del pecho que le cortó la respiración. Era su primer partido de fútbol y ella era la única nena. “Sí”, respondió como pudo. Lo único que quería era seguir jugando.
“¡Mirá lo que sos!”, le dijo mamá Nadia, preocupada y a la vez riéndose, cuando la vio volver a su casa envuelta en una nube de tierra. Ella irradiaba luz a través de sus ojos y su amplia sonrisa con hoyuelos. Nunca antes se había sentido tan feliz como aquella tarde. De aquella situación, en sólo diez años saltó a la selección argentina Sub 17. Y mientras espera con ansias su debut en la reserva de River, colecciona postales inolvidables que comparte en una charla con LA NACIÓN.
— ¿En qué momento supiste que querías ser futbolista?
— Desde muy chiquita ya iba a la cancha con mi mamá a ver a mi tío Sebastián. Me cuentan que cuando veía a mi tío correr con la pelota, yo corría con él del otro lado de la reja. Y tengo una foto muy linda de mi cumple de 3, cuando mi familia me regaló una pelota y estoy sonriendo con ellos. Creo que ahí empezó esta locura por el fútbol.
— ¿Cómo fue seguir jugando después del debut con pelotazo en el pecho incluido?
— Después de eso frené. Creo que fui dos partidos más a Valla, la canchita de Fútbol 5 de tierra que hay cerca de Los Polvorines. Por esa época fui a jugar otro partido. En un momento agarré la pelota y empecé a correr para el arco nuestro. Pateé, hice un golazo. Pero en contra. Y salí a gritarlo, jajajaja. Todos haciéndome gestos de que era para el otro lado, pero no los entendía.
— ¿Cómo reaccionaron tus papás?
— Hubo un momento en el que les dije que quería jugar al fútbol. Mi mamá no quería saber nada, por temor a que me golpeen. Yo era un palito y veníamos de aquella primera experiencia con el pelotazo. Mi papá tampoco. Que no, que no, que no. Y me anotaron en hockey.
— ¿Y entonces?
— Estuve un año jugando al hockey, hasta que un día llegué a mi casa, dejé el palo en el piso y les dije: “No quiero jugar más a esto. Quiero jugar al fútbol”. Entonces, sí: ellos hablaron entre sí y me acompañaron.
— ¿Como fueron esos inicios?
— Arranqué jugando con mis hermanitos, los mellizos Milton y Tomás. Fuimos un día a la Unión Vecinal en Villa de Mayo. Tenían tres años, ahora tienen 7. La primera sorpresa fue que la entrenadora era una mujer llamada Fabiana, que les enseñaba a nenes varones. Papá le preguntó por mí y ella fue la primera persona que me ayudó, porque ese pulgar levantado para que yo pueda jugar no me lo olvido más.
— ¿Cómo te recibieron?
— Al ser todos varones yo estaba siempre sola, hasta que empezamos a jugar el torneo de Fútbol 5 y comenzaron a integrarme. El nombre del equipo era Los Leones, y también había una leoncita, je. En el primer partido que juego fui corriendo a abrazar a mi profesora y se lo dediqué a mi mamá.
— ¿Cómo comienza el vínculo con River?
— Al poco tiempo. Vienen al barrio donde vivo ahí en Don Torcuato y empieza a encaminarse todo. Aunque había algo que no se negociaba en mi casa, que era estudiar. Gracias a un vínculo entre la Fundación River y la Fundación Manos Abiertas, yo pude seguir entrenándome, y al mismo tiempo estudiar y tener apoyo escolar. Yo tenía 9 años.
— ¿Qué recuerdos tenés de esa época?
— Los mejores. Nos daban charlas, talleres, nos enseñaron valores, la importancia del respeto. Todo muy lindo.
Manos Abiertas (www.manosabiertas.org.ar) es una fundación integrada mayormente por voluntarios que trabajan para mejorar la calidad de vida de más de 5000 personas en todo el país, suavizando las situaciones de pobreza, dolor y soledad más invisibilizadas. Lleva adelante 67 programas sociales en las diferentes provincias: hogares para niños judicializados, hogares para ancianos, apoyos escolares, talleres de oficios, casas de atención para enfermos terminales y hogares para personas en situación de calle, entre otros.
