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Miguel Ignomiriello: los recuerdos de un prócer del fútbol por encima de cualquier escuela
LA PLATA.– Hace algunas semanas, Miguel Ignomiriello cumplió 93 años. ¿Qué hizo para celebrar? A las 2.30 de la madrugada –hora en la que nació– se tomó un whisky, recordó a sus padres y se comió medio alfajor de chocolate. Un mes atrás también hizo una de las suyas: cuando se despertó, el día brillaba tanto que le resultó irresistible. "Este solcito no se puede dejar pasar", pensó y enseguida comenzó con los preparativos para prender el fuego. Sí, en plena cuarentena, hubo asado para uno. Pero este presente de Ignomiriello, en su casa y disfrutando de pequeños/grandes placeres, poco tiene que ver con lo que hizo la mayor parte de su vida: trabajar.
La trayectoria de "Don Miguel" (apodo lleno de respeto que se ganó en el ambiente del fútbol) fue tan extensa como peculiar. ¿Por qué extensa? Medio siglo de carrera, más de una docena de conjuntos dirigidos y dos experiencias en seleccionados nacionales (Argentina y Ecuador). ¿Por qué peculiar? Unos ejemplos alcanzan: fue director técnico de los dos clubes más importantes de La Plata, su ciudad natal, y de dos de los cinco grandes; convivió con Carlos Bilardo en Estudiantes; fue entrenador de César Luis Menotti y de Tomás "Trinche" Carlovich; construyó "la selección fantasma".
Más allá de las particularidades que tuvo su recorrido, lo que siempre caracterizó a Ignomiriello fue su enorme capacidad para formar excelentes futbolistas. Excelentes equipos, en realidad. ¿Quiénes fueron los técnicos del Lobo del '62, uno de los mejores planteles de Gimnasia, que salió tercero detrás de Boca y River? Fernández Viola, Eliseo Prado, Adolfo Pedernera y Ricardo Infante se repartieron el año. ¿Quién fue el DT del glorioso Pincha de la década del sesenta? Osvaldo Zubeldía. ¿Quién fue el entrenador en el primer título de Rosario Central en primera división? Ángel Labruna (Carlos Griguol lo reemplazó algunas fechas). Muchos técnicos, sí, ¿pero quién colocó las bases de esos equipos? ¡Don Miguel! La secuencia se dio varias veces: aparición de Ignomiriello en las divisiones inferiores, proceso exitoso en primera un tiempo después.
En cierto punto, es un prócer olvidado. ¿O alguno se acuerda de que los primeros partidos del San Lorenzo bicampeón de 1972 fueron dirigidos por Ignomiriello? Cinco fechas, cuatro victorias, con un 3-2 a Independiente incluido. Tras ese muy buen arranque se hizo cargo Juan Carlos Lorenzo y el Ciclón se quedó con el Metropolitano y luego con el Nacional. Con el seleccionado albiceleste le ocurrió algo similar. La mayoría de los futboleros mencionará a Enrique Omar Sívori como el DT que clasificó a la Argentina al Mundial de 1974, pese a que Don Miguel fue el arquitecto de "la selección fantasma"; un combinado alternativo que se preparó durante más de un mes en la altura para afrontar un compromiso trascendente en La Paz.
Se trata de alguien que agigantó a muchos equipos, sin que su figura personal creciera demasiado. Ante el llamado para LA NACION reacciona con asombro: "¿De verdad se acordaron de mí? ¡No puedo creerlo!". Ignomiriello repite varias veces que lo sorprende el contacto, agradece otras tantas y acepta la charla.
