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Miguel Ángel Russo: por qué el director técnico de Boca está presionado para conseguir su primer triunfo ante River y cómo puede influir eso en el futuro
El Consejo de Fútbol lo tiene bajo la lupa porque el juego del equipo no convence; desde este domingo, el entrenador se jugará el pase a una semifinal de la Copa de la Liga Profesional y afrontará cruces determinantes por la Copa Libertadores
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Miguel Ángel Russo tuvo diferentes vivencias como entrenador de Boca entre los dos ciclos, el de 2007 y el actual. Dirigir a uno de los mejores Juan Román Riquelme que se pudieron haber visto, ganar una Copa Libertadores con el mayor global de una final en la historia, enfrentarse con el Milan de astros como Kaká, Pirlo y Maldini en el Mundial de Clubes y ganarle agónicamente la Superliga 2019/2020 a River, por ejemplo. Pero nunca consiguió ganarle como DT xeneize a River.
Por eso también es tan importante este clásico para él. Porque si bien vivió en carne propia cruces ante River y fases de eliminaciones de alto voltaje, jamás esas dos se han unido para enfrentarlo como sucederá ahora en la Bombonera, en los cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional. Será la chance de saldar su deuda y ser el hombre que corte con la hegemonía millonaria en esos contextos.
Cuando esta gestión ganó las elecciones en diciembre de 2019, Riquelme, como líder del Consejo de Fútbol, ya tenía todo hablado para que Russo fuera el nuevo entrenador. Obvio, con la intención primordial de volver a conquistar ese trofeo que no vuelve a la vitrina desde aquella experiencia del propio Miguel, pero también siendo consciente de que los cruces con River seguirían apareciendo: en estos tiempos, estén como estén, sus grandezas los elevan y acercan en las diferentes competencias. En medio de un dominio muy fuerte del equipo de Marcelo Gallardo, el ex Nº 10 quiso devolverle la mística al xeneize para incluso conseguir resultados exitosos ante el rival de toda la vida.
Gol de Ledesma a River, con Russo en el banco (2007)
Durante 2020 no se enfrentó con River, pero en estos primeros cinco meses del año lo tendrá cara a cara por tercera vez, siempre en la Bombonera. Las primeras dos, por la Copa Diego Maradona y el presente certamen local, terminaron en igualdad (2-2 y 1-1), pero este domingo será otra la historia: si se repite, los penales determinarán un ganador.
Como fuere, Russo espera que la tercera oportunidad sea la vencida. De su segundo ciclo. De su doble etapa en Boca. De años en los que el club sufrió resultados adversos contra el máximo rival. Es la gran posibilidad de gritar, por fin, jaque mate. Más: la situación vivida en las últimas horas en la concentración millonaria por los casos masivos de Covid-19 le suma presión a un DT que, ya de por sí, sentía la necesidad de ganar para recuperar credibilidad puertas adentro (con los jugadores y el Consejo de Riquelme) y puertas para afuera (con los hinchas).
Por un lado, el director técnico xeneize nunca logró ganar un superclásico, todo un desafío. Además de los empates en enero y marzo, durante su primer ciclo igualó (1-1) y cayó (0-2) en los compromisos locales, mientras que los amistosos también le habían propinado reveses (0-2 y 1-1, con derrota en penales). Pero por otro, los enfrentamientos recientes dejaron la sensación de que está más cerca que lejos de poder ganarle. Detalles de sus jugadores imposibilitaron los tres puntos: así como en ambos golpeó primero, en ninguno consiguió aguantarlo.
El primer enfrentamiento se produjo en un momento inoportuno: a cuatro días de jugar la primera semifinal de Libertadores ante Santos. Por ende, al tener bien fijada la prioridad necesitó enfrentar por primera vez a Gallardo con un equipo mezclado, pero con más suplentes que titulares. Apenas fijó una especie de columna: Andrada en el arco, Izquierdoz en la zaga, Capaldo entre los volantes centrales y Villa como extremo fueron los únicos jugadores que después repitieron ante los brasileños. Eso sí, lo encaró con el 4-1-3-2 de toda la primera temporada.
Gol de Ábila a River, con Russo en el banco (2021)
La ingenua expulsión de Campuzano, en medio del 1-0, no sólo hizo que la visita empate sino que también le facilitó revertir el resultado. Punto a favor: aprovechó la expulsión de Enzo Pérez y rápidamente convirtió para repartir puntos.
El que mayor análisis merece, quizás, fue el segundo duelo. Sin la incomodidad de la doble competencia, Russo puso lo mejor. Y sorprendió, ganando la batalla táctica: implementó la línea de cinco defensores, algo inédito entre sus decisiones pero que mantuvo en partidos siguientes. 5-4-1, ceder la posesión, quitar y contraatacar rápido fue la idea en ese clásico.
Gol de Villa a River, con Russo en el banco (2021)
A la zaga conformada por Zambrano e Izquierdoz, que se ocuparon de la jerarquía y referencia de Matías Suárez y Rafael Borré, se les sumó Lisandro López como líbero. No pudo contar con Cardona por un desgarro, acaso el que por entonces (y puede que lo siga siendo si reaparece) era el conductor y el principal generador de juego, goles y asistencias. Entonces, sumó a Maroni por la derecha y mantuvo al juvenil Medina en el centro para manejar las transiciones a través del buen pie. Otra vez, una expulsión alteró el plan: apenas River igualó (el 1-1 definitivo), el peruano se fue expulsado infantilmente y Boca sufrió más.
Lo cierto es que esa victoria de pizarrón, de alguna manera, hasta la reconoció el DT contrario con una evidente bronca por no llevarse los tres puntos: “A Boca le convino la ausencia de Cardona. Pudieron reforzarse atrás y estar más cómodos, tratando de aprovechar los espacios en ataque. Nunca imaginé el partido con cinco defensores y Boca cediéndonos la pelota”, dijo Gallardo. Cuando el director técnico riverplatense opina con cierta ironía, enfrente tienen la pauta de que hicieron las cosas bien más allá de no poder ganar.
Será un partido clave para el futuro de Miguel Russo. No para noticias de último momento. En ese sentido, desde el Consejo aseguran para LA NACION que una caída no significará su salida. Con una goleada en contra no cambiarían la opinión, pero ahí habría que ver la reacción del entrenador: nadie descarta que pueda sentirse debilitado e irse, en medio de una actualidad muy irregular.
Lo cierto es que lo que se observe este domingo será anotado para la evaluación del ciclo de Russo a mitad de año, aunque le restan siete meses de contrato. No hay que olvidarse que lo que resta en el certamen internacional resultará clave, tanto como el clásico: los dos partidos restantes de la zona de grupos de la Copa Libertadores, en el que marcha tercero (seis puntos) y debe ganar ambos para clasificarse a octavos de final.
Un cimbronazo esta tarde, incluso, puede influir en ese objetivo: el jueves debe salir al campo nuevamente. Por eso, Riquelme visitó al plantel entero el viernes para dar mensajes a los jugadores, pero también para Russo, el técnico que puede cortar con tantos años de dolores de cabeza y darse el gusto de ganarle a River por primera vez.
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