En tanto, el Centro Educativo San Ignacio (CESI) es una casa que recibe a los chicos más necesitados de la comunidad de Villa de Mayo para brindarles un espacio educativo, recreativo, deportivo, artístico a contra turno de la escuela. El objetivo es ayudarlos a desarrollar el máximo de su potencial y acompañarlos en su crecimiento, tantoeducativo como personal.
Durante muchos años el CESI acompañó a Mili y a su hermana Juana, quienes asistieron al apoyo escolar y participaron del programa “Valores a la cancha”, llevado adelante junto a la Fundación River. Dentro de ese programa es que el club de Núñez descubre el talento de Mili y la convoca a ser parte de su equipo.
Gabriela Cenoz, vocal titular en la CD de River y Presidenta de fútbol femenino., comparte a la vez el sistema de trabajo del club en las inferiores de fútbol femenino, algo muy incipiente aun en la Argentina: “Trabajamos con divisiones formativas desde el año 2015. Primero era un grupo de chicas y con el correr del tiempo y el interés que despertaba el deporte, fuimos formando planteles por categorías. Desde River consideramos que hacer hincapié en la formación es fundamental para que las jugadoras lleguen mejor preparadas física y mentalmente a la competencia. Creemos firmemente en el desarrollo para nutrir a nuestra primera división en el futuro y ya hemos promovido a muchas jugadoras de nuestro semillero, lo cual nos genera mucho orgullo y nos impulsa a seguir trabajando día a día, promoviendo el crecimiento y el profesionalismo desde las bases”.
¡Una genia! Mili Acevedo, la alcanzapelotas que participó en el gol de Beltrán ante Colón, se divirtió en la previa del encuentro del Millonario ante el Sabalero por #LigaProfesional.
— SportsCenter (@SC_ESPN) July 7, 2023
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Mili siguió jugando con nenes. Ella tenía 9 años, y sus compañeros y rivales, 13. Nada le importaba. No había forma de que la frenaran. Hasta que Leticia, una profesora suya en el barrio, conoció a la preparadora física de River, Marina Fiorotto. Entre las dos le consiguieron la tan ansiada prueba. Con el único par de botines que tenía, de fútbol 5, fue a probarse en una cancha de 11 donde jamás había estado. La ubicaron de número 5 y en ese instante se enamoró del puesto.
Después de cinco meses eternos, llegó la gran noticia: el club quería que Mili se quede. Ya como parte de River, hizo todo lo que estuvo a su alcance por perseguir su sueño. Alteró sus horarios de estudio, se entrenó durante meses, e incluso aceptó de muy buena gana ir al equipo de Futsal para ganar velocidad y precisión en espacios reducidos. Jamás se dio por vencida, aun cuando sus padres la acompañaron a diversos clubes y ella jugara un puñado de minutos.
— ¿Cómo fue esa época?
— Por momentos, muy angustiante. Yo me entrenaba igual que todas mis compañeras, pero había partidos en los que ni me citaban. Había días que volvía y lloraba en mi casa preguntándome qué hacía mal. Aunque a mí me faltaba preparación, y había cosas que mejorar. Estuve más de un año así. Hasta que llegó el momento en que Tamara Arario me puso y empecé a jugar.
— ¿Y ahí cambió todo?
— Si. Empezaron los amistosos con el Sub 14 (yo con 11 años) y algunos torneos organizados por Conmebol. Y un poco antes competimos en un torneo organizado por Danone. Lo ganamos y el premio fue viajar a España a jugar. No lo podíamos creer. La emoción de viajar por primera vez en avión, jugar en un estadio de fútbol de Primera, como el del Espanyol. Conocer el Camp Nou. Terminamos terceras contra equipos de Indonesia, Japón y otras partes del mundo y nos dieron una medalla hermosa, pesadísima, dorada.
— ¿Cómo fue el regreso a Buenos Aires?