La edad no hizo mella en su memoria. Se acuerda de todo: fechas, resultados, apellidos, detalles. Nada se le escapa. Y a cada consulta responde con claridad. "De Gimnasia tengo muy buenos recuerdos. Ahí empecé, pasé tanto por inferiores como por la primera y me pude dar dos lindos gustos: armé la tercera campeona de 1950 y colaboré a que se formara el famoso Lobo del '62", afirma Ignomiriello, y enseguida pasa al vecino: "En Estudiantes dirigí a las juveniles, al plantel superior y además en este club elaboré mi mejor obra. ‘La tercera que mata’, denominación que recibió la división que salió subcampeona en 1964 y campeona en 1965, fue el pilar de todo lo que vino después. Por ese equipo pasaron muchos que al tiempo fueron campeones del mundo. Por eso, si bien el principal responsable de esa época dorada fue Osvaldo Zubeldía, yo siento que fui partícipe". De los dos grandes que dirigió tampoco se olvida: "Es un orgullo haber comandado a los planteles superiores de esas dos instituciones. Con San Lorenzo, en 1972, comencé el camino que continuó de manera formidable el Toto Lorenzo; y con Independiente, en 1976, estuvimos muy cerca de clasificar a la final de la Copa Libertadores, pero perdimos un partido de desempate ante River".
Los nombres propios también lo entusiasman para charlar. ¿Bilardo? "Convivimos un par de años en Estudiantes: compartimos mucho porque él jugaba en primera y yo era el técnico de la tercera. Fue un profesional de primer nivel. Un trabajador y un ganador". ¿Menotti? "Si bien vemos el fútbol de maneras distintas, le destaco el buen trato del balón; algo que hizo como jugador y que luego pregonó en sus equipos". ¿Carlovich? "Fue un talentoso al que no le interesó triunfar. Era hábil y jugaba muy lindo, pero nunca tuvo la ambición de querer trascender".
De las propuestas para charlar, "la selección fantasma" de 1973 es el tópico que más lo moviliza. Siente la necesidad de reivindicar a ese grupo, destratado en su momento y valorado después aunque sin los honores que pretende Ignomiriello: "Esos jugadores merecen un enorme reconocimiento porque hicieron algo inédito: se prepararon durante más de un mes en condiciones desfavorables y todo para un solo encuentro". ¿Cómo fue la historia? Miguel la sintetiza así: "Como yo quería trabajar el partido con responsabilidad, porque había que ganar o ganar, armé un plantel sin figuras para que no se quejaran desde los clubes. La AFA se olvidó completamente de nosotros y por eso surgió el apodo para ese seleccionado; nadie se acordaba de nosotros. Para pagar el alojamiento y la comida, tuvimos que jugar amistosos en Jujuy y Perú. Terminamos invictos y luego de esa extensa preparación ganamos el compromiso más importante, que era el de las eliminatorias: derrotamos por 1-0 a Bolivia con un gol de Oscar Fornari y quedamos a un paso de clasificarnos para la Copa del Mundo".
En La Plata dejó una huella profunda. "Revolucionó las estructuras juveniles de Gimnasia y Estudiantes", explicó el periodista Nicolás Carena, en una nota para el portal Inferiores Platenses. Ignomiriello consiguió títulos en las categorías formativas del Lobo y del Pincha, pero también en Rosario Central, San Lorenzo, Nacional de Montevideo, Defensores de Cambaceres y Douglas Haig. ¿Festejó algún campeonato con un plantel superior? Sí, esa aventura la vivió con Talleres de Remedios de Escalada: fue el técnico que lo sacó campeón de la Primera B en la temporada 1987/88 y con esa campaña lo llevó a la B Nacional.
A lo largo de su vida recibió varios reconocimientos. Es "ciudadano ilustre" de La Plata y fue homenajeado con la categoría de "profesional distinguido" por la ciudad de Rosario. En 2013, en la previa de un partido de Copa Libertadores y en pleno estadio Centenario, Nacional, de Montevideo, le entregó una plaqueta. Una de las tribunas de la cancha de Estudiantes se llama "La Tercera que Mata"; ¿algún otro estadio del mundo le dedicó una de sus gradas a un equipo juvenil?
Algunos lo olvidaron, otros no. Lo que está claro es que Ignomiriello no es ningún fantasma. Don Miguel fue un formador de campeones.
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