— Seguí jugando y a los 14 me subieron a entrenar con el Sub 16, con Estefanía Fontán como DT, y la Reserva, donde el torneo es Sub 19. Entonces se da algo impensado. Porque en el Sub 14 no había jugado ni un partido, y un día llaman a mi mamá y le dicen: “Felicitaciones”, y le cuentan que me habían convocado al seleccionado argentino Sub 17.
— ¿Con 14 años?
— Si. Yo llego a la camioneta y veo a mi mamá y a mi papá llorando. Pensé que había pasado algo, pero cuando me contó, no lo podía creer. Llegué a mi casa y me puse a llorar de felicidad. Y allá fui.
— ¿Cómo fue esa experiencia?
— El predio de Ezeiza es increíble. El césped de las canchas son lo mejor que vi. Muy hermoso todo. En el medio hubo un Sudamericano, Me explicaron que no iba a ir, pero que seguía siendo citada para que, cuando llegue mi momento, ya tuviera la experiencia. Y hasta el momento me siguen citando. Representar a tu país es lo mejor. La primera vez que me puse la camiseta, estaba en el baño y me puse a llorar.
— ¿Cuáles son tus próximos objetivos?
— Quiero debutar en reserva para después jugar algún día en la primera de este club que confió tanto en mis condiciones. Y después me encantaría jugar en el exterior.
— ¿En algún lado en particular?
— En Francia. En el PSG. Quiero conocer el Parque de los Príncipes y la Torre Eiffel.
— ¿Tu papá es de Boca?
— ¡Sí! Pero logré algo imposible: hace unas semanas jugamos contra ellas en Casa Amarilla, ganamos 2 a 1 y papá me dijo que gritó los goles de River. “Yo quiero que ganes vos”, me dijo.
— ¿Cómo se dio esto de ser alcanzapelotas en los partidos de primera del fútbol masculino?
— Un día estábamos en la ronda, al final del entrenamiento, y la profesora dice: “Necesitamos cuatro alcanzapelotas para el masculino”. No terminó la frase que yo ya estaba levantando la mano lo más alto posible. Me eligieron con otras tres compañeras y el primero fue contra Unión.
— Fue toda una novedad.
— Claro, porque encima ahí pasa lo de Delfi (Delfina Lombardi entregó rápido un balón y River marcó un gol). De ahí en adelante, pedí venir todas las veces posibles. Llevo como 10 partidos, incluso el partido con Boca. Es una vivencia espectacular.
— Y vos también ayudaste en un gol contra Colón.
— Fue casi automático. Lo veo venir a Casco corriendo, se la doy como nos dicen (rápido y a media altura) y me quedo atenta a mi posición. Y de repente veo que es gol y que algunos jugadores me dicen “Es tuyo, es tuyo”, y ahí recién me di cuenta. Después, Demichelis vino a saludarme. Todo muy divertido.
APARECIÓ EL VIKINGO CON LA LEY DEL EX: Beltrán estampó el 2-0 de River contra Colón en la #LigaProfesional.
— SportsCenter (@SC_ESPN) July 6, 2023
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— ¿Qué tipo de jugadora sos?
— Mediocampista central. Juego de cinco. Soy de meter bastante, de raspar. Pero leal. Me gusta ir al piso a recuperar y prefiero dar un buen pase filtrado a meter un gol. Me gusta mucho como juega Matías Kranevitter y la número 5 de Barcelona. Y Enzo Pérez que es… una locura.
— ¿Cómo vas a vivir el Mundial femenino?
— Con entusiasmo. Me gusta ver a la selección, a otros equipos, ver como juegan, ver cómo juega la que ocupa mi puesto en el campo. Me encantan Aldi Cometi, Estefanía Banini.
— ¿De no haber sido futbolista?
— Paso con frecuencia por Campo de Mayo y siempre me resultó interesante todo lo relacionado con el Ejército. El hecho de servir a la patria, defender la bandera. Tal vez hubiera hecho la carrera para ser soldado.
Queda claro. Mili nació para hacerle frente a los obstáculos que pueda presentarle la vida. Para ella, lo imposible solo tarda un poco más.
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